19. Segunda primera vez

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El aroma de Jungkook lo golpeó apenas las puertas del ascensor se detuvo en su piso tras el alegre sonido de la campanilla. Lo primero que vio fue el ventanal, una vista más cercana de las nubes blancas que cubrían por completo el cielo y aquellas grises que auguraban lluvia. Removiendo el agarre de la bolsa en su mano caminó hasta encontrar a Jungkook recostado en el sofá, observando la pantalla de su celular con demasiado esmero. El castaño se sobresaltó cuando Jimin depositó un beso sobre su frente, agregando un cariñoso "hola, tú", para posteriormente dejar sobre el vientre del menor la bolsa que cargaba hace un rato. Los ojos de Jungkook lo siguieron hasta la cocina.

— ¿Qué es? —preguntó dejando el obsequio sobre el desayunador y sentándose, sólo para tener una mejor vista de Jimin, quien rebuscaba dentro del refrigerador.

— ¿No quedan cervezas?

—Jimin... —El pelinegro volteó con una sonrisa plasmada en el rostro, observando como el ceño fruncido del menor desaparecía gradualmente.

—Solo ábrelo y dime si te gusta.

Jungkook le dedicó una evaluativa mirada al diseño de la bolsa, y se encontró agradablemente sorprendido descubriendo al Almendro en flor, de van Gogh. Rozó apenas los bordes del envoltorio antes de introducir la mano dentro, eran dos cajas, una que era pesada en su mano y otra que se movía delicadamente si la balanceaba de un lado a otro. Le dirigió una mirada molesta al mayor cuando por fin ambas cajas estuvieron fuera de la extravagante bolsa.

—Voy golpearte —Jimin, quien bebía con calma una soda, sonrió ampliamente.

— ¿Ahora qué hice? —preguntó sonando inocente.

— ¡Me compraste un ipad, Jimin! ¡Y chocolates italianos!

El pelinegro rio acercándose al Jungkook, viendo la frustración del menor simplemente se estiró hasta poder tomar su barbilla. Este se resistió sólo un poco hasta por fin elevar el mentón y conectar sus ojos con los contrarios.

— ¿Qué con eso?

— ¿Cómo que qué con eso? —cuestionó un poco desconcertado—. La semana pasada me regalaste un nuevo teléfono, y la semana anterior a esa me llevaste a comprar ropa. Ahora me...

Jimin se acercó lo suficiente para que sus labios se unieran en un suave beso que calló al menor. Un beso que sabía a casa, a calidez, a verano y a calma. La clase de beso que Jungkook anhelaba desde que el mayor salía de la cama por las mañanas hasta que llegaba finalmente luego del almuerzo, la clase de beso que el menor no había conocido sino hasta que había conocido a Jimin.

—Me gusta regalarte cosas —dijo una vez que se apartó de los labios de Jungkook, quedando a unos centímetros de su rostro.

—Pero...

—Nada de peros. Piénsalo de esta forma, en dos semanas empiezas las clases otra vez, y ahora que decidiste cambiar a filosofía, aún me siento traicionado por cierto, será más cómodo esto —continuó tocando la caja del aparto— que ir por ahí con un montón de libros.

—Dices andar por ahí como si yo fuera a tomar el transporte público —agregó el castaño con una sonrisa burlona. Jimin depositó un corto beso sobre los labios que se curavaban divertidos.

— ¿Te convencí de aceptar mi regalo?

—Quizá.

Jimin sonrió dirigiéndose una vez más hacia el refrigerador. Sacando de a poco algunas cosas y dejándolas a un lado. Jungkook miró una vez ambas cajas sobre el desayunador, dejando la más ostentosa de lado con recelo, abrió la caja de chocolates y se llevó uno tentativamente a la boca, dando una exclamación sorprendida cuando este se derritió sobre su lengua. El mayor rio por lo bajo.

—Sí, yo definitivamente lo sabía —comentó agarrando los materiales y dejándolos sobre la mesa que se encontraba en el medio de la cocina.

—Solo cállate. —Jungkook saboreó un poco más el dulce sabor en su boca antes de hablar nuevamente. — ¿Ya vas a preparar la cena?

Jimin asintió a la vez que emitía un sonido afirmativo.

