20. Cuidarlo

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La luz que se filtraba por el amplio ventanal iluminaba al castaño por la espalda, generando que una leve aureola de luz se formara al rededor de su silueta. Jimin lo miró unos segundos y tragó antes de meter suavemente las manos debajo de la camiseta agena, acarició una vez que pudo calmar el temblor de sus manos, sintiendo como la respiración del menor se volvía inestable.

Sus ojos se conectaron, provocando que el corazón se Jimin se agitara en su pecho. En los orbes del castaño Jimin podía ver al niño inocente, el que había sido demasiado iluso, el que quería crecer rápido y el que obviamente se arrepentía. Una de las manos del mayor se dirigió a la mejilla de Jungkook y este se apoyó en el toque cerrando los ojos, dejando que Jimin acunara su rostro. Y entonces el pelinegro se preguntó si era normal la forma en que el mundo parecía ir más lento, la forma en que el olor de Jungkook parecía de pronto inundarlo todo, como si estuviera en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.

Los ojos del menor se abrieron luego de un rato, en ellos aquel brillo particular que Jimin deseaba resguardar, el mismo brillo que todas las mañanas lo hacía desear ser mejor, el que lo hacía querer cuidarlo.

Jungkook se apartó vagamente del toque, tomando algo de espacio y una profunda respiración antes de quitarse la prenda que le cubría el torso. Jimin, volviendo a llevar sus manos al cuerpo del menor, acarició sus costados antes de dedicarle una diminuta sonrisa que intentaba decir todo lo que en ese momento era incapaz de hacer salir por su boca, y Jungkook lo miró por debajo de las pestañas con los últimos rastro de sol dándole en la mejilla. Jimin se deshizo de su propia playera tan pronto como en los ojos del menor dejó de reflejarse la incertidumbre, tan pronto como el chico ya no se veía diminuto hincado delante de él.

Se sentía distinto, la habitación era más cálida, más pequeña y más acogedora que las tantas otras veces, quizá porque en se momento lo único que quería era hacerse minúsculo y meterse en la cabeza del menor, y así poder robarse todos los malos recuerdos, todos los que lo hacían encontrarlo, de vez en cuando, perdido observando a través de la ventana, recostado en el piso observando la pulcredad del techo o acurrucado en la tina luego de que el agua ya se había enfriado.

Besó los labios agenos como le hubiera gustado hacerlo la primera vez, si él no hubiera sido un idiota desesperado, y sonrió cuando, al besar el lechoso cuello del menor, este soltó un suspiro satisfecho. Descendió por sus pecho dejando húmedos besos que de vez en cuando se convertían en lamidad hasta llegar al borde de sus pantalones, entonces elevó la vista, encontrándose con los ojos del menor que ya lo observaban desde antes, mejillas sonrojadas y su pecho subiendo y bajando irregularmente. Era todo lo que necesitaba para deshacerse lentamente del resto de las prendas el castaño.

Una vez que estuvo completamente desnudo, el menor cerró los ojos y arqueó sobre la cama al sentir los labios de Jimin en la cara interna de su muslo. Gimió cuando el mayor comenzó a succionar, dejando un chupón, ahí donde su muslo no dejaba de temblar.

Jimin volvió a subir por su torso, besando en los lugares correctos y presionando más en aquellos en los que sabía debía presionar, mordiendo su clavícula y chupando la línea de su mandíbula. Jungkook se removió necestado cuando el mayor comenzó a besarlo y, al mismo tiempo, a acariciar su miembro. Jimin se apartó sólo unos centímetros para apreciar a Jungkook en toda su esencia, la mirada perdida, los labios entreabiertos y jadeantes, las mejillas de aquel carmesí tan bonito.

Se movió apenas para alcanzar el lubricante y luego posicionarse entre las piernas del castaño, acariciándolas en un vago intento de capturar la atención del menor. Solo cuando este lo miró se dispuso a prepararlo, sacando de sus labios uno que otro gemido y gimoteo ahogado. Jungkook no estaba seguro de en qué momento el mayor se había quitado el resto de la ropa, pero tenerlo enfrente, iluminado por la teneu luz de las farolas que comenzaban a encenderse en la calles, probablemente era suficiente para hacerlo perderse a sí mismo.

Se deslizó dentro de Jungkook lentamente, como si temiera lastimarlo, y el menor gimió cuando por fin se sintió lleno.

—Dime si quieres que me detenga.

Apoyó una de sus manos junto a la cabeza del castaño y se inclinó sobre su cuerpo para luego comenzar un vaivén que convirtió al castaño en un desastre debajo de él, un mar de cadeos y lloriqueo, una imparable súplica, un montón de "por favor" que secaban la garganta de Jimin, que le impedían ser tan amable como le hubiera gustado.

Jungkook acabó aferrándose a la espalda del mayor y mordiendo su hombro, provocando que el mismo pelinegro terminara tan solo un par de estocadas después, juntando sus frentes y jadeando por algo de aire.

—Te amo —susurró con los ojos cerrados, aún recargando su frente contra la agena, cuando por fin su respiración se reguló.

Abrió los ojos cuando el silencio se extendió, encontrándose con Jungkook mirándolo y sonriendo ampliamente. El chico, jalandolo del cuello, comenzó a besarlo suavemente, un beso que parecía no terminar, hasta que lo hizo, y de los labios del menor solo salió un delicado y sincero "También te amo".

Se quedó tendido en la cama con Jungkook roncando bajito sobre pecho, le hubiera gustado dormirse también, pero no podía dejar de mirar al castaño, de acariciar su cabello, de ver su espalda desnuda subir y bajar en respiraciones rítmicas. A veces sentía que despertaría y el muchacho ya no estaría ahí, que todo habría sido solo un sueño.

Un teléfono vibró sobre la mesita de noche y el menor se removió incómodo, intentando hundirse más en el pecho de Jimin. Este simplemente sonrió, riendo bajito cuando el teléfono volvió a vibrar y Jungkook soltó un quejido, apartándose de su pecho para resguardarse del ruido debajo de las almohadas.

—Si es Hoseok, dile que sí iré a desayunar mañana —pidió aún a modo de queja.

Jimin sonrió eternecido y se deslizó hasta la orilla de la cama, estirándose antes de tomar el aparato y mirar la pantalla. Quizá no debería haberlo hecho. Se puso de pie, lanzando el celular junto al cuerpo de Jungkook.

—Dícelo tú —agregó escuetamente antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con un estruendo.

Confundido, Jungkook se incorporó, y tomando tentativamente el teléfono entre sus manos observó la pantalla, cerrando fuertemente los ojos cuando las notificaciones de la dichosa aplicación aparecieron frente a sus ojos.

KimSD
Entonces...
¿A qué hora paso por ti mañana?

KimSD
¿Ya te dormiste?

KimSD
Mmm, supongo que los
niños bonitos se van a la
cama temprano. Ten linda
noche.

DADDY | Jikook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora