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Una vez que salí del hospital, lo primero que hice fue ir hacia mi departamento. Una vez ahí, corrí ―de manera tambaleante― hacia la habitación que tenía bajo llave en el fondo de mi clóset. Mis manos temblaban, la voz de él me retumbaba en la cabeza, pidiendo con insistencia la comida que estaba próximo en darle. En tan solo un minuto me había bebido tres de las bolsas con líquido rojo.

Tosí mientras me atragantaba un poco por el susto que me dio el sonido de mi móvil dentro de mi pantalón. Era una llamada entrante de Taehyung.

¡Jimin-ah! ―exclamó angustiado ―. ¿Cómo estás? Estuve preocupado en toda la entrevista cuando supe que te habías desmayado. ¿Ya te fuiste? Pregunté por ti, pero la enfermera me dijo que te habían dejado ir indicando reposo. ¿Compraste las medicinas?

Regularmente, no me molestaba que Taehyung se preocupara por mí. De alguna manera, me hacía sentir bien que era el único que lo hacía. ¿Disculpa? ¿Y yo? ¿Estoy pintado?

―Estoy bien, Tae, el doctor Min me ha dado mis medicamentos, ya me los he tomado ―pero qué mentiroso eres, mocos ―. Dijo que era un resfriado, que era mejor quedarme en casa.

Sabía que le estaba mintiendo más de la cuenta al que consideraba mi mejor amigo, sin embargo, aún me sentía lo suficientemente inestable como para estar encerrado en una habitación con un preocupado ―seguramente sudado por haber pedaleado para llegar a tiempo―. No, en definitiva no quería a un sudado y con el corazón latiendo con fuerza, en un piso de noventa metros cuadrados.

¿Estás seguro? Puedo llevarte comida, tengo todas mis vacunas y puedo cuidar...

―¡No! ―hice una mueca cuando me di cuenta que había sonado muy duro ―. En verdad, no te preocupes, TaeTae, el doctor Min me dijo que tenía que descansar. Mucho estrés por la escuela no es bueno.

Tal vez yo...

¿Es que no se cansa? ―. Taehyung, solo quiero dormir, mañana nos vemos cuando salgas de la escuela, ¿de acuerdo? Prometo que estaré mejor para entonces.

Finalmente, hizo caso, así que, después de pedirme mil veces que me cuidara, comiera adecuadamente y tomara los medicamentos, cortó.

Quiero más, Jimin.

Chasqueé la lengua. Nunca estaba satisfecho. Deja de joder, aún hay sol, no puedo salir.

Quiero AB-, ¡lo quiero! ¡Lo quiero!

Sus gritos estallaron en mi cabeza, haciendo que solo frunciera el ceño, gimiera de exasperación y pusiera mis manos en mis oídos. Odiaba estas fechas.

Lo odiaba a él.

| 진전 |

La fría noche y la oscuridad que me envolvía en las calles desiertas de la ciudad. Mi pecho se apretaba con una emoción, producida por él, la cual siempre estaba latente cuando salía para alimentarlo. Me había insistido en conseguirle AB-, la verdad es que no sabía cómo conseguirlo, y aunque él quería que fuera hacia el doctor Min ―pues ambos sabíamos en dónde vivía―, lo mejor que hicimos fue buscar a alguien que tuviera ese tipo de sangre.

¡Pero la AB- era el tipo de sangre más difícil de encontrar!

¡No me interesa, yo lo quiero! ¡Ve con él!

Entonces, ahí estaba, recargado en el espacio oscuro que dejaba un callejón. Su casa era grande, no hostentosa como algunas de esta zona, pero sí era grande. Parecía ser de dos pisos, estaba forrada por ladrillos y la puerta del carro era negra, justo como algunos detalles. Honestamente, me esperaba algo más minimalista, pero el aspecto era lindo, cálido.

Pensaba entrar una vez que viera que él se fuera a dormir, pero las horas pasaban y él no apagaba la luz de la habitación princpial. Era la única que estaba prendida. Chasqueé la lengua en mi paladar molesto. ¿Es que él nunca dormía?