— ¿Qué leías hace un rato en el sofá? —Jimin no pudo ver cómo el semblante de Jungkook caía, pero tras algunos largos segundos de silencio levantó la vista, para encontrarse con un castaño que lo miraba fijamente—. ¿Jungkook?

Negando con la cabeza y tapando los chocolates el menor boqueó intentando decir algo inútilmente.

—Está bien si no me quieres decir —dijo Jimin con una sonrisa divertida, casi burlándose—. Solo preguntaba, no pasa nada.

—No, es que... Estaba... Era un artículo sobre primeras veces que son horribles. Eso es todo.

El catedrático lo miró aún con el cuchillo en la mano apoyado sobre una de las zanahorias que estaban sobre la tabla de picar. Jungkook bajó la vista y Jimin apartó los utensilios para poder ir a sentarse a su lado.

— ¿Y entonces?

Jungkook respiró profundamente antes de responder, aún sin mirarlo.

—Y supongo no soy el único chico tonto que hizo todo mal.

—No creo que tú hayas hecho algo mal, cariño —rebatió acercando su mano a la mejilla del menor, limpiando una lagrima que corría sutilmente por esta— ¿Quieres contarme?

—Sí —respondió cuando las lágrimas dejaron de caer, una vez que Jimin había dejado de limpiarlas sólo para acariciar su mejilla—. Es un poco tonto. Yo no era realmente popular en la escuela, a decir verdad sólo Hoseok hablaba conmigo, a pesar de que él siempre ha sido muy sociable. Pero estaba este chico al que le hacía clases de reforzamiento de física, él jugaba fútbol, y él en realidad era un idiota, pero cuando yo estaba en su casa enseñándole mierda él siempre era muy amable, así que comencé a pensar que quizá sólo, como que él solo fingía ser un imbecil, ¿entiendes?

» Entonces —prosiguió haciendo un ademán con las manos, con una tranquilidad que contrastaba con su voz temblorosa—, un día, estábamos solos en su casa porque sus padres estaban en un viaje de no sé qué cosa, y él comenzó a, ya sabes, insinuarse, él como que ya había estado coqueteando conmigo y yo estaba así de alto —dijo levantando una de sus manos. Jimin asintió con una sonrisa  comprensiva—. Pasó lo que tenía que pasar incluso cuando yo me di cuenta que realmente no quería hacerlo, pero ya no sabía cómo decirle que se detuviera. En ningún momento pude relajarme y me sentía incómodo como el infierno.

» Al día siguiente se hizo viral un vídeo —el pelinegro cerró fuertemente los ojos sin dejar de acariciar la suave piel del menor—, y nadie sabía que era yo porque mi rostro no se veía, pero yo lo sabía y ellos sabían que era alguien de la escuela. Fue horrible, cuando le pregunté qué demonios había hecho él solo se rio en mi cara, y me dijo que agradeciera que le había dado vergüenza mostrar quien era en realidad. Supongo que las veces después de esa se volvieron mejor con el tiempo. Al menos lo disfrutaba un poco y ya no me grababan sin mi consentimiento, o eso creo.

—Jungkook...

—No pasa nada, no tienes que decir nada solo... Ya salió, está mejor ahora. Solo lo sabía Hoseok, así que está mejor ahora que lo sabes tú.

Jimin lo hizo levantar la vista con un débil movimiento, vio dentro de aquellos brillantes ojos marrón, sientiéndose pequeño. Cuando había visto al chico por primera vez parecía alguien callado, demasiado sin gracia para ser tan bonito, y se sorprendió al sentirse atraído tan rápido por alguien que no parecía tener nada demasiado llamativo. Incluso después de aquella vez en la cafetería seguía pareciendo un chico normal, aun luego de la historia de su madre, pero esos ojos siempre lo habían hecho dudar, los ojos más brillantes y adorables que jamás había visto, nunca se había encontrado con unos ojos que dijeran tanto. Solo había tenido que permitirse conocer al castaño para darse cuenta de que, en realidad, esa era la única corazonada correcta que había tenido. Esa y haber pensando desde el primer momento que sacarse a Jungkook de la cabeza –ahora del corazón– no sería jamás una tarea fácil.

—Jungkookie, déjame ser tu segunda primera vez.

DADDY | Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora