angry.

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Enojo: Es una alteración anímica que genera irritación, rabia y/o afán de revancha o venganza.

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—Ten cuidado por donde caminas, niño.

El cuerpo de TaeYong se tambaleo un poco por el empujón que había recibido. El chico un año mayor rió en forma de burla y se dio la vuelta para comenzar caminar.

—Es la tercera vez en el día, Tae.—Tomó la mano de su amigo para acelerar su paso: hacia el salón de clases.—¿No piensas hacer nada?

—No puedo hacer nada.— Desvió la mirada para no encontrarse con los ojos de Yuta.—Es mayor que nosotros.

—Qué sea mayor que nosotros, no justifica que pueda molestarte.— Tomó asiento en su banco, seguidamente se cruzó de brazos.—No entiendo porque lo hace, primero que todo.

El cuerpo del castaño se tensó un poco ante el cuestionamiento, esto no pasó desapercibido por los ojos de Yuta, el cual alzó una ceja.

—¿Hay algo que no me estás contando?

—Y-Yo...

—TaeYong.— La mirada severa del japonés se conectó con los ojos asustados del coreano.—¿Sabes porqué te está molestando?

—Bueno, tal vez... lo sepa.

El silencio reinó entre ellos, algunas voces de escuchaban de fondo, pero se encontraban tan sumergidos en su propio mundo que cualquier ruido externo quedaba insonorizado.

—¿Qué pasa?

—¿No piensas decírmelo?

—No quiero molestarte.— Lo único que recibió fueron unos ojos oscuros puestos fijamente en los suyos, no lo negaría, eran su debilidad y una de las razones por las que no podía mentirle a Yuta. Sintió un leve escalofrío en su espalda cuando pasaron unos segundos y el pelinegro no quitaba su mirada.—Bien, te lo diré.

La sonrisa de satisfacción de Yuta se dejó ver por unos segundos, antes de que su semblante serio regresara.

Dios, lo iba a volver loco.

Si no lo estaba ya, claro.

—¿Recuerdas la chica que se me confesó hace unos meses?

—¿Cuál de todas?

—No lo digas así, no son tantas.— Rodeó los ojos mientras volvía a concentrarse en el tema.—MiYoung.

Recibió un pequeño movimiento de cabeza hacia un lado, no entendía que tenía que ver.—¿Qué sucede con ella?

—Pues resulta que...— Bajó un poco su voz y se acercó al japonés.—Era su novia.

—Oh.

ocean. ; YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora