Con varita en mano.

417 36 2
                                    

Hola a todos, tened un buen fin de semana y por favor, quedaros en casa y protegeros contra el COVID-19.


Capítulo 32: Con varita en mano.

Ruby observó su rostro en el espejo y la verdad es que era hermoso. Tenía unos grandes y almendrados ojos oscuros que llamaban la atención por sí solos. Sus labios eran carnosos y su barbilla fina y estilizada.

Su cabello era sedoso y abundante y de un color castaño oscuro que amaba, de hecho jamás había contemplado la posibilidad de teñirlo. Era lacio pero aún así tenía un gran movimiento y un brillo natural que había heredado de su madre.

Ruby bajó la mirada un poco más para observar el reflejo de su cuerpo envuelto en una toalla, tenía una bonita figura, poca cadera para su gusto, pero a fin de cuentas su cuerpo era bonito. Era alta y tenía elegancia y buen porte. Pero a pesar de todo ello, ella no se sentía para nada bonita. Se sentía cobarde y despreciable y si que era cierto que había participado en más de diez misiones durante toda su vida y que en ellas había mostrado lo gran guerrera que era, salvando la vida de varias personas en más de una ocasión.

Pero a pesar de todo esto, se sentía horrible cuando el espejo le mostraba el rostro de una fracasada, el rostro de alguien que se sentía asustada ante aquel que un día fue parte de su vida, frente a aquel amigo que después de todo lo que habían vivido juntos la chantajeaba. Ella ya no era la misma chica que un día fue, ahora Ruby era todo lo que siempre había odiado. Las chicas debían ser fuertes y no dejarse chantajear de esa forma. 

Cepillo su cabello mientras las gotas de agua caían resbaladas por toda su espalda. Tomó entre sus manos un brillo de labios y comenzó a maquillarlos cuidadosamente para tener mejor aspecto. Peinó sus largas pestañas con el rímel y puso un poco de iluminador en sus pómulos.

Caminó sin prisas por su dormitorio mientras su compañera de habitación tomaba sus cosas para marcharse. Ruby hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo recibiendo una amplia sonrisa como respuesta. 

Nunca se había molestado en conocer a su compañera de cuarto, había observado que se trataba de una chica muy tímida y reservada que llegaba a las tantas de la madrugada y que por las mañanas se iba mucho más temprano que ella, casi nunca coincidían y cuando lo hacían simplemente se saludaban con cordialidad.

La slytherin abrió su baúl para seguidamente sacar su vestido negro. Era un vestido realmente bonito, se lo había regalado su madre el día que cumplió 15 años. Le tenía especial apego a esa prenda pues era el último recuerdo que tenía de la mujer que le había dado la vida. De aquella mujer que siempre sería la persona más importante de su vida y, aunque ya no pudieran estar juntas físicamente siempre lo estarían de una forma u otra. Sonrió tristemente mientras cerraba de nuevo el baúl recordando la cálida mirada de su madre cuando se probó el vestido por primera vez frente a ella. Su madre había sido una mujer realmente hermosa, pero sobre todo había sido la mujer más valiente que había tenido el privilegio de conocer.

Era un vestido de manga ceñido hasta las rodillas marcando su contorneada figura. Ese vestido exaltaba con elegancia la silueta femenina, era elegante y con clase. Con ese vestido Ruby se sentía segura ya que recordar el brillo de la mirada de su madre se sentía fuerte, imparable...

Ruby suspiró rendida colocándose el vestido. Se sentía realmente mal por lo que estaba a punto de hacer. Iba a asistir a su cita con Ignatius porque sentía la necesidad de proteger a sus amigos ya que no estaba dispuesta a que Ignatius arruinara sus vidas como lo estaba haciendo con la de ella. 

La slytherin contempló nuevamente su reflejo en el espejo. El vestido le iba perfecto como si estuviera hecho a medida, perfectamente amoldado a su cuerpo. Ruby pasó todo su cabello hacia el lado derecho de su rostro, era hermosa pero estaba rota.

Insurrección (James Sirius Potter Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora