Don't Forget Me
*Narrado por Gian*
Abrí mis ojos lentamente para después contemplar que a mi alrededor todo era algo pálido, flashes vinieron a mi mente y se reprodujeron como si de una película se tratase, me acordaba absolutamente de todo hasta el momento del accidente, después todo era confuso
- Mamá - susurré
- Gianluca - sonrió ella besando mi mejilla - ¿Cómo te encuentras?
- Aturdido - respondí observando como en mi brazo descansaba, incrustada en él, una aguja la cual se encontraba conectada a una bolsa de suero - ¿Dónde está ella?
- Avisaré al médico para que te haga unas pruebas - se levantó ella ignorando mi pregunta y atravesando la puerta sin mirar atrás
De repente oí unos gritos que se hacían cada vez más cercanos, pensé que quizás era ella pero me equivoqué, eran mis dos amigos Ignazio y Piero
- Gian - sonrieron los dos al verme, se notaba que ambos habían llorado, amaba a estos dos idiotas - Nos has asustado, desgraciado
- Chicos - les abracé - Perdonarme, no era mi intención
- Sabemos que intención de matarte no tienes - respondió Piero sentándose en uno de los dos sillones de la sala, Igna ocupó el otro; ambos se miraban demasiado
- ¿Qué pasa aquí? Os estáis mirando de manera muy sospechosa - dije intentando incorporarme en esta incómoda cama de hospital pero fue en vano - Decírmelo ya
- Lo siento, tengo que confesarlo - suspiró Igna, yo le miré intrigado - Piero y yo nos hemos enamorado
- Y somos muy felices - añadió el de Naro
- Vosotros sois un par de idiotas - negué con la cabeza - ¿Dónde está ella?
Ambos se quedaron callados y mis pulsaciones comenzaron a elevarse, no entendía el por qué nadie quería decirme dónde estaba mi novia, al menos que… No, eso no puede haber pasado
- Ella… - comenzó a hablar Igna pero se vió interrumpido por el médico, el cual acaba de entrar a la habitación junto a mis padres y mi hermano
- Gianluca - me llamó él, yo le miré, me encontraba realmente nervioso - Vamos a hacerte una serie de pruebas, para descartar posibles heridas internas que hayan salido posteriores al primer chequeo que te hicimos ayer ¿vale? No suponen ningún peligro para tí
- Gracias doctor - agradeció mi padre
- Es mi deber - se despidió él - Por cierto, en la sala de espera hay una señorita que no para de preguntar por usted
- Ernesto ve a buscarla - le dije a mi hermano, él asintió con la cabeza y se fue
Mi niña estaba bien, podría respirar tranquilo y dejar de inundar mi mente con pensamientos negativos
- Gian - una voz hizo que mirase hacia la puerta esperando encontrar al amor de mi vida pero no era ella, sino su hermana pequeña - ¿Dónde está? Nadie me dice nada y me estoy volviendo loca
- No lo sé - las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos a lo que ella me abrazó fuertemente - Pero estará bien, te lo prometo
Ella asintió separándose y desapareciendo de nuevo, miré a mi familia la cual me miraba entristecida, siendo sincero me temía lo peor hasta que una silla de ruedas apareció en la sala y allí se encontraba ella junto a su hermana, esta última venía secándose las lágrimas
- ¿Y esas caras? - preguntó ella pensativa
- Amor - las lágrimas bajaron por mis mejillas aliviando todo el estrés y nervios que habían tenido que contener minutos antes
- Ginoble - sonrió ella para luego poner una mueca de dolor - Lo siento amor, me tenían en una sala haciéndome pruebas, no me dejaban venir pero les he dicho que o me traían ellos o me arrastraba por el suelo hasta que encontrase tu habitación
- Optamos por traerla aunque sigue grave - bufó el enfermero que sujetaba la silla - La otra chica se nos acopló por el camino
- Soy su hermana, imbécil - contestó ella entre dientes, era igual que su hermana, tan solo la separaban 6 años
-¡Oh, vamos Sam! - exclamó ella - Sabes que te agrado
- Sabes que todo lo hago por Luis - dijo él mencionando al amigo de mi novia
- Si si - rió ella - Sé que no entendéis una mierda, pero este chico es el novio de un amigo mío y digamos que le he insistido mucho en que me trajese a ver a Gian ya que de lo contrario no le gustaría verme de mal humor
- No te lo recomiendo amigo - rió Piero
- Es un verdadero diablo - dijo Igna poniendo cara de asustado
- Barone, Boschetto - sonrió ella tirándoles un beso, ellos sonrieron besándole la mejilla, la querían como a una hermana
- Os dejamos solos -dijo mi madre con una sonrisa para después dirigirse a mi chica y besar su cabeza - Me alegro que estés bien cielo
Salieron todos de la habitación dejándonos solos a mi novia, al enfermero que la traía y a mi
- Vengo a por tí en un rato - dijo el tal Sam para después acercar la silla de ruedas a la cama y salir de la habitación
- No lo quiere admitir pero le agrado - dijo ella afirmando para después intentar besarme - Mierda, no puedo levantarme sin que el cuerpo me mate de dolor
- No hay problema - respondí yo inclinándome hacia ella y uniendo nuestros labios - Creía que te había pasado algo muy malo
- Soy una momia Ginoble pero estoy bien - aseguró ella levantándose el camisón dejando ver parte de su abdomen el cual ahora yacía vendado - ¿Qué tal estás tú mi niño?
- Una pierna rota y por lo que me ha dicho el médico como 4 costillas rotas. Nada imposible de arreglar para el Gran Ginoble - sonreí entrelazando nuestros dedos - No me olvides amore
- ¿Por qué iba a hacer eso, Ginoble? - preguntó ella confusa mientras acariciaba mi mano
- No sé, tengo miedo que lo hagas - suspiré - Nos quedan días separados y cuando me recupere reanudaremos la gira de nuevo…
- No seas tonto - sonrió ella - Jamás olvidaría al hombre de mi vida
Sin importarme los cables me incorporé y la besé como si no existiese un mañana, como si nuestros cuerpos se consumiesen al día siguiente y este fuese el último momento que se me permitiese estar con ella
“A veces cuando quieres tanto a una persona tienes ese miedo al olvido, a que si os separais durante cierto tiempo ella o él se canse y os cambie por otra persona pero yo sé
que con ella no pasará, ella me prometió que no me olvidaría y no lo hará”
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Si los sueños se cumpliesen
أدب الهواةTantas veces hemos deseado poder ser protagonistas de una historia con nuestros cantantes favoritos que hemos leído miles de historias, imaginandonos cada momento de lo ocurrido en ellas, como si fuese real Pero ¿Quién ha dicho que los sueños no pue...