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Todo dentro de mí se había detenido después de aquellas palabras con un transforndo que realmente me hubiera gustado ignorar. Quiero decir, había pasado un mes entero desde que había comenzado a estar cerca de él. Luego de aquella noche, comencé a analizar demasiado el comportamiento que tenía hacia mí. Quería estar seguro si las cosas no eran sacadas de contexto por mí. 

Entonces, llegó. 

La semana oscura estaba comenzando. 

Tal puntual como siempre, me desperté en medio de la madrugada. Bañado en sudor, con el corazón latiendo a mil por hora y su voz en mi cabeza diciéndome que tenía que despertar, que tenía que alimentarlo y que debía hacerlo ahora. Mis pasos me enviaron hacia el lugar donde menos quería ir, pero que una parte de mí sí quería. No sabría cómo explicarlo. Pero ahí estaba, en el marco de la puerta de la habitación del doctor Min Yoongi. Escuchando atentamente los latidos de su corazón latiendo de manera relajada dentro de su pecho. Llamándonos, vamos Jiminie, él nos está llamando. 

Siendo honestos, no estaba tan seguro de que eso estuviera pasando. Pero, eran los días oscuros. Yo no era yo mismo al cien por ciento. 

Acercarme a él era lo que más me jodía. Mis sentidos durante estos días eran mucho más afinados en estos días. Reteniendo la respiración para que no me escuchace ―aunque ya sabía que no tenía porqué preocuparme, él tomaba unas pastillas para poder dormir, haciéndolo caer como un oso una vez que estas hacían efecto―, igualmente era demasiado para mí estar tan cerca de él. 

Hazlo. 

Mis ojos se dirigieron hacia la cara tranquila del doctor, gracias a la resequedad de mi garganta, tragué duro luego de haber relamido mis labios. Joder que se me hacía agua la boca con solo ver ese ligero abultamiento en la zona de su yugular. El palpiteo del bombeo de su corazón me llamaba, me cantaba. 

Lo hice. 

Finalmente, dejé que mis dientes perforaran su piel y que la sangre llegara hacia mi boca. Era como inyectarse un chute de adrenalina mezclado con cocaína. Me drogaba. Su sangre era una droga para mí. Había probado todo los tipos de sangre y ninguna de ellas habían causado el mismo efecto que la sangre de Yoongi causaba en mí. 

Pronto me encontré sumergido en una burbuja, donde solo éramos él y yo. Nosotros dos. No existía él, no existía ningún demonio dentro de mí. Solo Yoongi hyung y yo. No pude evitar gemir del placer que ser alimentado por él me ocacionaba. 

Y entonces, pasó. Lo escuché gemir de vuelta, pude sentir su mano afianzándose en mi muñeca que estaba sobre su cuello para tener mejor acceso. 

Santa mierda

Completamente sorprendido y tal vez un poco asustado, me separé de él de golpe, cayendo de culo al suelo. A sus pies. 

Mis ojos se abrieron de par en par, boquiabierto cuando él abrió sus ojos y me miraba un poco molesto. La jodimos. Sin embargo, también había un brillo de sorpresa en sus ojos oscuros, sorpresa que pronto se volvió algo más... ¿Y ahora qué mierda? 

―¡Lo sabía! ―exclamó él, después de un tiempo ―. ¡Sabía que eras tú! 

Tal vez la euforia le está pasando una mala jugada, Jims. 

―¿Qué? 

Yoongi llevó su mano hacia su cuello, en donde aún dos hilos de sangre brotaban. Miró sus dedos ligeramente ensangrentados y en lugar de sentirse mareado o enfermo por la considerable perdida de sangre que le había dado, me apuntó con su ensangrentado índice. 

Crescendo | ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora