Cuando Llueve (Diana x Leona)

¿Por qué lo intento?

Capítulo 10

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¿Por qué lo intento?

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La luna siempre alimenta la locura, y su marea siempre me atrae. Profundizando en este malestar, más allá de donde encajo.

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Diana llamó a la puerta, pero nadie le contesto. Esperó pacientemente unos segundos antes de volver a golpear la madera. Obtuvo el mismo resultado.

—¿Leona? — preguntó con curiosidad, pero parecía no haber nadie del otro lado— voy a pasar...

Entró a la habitación y la encontró vacía. Dejó la bandeja con el desayuno a un lado e inspeccionó el lugar.

Leona le había recriminado mas de una vez el que Diana entrara sin pedir permiso o no le diera la privacidad que merecía "su habitación" y a regañadientes la de la luna comenzaba a hacerle caso.

Mientras mejoraba del envenenamiento, Diana había estado visitando a la solari, llevándole sus comidas y cerciorándose de que sanada adecuadamente.

Sentía que se lo debía por parte al haber mentido por ella, pero por otro lado no lo encontró tan "detestable" como lo hubiera imaginado.

En una ocasión había entrado sin llamar y encontró a Leona cambiándose la camiseta.

"Tranquila, no es como si no hubiera visto tu cuerpo de hombre antes" fue la burla que lanzó, la cual comenzó una pesada discusión en la que al final de todo, Leona le había pedido "Por favor" de llamar antes de entrar.

Y ahora, como si eso hubiera sido algún tipo de encantamiento mágico, ahí estaba, llamando a la puerta antes de entrar.

Tocó la cama y la encontró fría, sabia entonces por eso que la chica hacia rato no estaba allí. Trató de recordar si le había comentado algo sobre algún plan para el día, pero lo creyó imposible desde que tenía que guardar reposo.

Solo acercarse a la ventana pudo encontrarla en los campos exteriores del templo.

Bufó molesta, creyéndola necia e inquieta, y se dirigió escalera abajo para encontrarse con ella.

—¿Qué crees que estás haciendo? — fue la tosca forma de saludarla.

—Hey, Diana— contestó la otra, dándole una sonrisa— ha parado de llover... finalmente.

—El ambiente esta muy pesado y húmedo, volverá a llover pronto.

Y seguramente no se equivocaba, desde el incidente en el bosque no había parado de llover, a veces se volvía una llovizna fina y otras veces los relámpagos azotaban el reino como nunca antes, pero llevaban días así.

—Supongo que es como dices... por eso pensé estirar un poco las piernas antes de que el clima me lo impidiera.

—No es el clima lo que te impide salir, aun no te recuperas, debes estar en tu cuarto y descansar.

—Oh... ¿Estas preocupada por mí?

—Estoy preocupa "por mi"— corrigió de inmediato— si te llegas a morir traerás a esos aborígenes solaris por mi cabeza, y detestaría que la reina deba limpiar sus cadáveres luego de que los mate a todos.

—Entrare en breve— dijo sin hacerle mucho caso— pero aun quiero caminar un rato... si estas preocupada, puedes acompañarme.

Leona retomó su caminar, escuchando un sonido de queja de la otra, pero pronto también sus pasos, acercándose.