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--- señor, las cajas ya están en su departamento, con esto terminamos. --- le hizo saber el jefe del equipo de mudanza que ayudaba a Hoseok a cambiarse de edificio, ya que ahora con el sueldo de un productor musical podía darse ciertos lujos. --- con su permiso.

Hoseok se apartó del paso, remangó su camisa por la calor del día y se abaniqueó con unas hojas que le entregó su jefa, las que se suponía debía revisar con urgencia en vez de destruirlas como lo hacía ahora al arrugarlas. Pertenecían al nuevo concepto en el que estaría trabajando los próximos dos meses, pronto un nuevo grupo de chicos sería la mercancía más caliente de la empresa en la que trabajaba, y vaya que quería ser parte de ese proyecto. Esos niños exudaban talento!

Una vez que todos los del equipo de mudanza bajaron, los despidió con su paga y revisó la hora para verificar que esto no le halla tomado mucho tiempo, tenía una reunión a las ocho y no podía retrasarse. Bien, le quedaba media hora. Entonces subiría a ducharse rápidamente y saldría a buscar algo que comer en el camino, un hot dog no parecía una mala idea con su estómago gruñendo. Aunque esos pequeños caprichos le estaba costando unos cuantos kilos demás. Subió al ascensor y marcó el séptimo piso, esperó pacientemente sosteniendo su bolso negro y su teléfono en lo que tardaba.

Salió y dobló a la derecha, por el pasillo que le correspondía, pasando por el lobby vacío al que algún rato libre acudiría a pasar el rato, desde unos cuantos metros de distancia ya podía observar su puerta y sentir esa emoción en su pecho, era después de todo su primera compra como un hombre independiente y nada le hacía más feliz.

Ya saboreaba el gusto de pasar su tarjeta por la rejilla de identificación de la puerta o bien marcar el código, sonriendo avanzaba más rápido a su destino cuando en eso, un torbellino embistió su brazo derecho haciéndole caer y girar de forma brusca. Aturdido sacudió la cabeza, sus cabellos negros se acomodaron nuevamente en su frente y parpadeó seguido, aclarando sus ojos mieles. Hey, ese era su vecino.

Un chico de aproximadamente unos veinte, de 1,70 de altura, cabello negro con reflejos azules largo que me cubrían los ojos, usaba cubrebocas por lo que no logró ver perfectamente su rostro, aunque si logró notar que en su mejilla había rasguños, la piel estaba irritada e hinchada en líneas rojizas con apenas rastros de sangre. Usaba una boina negra, vestía pantalones de tela marrones y un suéter beige, con una gabardina en el mismo tono de su pantalón y unos mocasines negros. Admitía que tenía buen gusto. Todo lo contrario a sus modales, recordando aquello Hoseok avanzó hasta estar a unos pasos de él con el ceño fruncido.

Su vecino temblaba.

Parecía apurado por abrir la puerta y la tarjeta no pasaba lo cual le desesperaba al punto de verse en una crisis nerviosa, alterado, sudando, con su cuerpo retorciéndose pero en total silencio. Hoseok pasó de estar molesto a desconcertado y de cierto modo algo preocupado por su terrible aspecto, por lo cual optó en dejar de lado las palabras groseras que hasta hace poco estaba dispuesto a utilizar por unas diferentes y más amables.

Arrimando su cabeza a la pared, cerca de la puerta que no quería abrirse para su dueño, sonrió amistoso.

--- ¿Necesitas ayuda? --- le preguntó amistosamente.

El chico siguió insistiendo en la puerta con más violencia, Hoseok pensó que estaría a punto de romper la cerradura digital. Intentó detenerlo tocando su mano para apartarla recibiendo un manotazo abrupto y fuerte sobre ella. Su vecino empujó su mano con tanta fuerza que le hizo estrellar sus nudillos contra la misma puerta. Se enrojecieron al instante en que el dolor avanzó por sus dedos hasta envolver su mano por completo.

✅ ❝FRÁGIL❞ |⇢ hopev ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora