Tan impulsiva

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Tan impulsiva.

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Estaba encabronada. Definitivamente, si fuera por ella no dudaría en romperle la nariz a ese estúpido gilipollas con la culata de su rifle. ¡La tenía hasta los huevos, con ese apodo nauseabundo que le había puesto! Pero sabía que si se atrevía a golpearlo, traería problemas y el Profesor, le había dicho que la primera regla era no lastimar rehenes. Debía controlarse, templarse. Ese plan no estaba dispuesto para seguir impulso, ni mucho menos para dejarse llevar por tipos desagradables como ese.

El ruido de un fierro ser golpeado con fuerza, le hizo apartar rápidamente de ese tipo que tenía a sus pies para posarlo sobre las escaleras. Parado en la cima de la escalera, Palermo casi completamente ciego los observaba con un bastón en su mano y Denver, sosteniéndolo firmemente de su brazo.

El cabrón se veía muchísimo más imponente y peligroso con ese jodido parche improvisado que le habían hecho. A Nairobi, de pronto, sin pensarlo, le vino la imagen eclipsada de Berlín llegando a su lado para cubrir nuevamente su puesto al mando. Por un momento lo vio, allí mirando con esa soberbia y frialdad, que siempre lo había caracterizado frente a los rehenes. Con esas cortadas a carne viva aún en su piel, Palermo, parecía mucho más peligroso que Berlin, por alguna razón que ella no supo comprender a tiempo. E incluso sus azules ojos, parecían mucho más demoníacos y llamativos con esa irritación rojiza que habían dejado los cristales extraídos de su visión.

—Gandia...¿Verdad?—dijo Palermo con una voz raposa, pero tan fuerte que retumbo en todo ese salón estremeciendo a los rehenes, con su cabeza levemente inclinada hacia donde él pensaba que podría encontrarse ellos. Volviendo la mirada hacia ese guardia, ella se mantuvo inexpresiva. Ella vio como lentamente, a paso completamente calmado y tranquilo, Palermo comenzó a caminar hacia ellos sosteniendo a Denver— Me parece a mí, o percibo cierta negatividad en el ambiente. Vibraciones muy bajas...—Pasando de lado de Estocolmo, Palermo fue claro al ordenar a Denver— Llévame con él, que quiero hablarle...—Nairobi decidió apartarse para darles camino libre, sin embargo, por eso no significo que no pudiera escuchar cómo Palermo en un susurró le decía— Y déjanos solos...—susurró en un ronroneo ronca, sereno. La incomodó por completo.

Esa sensación que sentía no se comparaba en nada a la que sentía por Berlín. Berlín era alguien impredecible, que podía atacar en el momento menos pensado, pero siempre tenía ese toque pintoresco de clama que te ponía precavida a sus ataques tan violentos. Sin embargo, con Palermo, era diferente. Ella sentía una vibración en sus nervios, que no podía darles un significado. Parecía demasiado tranquilo.

—Se encuentra sentadito delante de ti...—escuchó como Denver le susurraba, dejándolo solo para apartarse un par de pasos.

Mirando una leve mirada a los rehenes, ella se giró levemente al escuchar cómo Palermo aspiraba una y otra vez de manera ciertamente burlona— Huele a azufre...—comentó suavemente, en un murmullo claro, con un tono elegante y ciertamente soberbio. Alzando ese improvisado bastón él comenzó a tocar lentamente las piernas de ese guardia con lentitud— No veo muy bien, pero...—viéndolo alzar la punta de ese bastón al rostro de ese guardia, ella frunció su ceño inconscientemente—...estoy desarrollando otros sentidos.— comentó con tranquilidad, acariciando lentamente esa afeitada cabeza.— Y mi intuición me dice que usted no nos respeta— soltó, alzando su mentón con cierto reproche.

—Es lo que tienen los mamarrachos con careta.— escupió Gardia, haciéndola estremecer. Ella apretó sus manos contra su propio rifle, le estaban sudando frio inconscientemente. A medida que veía de reojo a Denver, con cierta preocupación, mojarse los labios inconscientemente. Nairobi no necesito preguntarle, como para saber que lo que estaba sintiendo él, era lo mismo que todos sentían en la banda cuando Berlín, actuaba anteriormente. Impredecible, violento, peligroso— Que no dan respeto...—termino diciendo, con el mentón alzado de altanería, de rebeldía.

Una persona [Berlín x Palermo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora