Capítulo seis.

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Aquella tarde, Enid se sentía extraña, más extraña de lo normal. No podía dejar de pensar en aquel sueño, en aquella mujer… Dudaba en si seria culpa del libro que se encontraba leyendo.
       “Tanta ciencia ficción debe de estar afectando mi cabeza. Sí, será eso”; la mente puede jugarnos malas pasadas de vez en cuando. Pero, ¿sería solo su imaginación o aquello quería significar algo? No se podía parar a pensarlo, tenía muchas cosas que hacer.

Enid volvió a revisar su material, quería asegurarse de que lo tenía todo.
        —Veamos otra vez…— En su mano izquierda tenía un pequeño cuaderno con una lista, mientras que su mano dominante, se encontraba un pequeño boli negro que se compró hace unos días en una pequeña tienda que había abierto hace poco. Soltó el aire que tomó y empezó a enumerar nuevamente. — Libro por si me llego a aburrir. Listo; archivador organizado por orden de interés. Listo; estuche de tres partes color azul con un portaminas, un lápiz, una mini regla, colores, corrector y bolígrafos. Listo; caja de rotuladores. Listo; folios en blanco y cuaderno para notas. Lis… un momento, no está, mi cuaderno no está. ¿Dónde está? Si hace un momento estaba aquí. — La muchacha se estaba poniendo nerviosa. — Ah… aquí está. — Suspiró.
—¿Repasando nuevamente el material hermanita?— Ismael estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. Sonriendo.
 —Ya sabes que quiero que todo salga bien. Esto es lo que mejor tengo.— Ella dejó a un lado su cuaderno y se sentó en la cama. Se apoyó con los codos sobre sus rodillas y hundió su cabeza en sus manos.
—Eso no es cierto Nid. — Ismael se sentó junto a su hermana pequeña. — Me tienes a mi, a Roy… — Se quedó pensando un momento. — También está Sirion. — A Enid se le escapó una risa ahogada.
—Sí, claro.
—A él le caes bien. ¿Por qué no le das una oportunidad?
—No lo sé Ismael, no me da buena espina… ¿No viste sus ojos? Cuándo lo conocimos, eran blancos y, ahora, son de un marrón… —Se volvió quedar en silencio. Pensando.
Ismael esperó, pero Enid no volvió a hablar.
—Enid —La chica recapacitó. — Sirion siempre ha tenido los ojos de ese color…
Enid levantó la vista y miró sorprendida a su hermano. Ella solo rio, pero no de la misma forma de la que se ríe normalmente. Se río de si misma. “¿Me estaré volviendo loca?” pensó. “Yo juraría que sus ojos eran blancos en la noche”. Comenzó a reír más fuerte mientras lágrimas salían de sus ojos.
—Me estoy volviendo loca Ismael. — Volvió a cubrir su rostro con sus manos.
—No te estás volviendo loca, hermanita y si así fuera, yo me volvería loco contigo. — Ismael abrazó a su hermana y le dio un dulce beso en la frente y, por primera vez en mucho tiempo, ella no le rechazó y se sintió cómoda en los brazos de su hermano.

—Hola Enid.
—Buenos días Nid.
—Buenos días. — Enid apretó el archivador contra su pecho.
—Hey, Enid. ¿Qué tal tu verano?
—Bien gracias. — Trataba de llegar lo antes posible a clase y evitar todo lo que pudiese venir, pero había algo, o tal vez alguien que se lo impedía.
—Parece que eres muy popular chiqui. — Sirion caminaba despreocupado, con su típica sonrisa en el rostro y los brazos tras la cabeza.
Enid no contestó. Solo aceleró el paso hasta llegar por fin a su destino.
—Tú, —Señaló a su joven acompañante.— debes ir a hablar con los directores. Ya sabes donde está el despacho así que, aire.
—De acuerdo linda. Luego nos vemos.— Sirion le guiñó un ojo y se marchó, tranquilo, a paso lento. Un bufido de frustración se escapó por la boca de Enid.
No fue hasta poco después de empezar la primera clase cuando uno de los dos directores, el más joven de ellos, la llamó para acudir a dirección. Como era de esperar, los murmullos se hicieron notar en el aula mientras la muchacha salía de clase.
Lo que la esperó al entrar, tampoco mejoró la situación, puesto que había sido seleccionada para enseñarle a un joven el instituto. A un joven que esperaba no tener que ver en toda la mañana: Sirion.

Atmosphere [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora