happiness.

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Felicidad: Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.

Felicidad: Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno

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Derecha.

Izquierda.

Derecha.

Izquierda.

Balanceaba sus pequeñas piernas al ritmo dentro de su cabeza, su tarea de diferenciar entre las direcciones fue interrumpido por un castaño que corría hacia él bastante emocionado.

—¡Yuta!— El mencionado alzó su mirada, topándose con los orbes del más pequeño. —¡Mira!

Una pequeña caña de pescar se alzaba frente a él, sabía que TaeYong añoraba en su corazón ser un pescador como su padre, pero realmente no entendía como eso podía emocionarlo tanto.

—¿Qué tiene?

—¡¿Qué tiene?! ¡Es una caña de pescar!—La sacudió en el aire imitando a su progenitor en plena faena.—¡Puedo ayudar a mi padre!

—Bien.

Un pequeño puchero se formó en la boca del castaño, parecía molesto.

—¡Deberías emocionarte!

—¿Emocionarme?

El más pequeño tomó asiento a su lado dejando la caña en el suelo, miró fijamente a su amigo sin decir palabra alguna. Yuta no lograba entender como TaeYong era capaz de sentir tantas cosas en tan poco tiempo.

—No estás emocionado.

—No.

—Te voy a enseñar a estar emocionado.— Juntó sus palmas y respiró un poco antes de seguir. —Cuándo alguien está feliz por algo, tú también deberías estarlo.

—¿Por qué?

—Porque eso es lo que hacen los amigos.— Su pequeña cabecita no entendía lo que Yong estaba intentando explicarle.— Mírame, tienes que abrir la boca sorprendido.

Acto seguido, abrió su boca en una pequeña "o".

El más alto le imitó.

—¿Así?

—Así. Luego, tienes que decirle que te alegras por él.

—Pero no estoy feliz.

—No importa. Practiquemos.— El más pequeño bajo del banco y volvió a tomar su caña de pescar, alzándola entre sus brazos.— ¡Mira!

El contrario abrió su boca como le habían enseñando, la mirada de TaeYong mostraba satisfacción. —Me alegro.

El futuro pescador hizo una mueca.

—No era lo que esperaba, pero estoy satisfecho.

Continuó mostrándole su caña y las cosas que su padre le había enseñado sobre esta, el japonés no lo entendía completamente pero hacia un esfuerzo por prestarle atención.

Unos minutos pasaron hasta que la dulce voz de la madre del japonés hizo aparición en el lugar.

—¿Qué están haciendo?— Se acercó para revolverle el cabello a los menores. Una cara de sorpresa se instaló en su rostro al ver la caña. —¿Es un regalo?

—¡Sí! Mi padre me ha dicho que puedo ayudarlo.— La sonrisa de TaeYong podría iluminar veinte estadios, si es que eso fuera posible. —¿Le gusta?

—Es muy bonita, cariño.

La conversación fluyo un poco más mientras caminaban hacia el hogar del más silencioso niño. En su mente, la reacción de su madre era lo mismo que TaeYong le había enseñado hace unos minutos. Y eso le hacía pensar que, tal vez, había algo mal con él. Quizás debía pedirle ayuda a TaeYong para que le enseñará más emociones.

A veces pensaba en la manera en que se habían hecho amigos, TaeYong hizo aparición un día cualquiera en el patio del japonés. Su madre le había dicho que sería su nuevo vecino, lo que no le provocó absolutamente nada. Luego, se lo había encontrado en la misma clase cuando empezó a ir al colegio y este había tomado asiento a su lado, no lo entendía.

Tomó asiento mientras su madre servía una deliciosa sopa en la mesa, observó el rostro de su compañero al dar un sorbo. Parecía, ¿Feliz?

—T-Tae.

—¿Mhm?— Tenía las mejillas abultadas por haberse llevado el plato a la boca en cuanto la mujer se dio la vuelta.

—¿Qué sientes cuando tomas sopa?

EL contrario ladeo su cabeza pensando un poco en su respuesta mientras tragaba. —Me siento feliz.

—¿Por qué?

—Porque la comida te hace feliz.

Hizo silencio por unos minutos mientras tomaba un poco de su sopa, ¿Cómo sabías cuando eras feliz?

—Señora Nakamoto.— El castaño había llamado a su madre, la cual se dio vuelta rápidamente mientras pronunciaba un, "¿Que sucede cariño?". La acción del coreano también había tomado a Yuta desprevenido.— ¿Cómo usted sabe cuando es feliz?

El único hijo de la familia Nakamoto parpadeo un par de veces gracias a esa pregunta, ¿Le había leído la mente?

—Bueno, la felicidad es complicada.— La mujer tomó asiento en una de las sillas del comedor. —No todos sienten felicidad por las mismas cosas.

—¿Y como sé cuándo estoy feliz?

—Normalmente, no puedes dejar de sonreír cuando piensas en eso. Por ejemplo, ¿No te emociona venir a jugar con Yuta? Te hace feliz pasar tiempo con él.

El castaño lo medito un poco y luego asintió múltiples veces.

—Me hace feliz ver a Yuta.

—Y a Yuta también le hace feliz.

Las miradas se posaron en el mencionado, y es que, no sabía que responder. Pensó un poco, TaeYong había entrando en su vida sólo porque sí. Pero se sentiría mal si no lo viera por un tiempo o  si no le prestara su juguetes.

Asintió mientras tomaba un poco de agua.

—¡Pero no está sonriendo!— El pequeño reprochó mientras lo apuntaba.—¿Eso se puede?

La mujer asintió mientras pasaba una mano por el cabello del niño. —Hay personas que, aunque no lo demuestren, es tan felices.

Lo medito un poco antes bufar molesto.

—¡Yo me voy a encargar de que Yuta demuestre sus sentimientos!

La mayor rió un poco mientras se ponía de pie para recoger los platos vacíos que decoraban la mesa y emprender camino hasta la cocina. Por su parte, TaeYong se puso de pie y camino hasta donde el pelinegro se encontraba. Lo rodeó con los brazos y pronunció cerca de su oído.

—Prometo ayudarte a mostrar tus sentimientos.

Yuta tenía 5 años cuando TaeYong le enseñó a ser feliz.

ocean. ; YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora