Jimin...
Jimin...
Jimin...
¡Jimin despierta!
Me levanté de un golpe de mi cama, sentándome recto. Tenía el cabello pegado a mi frente y a mi cuello gracias a la capa de sudor que tenía en mi piel. Mi pecho subía y bajaba de manera abupta, ligeramente entre cortada.
Una vez que me di cuenta que me encontraba en mi habitación, que todo estaba en orden y que no tenía porqué preocuparme, pues estaba a salvo, me llevé los dedos hacia mis ojos solo para darme cuenta que había restos de lágrimas saladas en ellos. Chasqueé la lengua antes de mirar la hora, 03:03 AM. La peor hora.
—No quiero levantarme —gruñó él mientras enterraba su cabeza entre las almohadas.
Levántate.
El tono de voz que retumbaba en mi cabeza, me hizo levantar de su lugar. Era mejor que obedeciera antes de que las cosas empeoraran. Completamente adormilado, caminé hacia mi clóset y una vez que estuve vestido por completo, decidí que sería mejor salir, antes de que el malestar en su garganta lo molestara cada vez más.
Al salir de la casa, una brisa helada me golpeó. Estábamos en pleno inicio de invierno. La primer nevada había pasado nada más unos días atrás, pero ni con solamente una sudadera con capucha me hacía temblar. Aunque eso no evitó que por costumbre metiera las manos dentro de la bolsa del jogger negro. Con mi cabello rosado bien escondido, comencé a caminar por la oscura calle abajo.
A esa hora, yo era la única persona que estaba en la calle, más aún con el tremendo frío que golpeaba en mis mejillas sin inmutarlo, pero que a las demás personas les hacía enfermar. Yo no me había enfermado desde que tenía cinco años.
Una vez que llegué a mi destino, me quedé parado en la oscuridad de un callejón. La oscuridad era mi mejor amiga. Con los ojos fijos en la puerta de aquel bar clandestino, esperando a que algún pobre diablo ebrio saliera tambaleándose. Era viernes, el día en donde las personas salían sin cuidado a festejar el inicio de un fin de semana.
Quince horribles minutos habían pasado hasta que finalmente un chico salió tambaleándose. Me tensé completamente cuando sentí el impulso de acercarme rápido, sin embargo, me quedé mirándolo un poco más. Tenía que asegurarme de que estuviera completamente solo. Mientras tanto, me decidí por analizarlo.
Era de mi estatura. Complexión delgada, podía verla aún con ese enorme abrigo negro. Su cabello estaba escondido en un gorro de lana y sus rodillas pálidas eran visibles gracias a las aberturas que habían en su pantalón. La boca se me secó cuando se dio media vuelta —tambaleándose— y pude ver su largo y pálido cuello. Mío, mío.
Tragando duramente el nudo que tenía creciendo en la garganta, intentando también eliminar la resequedad que estaba sintiendo. No, era un horrible ardor. El peor ardor que sentía siempre cuando él me llamaba.
Mis pasos, a diferencia de los suyos, eran silenciosos. Estaba seguro que nunca se daría cuenta. Jamás lo vería llegar. Una sonrisa maliciosa apareció en mis labios cuando me di cuenta que su equilibrio era el peor y que con una maldición, se perdió debajo de un pequeño y oscuro puente.
Hazlo, hazlo, ¡hazlo ahora!
Mirando hacia atrás de mí, con las manos en el bolsillo, me acerqué. Mis sentidos actuando al cien por ciento.
—Mierda —gruñó él cuando perdió el equilibrio y cayó de culo al suelo. Hice una mueca, si pudiera sentir dolor, habría sido empático con su dolor —. Ugh, qué mierda.
Por la exasperación que sentía gracias al ardor en mi garganta, me acerqué a él. Abrí y cerrá la boca cuando me coloqué a su altura y su olor golpeó mis sentidos. Una de mis manos, se dirigió hacia su mentón, en donde lo alcé un poco, para dejar al descubierto su yugular. Se me hizo agua la boca.
—¿Hoseokie? —preguntó él cuando sintió mi tacto, abriendo de a poco sus ojos. A diferencia de una personas normal, yo sí podía ver su cara, casi a la perfección, como si hubiera la luz más ténue en el lugar, es por eso que, cuando abrió la boca de nuevo, mi corazón dejó de palpitar y cada uno de mis músculos se tensó —. ¿Te has puesto lentillas? ¿Cómo es que haces que tus ojos sean así de rojos? ¡Yah, Hoseok tonto! —me llevé la mano a mi nuca, soltando un quejido, cuando me golpeó —. Sé que estoy ebrio, pero no puedes asustarme.
¡HAZLO YA!
¿Qué mierda?
Ignorando los quejidos del ebrio, tomé sus manos para que dejara de alejarme. Estaba hartándome y necesitaba comer, necesitaba alimentarlo para que el ardor en mi garganta me dejara en paz. Me acerqué de a poco otra vez hacia él, analizando que no fuera a golpearme de nuevo. Cuando dejó de forcejear, aproveché y llevé mis labios a la zona desnuda que había dejado libre para mí.
—Oh... —abrí mis ojos cuando lo escuché gemir de esa manera y el sabor metálico de su sangre tocó mis papilas gustativas, al sentir su tipo de sangre, me separé bruscamente. Ahora fue mi turno de caer de trasero en el suelo, mi respiración se volvió irregular y mi corazón ahora sí bombeaba con fuerza dentro de mi pecho. Él simplemente juntó sus cejas e hizo una pequeña mueca de dolor. Soltó un pequeño —: Ouch...
¿Pero qué mierda haces? ¿Qué mierda fue eso? ¡Jimin!
Estuve a punto de levantarme, para irme y buscar a alguien más, cuando la voz rasposa y grave de mi víctima me hizo detenerme, él dijo —. ¿Es mucha molestia si te pido que me lleves a mi piso? No quiero morir de frío aquí, Seokie.
Me quedé congelado de nuevo en mi lugar. ¿Nos estaba pidiendo que lo llevemos a su piso? No podemos hacer eso, Jimin, tengo hambre, hazlo, ¿qué más da?, no es nuestro problema.
Con ese pensamiento de él retumbándome en la mente, me puse de pie, sin dejar de verle. Aguantando la respiración por un momento, pues sabía que si alguna brisa de aire me golpeaba en la cara y su olor llegaba a mí, perdería el control.
¿Qué mierda haces idiota?
Ignorándolo, decidí que no podía dejarlo ahí, tenía razón. Moriría congelado. Es por eso que, me acerqué de nuevo, conteniendo el aliento e hice la cosa más estúpida que jamás había hecho desde que tengo uso de razón. Tomé su cartera y miré la dirección de su casa.
N/a
Estamos en tiempo de cuarentena y de bloqueo mental para las demás historias, es por eso que traigo esto jiji. Espero les gusteeeeee, espero te guste soulmaTae, dénle amor pls TT
sarangaeeeeeeeeeee
Hasta las prótsimaaaaaaaaaaaaaaa
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Crescendo | ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ
FanfictionPark Ji Min era un chico muy tranquilo. Estaba en su último año del instituto, pensando únicamente en salir para poder entrar a la escuela Nacional de Seúl para poder estudiar medicina y ser el mejor cirujano de urgencias, tal como le prometió a su...