Con ese impulso que me caracterizaba cuando hacía cosas estúpidas, hice mi primer movimiento.

Usando a mi favor los puntos ciegos de las cámaras, trepé la pared y bueno, terminé en el interior de la casa. Maldiciendo al doctor Min cuando me di cuenta que su puerta trasera no tenía seguro. Siendo el ser más silencioso, aprovechando la oscuridad que había en la casa, me escabullí hasta que llegué a la habitación principal.

Ah, sí estaba dormido. Y nosotros perdiendo el maldito tiempo. Hazlo.

Con pasos silenciosos, me acerqué hacia él. Quien yacía sobre su cama completamente dormido. Su ropa de doctor había sido sustituida por una pijama que amenazaba por ser seda, de color gris oscuro. Era de botones, por ende, había un enorme margen de piel descubierta en la zona de su cuello y parte de su pecho.

Ay santa madre, Jimin. Se me hace agua la boca y no necesariamente porque tenga hambre. Por primera vez en muchos años, Jimin concordó con él. Era gracioso, jamás pensó que llegaría a hacerlo, pero lo hizo.

Jimin no podría decir cuánto tiempo había pasado en esa habitación, mirando desde una distancia prudente al joven doctor que tenía inconsciente en su cama y que probablemente estaba tan cansado que no había reparado en apagar la luz de la habitación o quitar los libros y hojas que habían sobre el colchón con ropa de cama que combinaba a la perfección con la pijama del mayor. Él solo se quedó admirando al doctor como si fuera la cosa más hermosa que había visto. Sus manos picaban para pasarlas sobre cada centímetro de aquella piel nívea. Poniéndolo aún más en duda su existencia.

No es que Jimin fuera heterosexual u homosexual, en realidad. Él nunca había salido con ninguna chica o chico, porque sencillamente, estaba tan ocupado siendo controlado por un demonio que lo poseyó desde los cinco años, como para prestarle atención a las relaciones o los encuentros sexuales. Él, muchas veces le decía que no era necesario, porque sí, con el paso del tiempo, Jimin le preguntó que si habían seres similares, a lo que él le respondió que sí, pero que él no era de ese tipo. Él era alguien maligno, la bondad de Jimin le gustaba, se alimentaba de él de manera constante. Lo único que hacía era pedirle de comer al muchacho y de vez en cuando, poseía más de la cuenta y hacía cosas que el pelirosa no sabía que pasaban. Pero esa es otra historia.

Park Jimin jamás se había sentido atraído a nadie. Sí, que algunas chicas o chicos les parecían atractivos, como Taehyung o Kai, incluso la chica tímida de la clase de aritmética. Pero nadie, absolutamente nadie, había llamado la atención del menor como lo había hecho el doctor Min y debía decir que se dio cuenta de eso cuando lo había traído a su habitación la primera vez. En ese momento, Jimin pensó que todo era una jodida broma. «Todo debe ser porque sentimos su sangre, aún quieres alimentarte de él, por eso sentimos esa atracción» esa era la frase que se había estado repitiendo una y otra vez desde aquella noche en el callejón.

¿Entonces no lo haremos? Le respondía el ser dentro de él.

Necesitamos hacer el servicio, de estar dentro, podremos buscar a personas que sean AB- y tú serás feliz. Tienen registro de la mayoría de las personas de la ciudad, además, que llegan muchos lesionados y existen personas que nadie extraña en coma, puedes darte un botín de vez en cuando sin que se den cuenta.

Nunca pensé que usarías a alguien para hacerme feliz.

En realidad, Jimin no quería hacerlo, pero prefería robar sangre en el banco o de las personas que sean terminales a hacerlo con alguien que encontrase saliendo ebrio de un bar. Justo como el doctor que estaba inconsciente frente a él.

¿Y qué haremos ahora?

Tomaremos una pequeña probadita. 

Crescendo | ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora