fiesta sorpresa

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Despierto con un intenso dolor de cabeza. Me incorporo lentamente y miro a mi alrededor, no reconociendo el cuarto. Mis ojos se posan en Dylan, quien está acostado junto a mí, absorto en su celular.

—¿Ya despertaste, niña? —dice con una sonrisa amplia, como si nada hubiera pasado.

Siento un nudo en el estómago.

—¿Tuvimos algo ayer? —pregunto, la preocupación reflejada en mi rostro.

—Solo nos acostamos —dice, riendo, y el tono de su voz me inquieta aún más.

—¿Quéeee? —exclamo, asustada y sintiéndome expuesta.

—Es mentira. ¿No te acuerdas de lo que pasó ayer? —sus ojos brillan de picardía.

—No —respondo, sintiendo que me enrojecen las mejillas.

—Llegamos, seguías llorando, subimos, te di un short de Meg y una sudadera mía, y me preguntaste si podía dormir contigo. Te dejé dormir acá, pero no pasó nada —dice, intentando calmarme.

—Okey —digo, despreocupándome poco a poco.

—Meg llegó a las 5, pero ella sí fue al cole. Yo me quedé a cuidarte —me dice Dylan con seriedad, y no puedo evitar sonreír ante su ternura. Era lindo que se preocupara así por mí; era lo más dulce que alguien había hecho por mí en mucho tiempo.

—¿Quieres desayunar? —me pregunta, y asiento con un ligero sentimiento de gratitud.

Bajamos y encontramos lo que quedaba de un sushi y una hamburguesa en la nevera. Mientras comemos, miro el reloj y me doy cuenta de que son las 12:40. Entonces, tomo mi teléfono y veo que tengo un montón de llamadas y mensajes de Cami y Jhon.

—Mierda —digo, preocupada.

—¿Qué pasa? —pregunta Dylan, confundido.

—Se me olvidó que hoy es el cumpleaños de Kat. Les mentí a mis amigos para salir con Meg, y teníamos que hacerle una sorpresa en mi casa —mi corazón late acelerado al darme cuenta de mi descuido.

—Cámbiate y te llevo —dice Dylan, su voz firme y decidida.

Subo rápidamente al cuarto, el tiempo apremia. Me cambio lo más rápido posible, pero al verme en el espejo, noto que mi rímel está corrido. Me lavo la cara, me pongo la ropa que traía y bajo corriendo, nerviosa.

—¿Cómo entraron a tu casa? —pregunta Dylan mientras nos subimos al coche.

—Jhon tiene mi llave —respondo, sintiéndome un poco incómoda.

—¿Jhon, el que siempre está contigo? —dice, un tono de molestia asomándose en su voz.

—Sí —digo riendo, divertida por su reacción. Me pregunto si Dylan sabía de Jhon antes de hoy.

—¿Y para cuándo la mía? —pregunta, serio.

—Nunca —respondo, riendo de nuevo.

Llegamos a mi casa y me despido de Dylan, agradeciéndole por todo. Al bajar del coche, Cami aparece cargando algunas decoraciones.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué te dejó Dylan? —pregunta Cami, confundida.

—No digas nada. Después te cuento —digo, nerviosa.

—¡Hasta que llegas, perra! ¿Dónde estabas? —grita Jhon, claramente enojado.

—Perdón —digo, sintiéndome culpable. No quería que se enojaran conmigo.

—¿Dónde estabas? ¿Qué era más importante que tus amigos? Vine a ver cómo seguías y no estabas —dice Jhon, molesto.

—Perdón. Les mentí, estaba con Meg. Salí a una fiesta, me emborraché y un chico me besó a la fuerza —las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora