( ✓ ) ⿻ después de él, josh richards.

𝟭𝟭. ━━ 𝖺𝖿𝗍𝖾𝗋 𝗁𝗂𝗆.

—¿Estas bien? —pregunto.

Nerviosa.

Asiente mirando al frente.

—¿Y por que no me hablas? —quiero y tengo que saberlo. Nadie nunca me había visto sin playera, blusa o camiseta. Espero poder confiar en él y que no se lo cuente a todos.
Evita mi pregunta y por fin, me quedo callada.

—Sólo que no quería irme de ahí. —rompe el silencio. No tengo ni idea de que quería hacerme, sea lo que sea, sé que no estaba bien. Al menos no hoy.

—¿Y... y por qué? —pregunto tímida.

—No importa, ya nos venimos. —dice.

Mi curiosidad es muy enormemente grande. Y quiero saberlo. Tal vez ese lugar es especial para él, supongo.

—Hum... —es todo lo que digo.
Y, otra vez, hay un silencio insoportable. Ó mas bien, él es que está insoportable.

[*******]

Los veinte minutos pasados, nos la hemos pasado en completo silencio, sólo se escuchan nuestras respiraciones.

—¿Puedes irme a dejar a mi casa? —pregunto. No quiero correr el riesgo de irme sola de donde quiera que me iba a dejar. Esta completamente oscuro y no quiero enfadar o darle otra preocupación a mi mamá.

Asiente. Le doy mi dirección y me va a dejar en silencio.

Llegamos, pero cuando me voy a bajar de su coche, me agarra de un brazo y dice:

—Perdón.

—¿Por qué? —pregunto, de verdad que no sé a que se refiere.

—Bueno, por que no te he hablado en la ultima hora ó hasta mas.

—Sí, no pasa nada. —digo. Me jala un poco mas y me manipula para que quede arriba de él. Se acerca a mis labios y los besa tan delicadamente que no quiero parar.

Estoy completamente consiente de que mi madre está a, probablemente, quince metros de mí y me estoy besando con un maleducado.

«Pero ¿qué me pasa? Esta no soy yo».

Me aprieta mas las caderas y gimo.

—Josh... para, para, no quiero mas regaños de los que, seguramente, recibiré al entrar por esa puerta. —digo, aún rozando sus labios.

—Esta bien, esta bien. —gruñe—. Mañana te veo, bonita. Y... otra vez me pagaste la apuesta. —sonríe con superioridad.

«La apuesta; los besos. La apuesta; los besos. Mierda...»

—¿La... la apuesta? ¿Me has besado por eso? ¿Por una apuesta? –pregunto bajándome de él.

—Si y no.

—Pensé que... que me habías besado porque habías querido. —balbuceo.

Empiezo a agobiarme.

—Pues si y no. No sé que fueron

—¿Y qué ganaste?

—Tus besos. —sonríe.

—Eres una mierda, Josh —escupo y casi grito, cierra los ojos y yo salgo azotando la puerta de su coche.Y me adentro en mi casa con algunas lágrimas necias.