21. Suplicio

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Jimin entró algunos minutos después, cuando Jungkook seguía en la cama mirando la pantalla del teléfono. Llevaba solo la ropa interior e intentaba recoger rápidamente las prendas tiradas por el piso, arrojando las del castaño a la cama y quedándose con las propias para luego comenzar a vestirse.

—Puedo explicarlo —dijo el mejor mordiéndose el labio, gateando hasta quedar detrás del mayor.

—Oh, ¿en serio? —cuestionó Jimin con sarcasmo, mirando sobre por sobre su hombre — ¿Puedes explicarlo?

Preguntó una vez más, volteándose por completo hacia el muchacho, dedicándole una mirada cargada de ira. Jungkook pasó saliva, sin poder desenganchar sus ojos de los de Jimin, aquellos indulgentes y abnegados ya no lo eran más. Abrió la boca sin lograr decir nada, reviviendo como respuesta una risa áspera y sin gracia. Jimin continuó vistiéndose, expeliendo esa vibra de vete a la mierda, sin volver a dirigirle la mierda al menor, actuando como si no estuviera a solo un par de centímetros a sus espaldas.

—Yo tan idiota, era tan conveniente para ti hacerme creer que esto era importante para ti. Tan idiota —sentenció poniéndose de pie.

Se quedó estático observando el espacio vacío que dejó Jimin, intentando recordar cómo respirar, hasta que el tintineo de las llaves del pelinegro y el campanilla del ascensor lo sacaron de su ensoñación. Apenas recordando tomar un par de boxers salió a toda prisa, llegando a las puertas del ascensor justo cuanto estas comenzaban a cerrarse. Jimin lo miró enfurecido cuando las puertas se cerrando, dejando aún semidesnudo Jungkook que lo miraba con ojos aterrados.

—No es así. Puedo explicarlo.

—Estás en ropa interior.

—Puedo explicarlo.

—Vas a enfermarte.

—¡Puedo explicarlo! —chilló sintiendo que se le cerraba la garganta y que los ojos le ardían— Puedo explicarlo, por favor, déjame explicarlo.

Jimin lo miró duramente antes de bufar y moverse a presionar el botón que detendría el ascensor. Luego, con un moviento de cabeza que no dejaba de ser castigador, le indicó al menor que hablara.

—Yo... Te conté que mamá se fue, aquella vez en la cafetería...

— ¿Y esto qué tiene que ver con...?

— ¡Si me dejas hablar puedo... ¡ —gritó con la voz entrecortada, luego inhaló profundamente para después dejar salir un suspiró tembloroso. Jimin apretó la mandíbula, él podía estar molesto, pero ver a Jungkook llorar siempre sacaba la parte más débil de sí mismo— Si me dejas hablar puedo decirte qué tiene qué ver.

Jimin asintió aún con el ceño fruncido.

—Se fue y pedí ese préstamo para pagar el feo departamento. Y acomulé intereses porque, porque servía puto café, y aún así pensé que podía pagarlo, pero no. Sabes que no es por gusto, sabes que a duras penas me agrada conocer gente, no voy ahí luciendo como un dulce porque quiero que esos tipos me miren de más, es trabajo.

Jimin entonces se echó a reír, como si la explicación del menor fuera lo más hilarante que hubiera podido escuchar. Finalmente se recargó sobre una de las paredes de métal, regando con aquella sonrisa cínica tirando de sus labios.

— ¿Te estás oyendo? ¿Tú te estás oyendo?

— ¿Disculpa?

— ¿Al menos te has dado cuenta donde has vivido los últimos meses? ¿La comida que comes? ¿La ropa que vistes?

— ¿Estás reclamándome algo?

—No —dijo sonriendo y volviendo a poner el ascensor en marcha—, solo digo que tu excusa es ridícula. Como si el abrigo más barato que tienes no costara tres mil dólares. Hazme el favor de no querer verme la cara de estúpido diciendo que toda esta cosa de tus citas es por necesidad, por un ridículo préstamo, como si hubiera sido un gran problema para mí pagarlo.

—Eso es precisamente lo que digo. ¿No te parece suficiente con todo lo demás?

La sonrisa de Jimin se amplió más de ser posible, disminuyendo un poco una vez que las puertas se abrieron en la planta principal.

—Sí, pobre. Qué suplicio debe haber sido para ti vivir tan bien —dijo saliendo del ascensor, los pies de Jungkook siguiéndolo por inercia, sin siquiera darse cuanta. Jimin, dándole la espalda, agregó—. Saca tus cosas de mi departamento, no te quiero ahí cuando vuelva.

Pero el cuerpo de Jungkook siguió la estela dejada por el de Jimin, moviéndose por sí solo bajo la mirada curiosa del resto de personas que a esa hora estaban en la recepción y que comenzaban a murmurar al ver la escena.

—Estás jodiéndome —murmuró el menor una vez que estuvieron fuera del edificio, lo suficientemente alto para que Jimin, sobresaltado, lo escuchara.

— ¿Qué mierda? —preguntó el pelinegro, aún sorprendido, dándose la vuelta y quitándose el abrigo para ponerlo sobre la desnuda piel del castaño. — ¿Qué no te das cuenta del frío de mierda que hace, Jungkook?

—Me estás jodiendo, tú realmente no estás terminando conmigo. No estás dejándome.

Los ojos de Jimin se pacearon por las facciones rotas de Jungkook, por las lágrimas que ni siquiera el menor había notado que comenzaban a correr por sus mejillas, en su labio tembloroso, y no pudo evitar que una vez más su pecho se comprimiera en culpa.

—No estás dejándome.

—Jungkook, vuelve dentro y ve a vestirte.

—No estás dejándome.

—Jungkook...

—Por favor.

Y entonces soltó en llanto, derrumbándose contra Jimin y buscando desesperadamente su aroma, el cual encontró en su cuello, por lo que se escondió ahí mientras su cuerpo se estremecía en sollozos. El mayor, inseguro, lo sostuvo, provocando que los sollozos se volvieran más fuertes. Pronto, las rodillas de Jungkook cedieron, sin darle tiempo al mayor para reaccionar, llevándolos a ambos al suelo.


DADDY | Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora