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Aclaraciones: La historia me pertenece, los personajes no, sino que son propiedad de Kafka Asagiri y Sango Harukawa, solo los uso para goce y disfrute de los fans. En algún punto habrá ligero oc, es necesario para adaptar la historia, tratare de que los personajes sean lo más fiel posible a sus personalidades y actitudes; en esta historia tienen poderes, gran parte de los detalles seguirán igual a la trama original pero obviamente haré ciertos cambios, gracias.

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Un día cualquiera, como muchos; quizás un poco más aburrido de lo normal.

Pero ahí estaba ella, o eso creía; de lo que sí estaba y aún estoy seguro es de que posee una belleza imposible de ignorar, atrayente y a la vez etérea.

-¿Quién es ella? – le pregunte de inmediato a la camarera que siempre nos atendía a Kunikida y a mí.

-¿La pelirroja? – asentí, con cierta rapidez y emoción.

Solo entonces Kunikida aparto la vista de su cuaderno, de inmediato frunció el ceño al verle, mientras que yo permanecí sonriente.

-Ni idea – me niega con una bonita sonrisa – pero ha venido aquí por tres días seguidos – sirve el café de mi compañero – y al parecer no quita la vista de ti

-Oh escuchaste Kunikida-kun tengo una admiradora – exclame con emoción.

Pero ¿Quién era ella en realidad?

Le observe un momento más, su cabello más que rojizo es de un tono anaranjado muy particular, unos ojos azules preciosos, su boca perfectamente proporcional labios ni muy carnosos ni muy delgados.

Ella me noto, me di cuenta en cuanto me miro, que, a pesar de lucir joven e inocente, su sonrisa incitante y llena de experiencia, fue como si por un momento en lugar de una jovencita, fuese una mujer experimentada.

-Ni se te ocurra acercarte idiota – de inmediato fui reprendido.

-¿Eh? Pero, ¿Por qué no?

-Simple – mi compañero le observo tan solo un momento – por muy bonita que sea, se nota que es menor

-Ah me recuesto en la mesa – pero que aburrido eres

Y entonces se levantó, fingí no verle, pero mis ojos simplemente no podían apartarse de contemplarle, vestía un suéter rosa bastante amplio, un pantalón entallado en color negro, unos botines con un ligero tacón, y porque no decirlo, en su estilizado cuello resalta una gargantilla negra estilo choker; su cabello asimétrico con varios mechones ligeramente rizados enmarcando su rostro. Sin embargo, a pesar de no ser un atuendo precisamente revelador o fuera de lo común, parecía haber algo inmaterial en ella, pero era real, muy real.

Me obligo a apartar la mirada o Kunikida acabara golpeándome y no me gusta el dolor.

Contrario a lo que me imaginaba que haría, se acercó, su andar suave y ligero, como si apenas y tocase el suelo.

Se detuvo justo al lado de la mesa en donde sigo fingiendo estar aburrido.

-¿Osamu Dazai? – me reacomode con sorpresa, de inmediato le observe; ahí estaba sonriéndome.

Una sonrisa preciosa, dientes blancos y rectos, además con hoyuelos en las mejillas. Su voz había algo particular en su voz, ya mas de cerca aprecie perfectamente esos profundos ojos azules, tan brillantes; que me resultaron extrañamente familiar.

-Sí, soy yo – respondí, ocultando mi emoción – pero dime, ¿en que puedo ayudar a una señorita tan linda como tú? – le tomé la mano, tal como lo pensé sus manos son suaves.

-Oye Dazai – Kunikida me hablo, pero decido ignorarlo y seguir acariciando estas suaves manos, oh grave error - ¡estúpido, desecho de vendas!

Y me golpeo, obligándome a soltarle.

-No pierdas el tiempo y vámonos – se ajusta los lentes.

-Lamento interrumpirlos, pero, podrían escucharme un par de minutos - su mirada esta clavada en mí.

-No.

-Claro que sí, Kunikida-kun no podemos ser descorteces con la señorita – le sonrió – además, me gustaría saber; ¿como sabe mi nombre? – volví a tomarle las manos y acariciárselas – ahh son tan lindas y suaves, perfectas para que me estrangulen.

-Te dije que no, imbécil – y me volvió a golpear.

La presente se aclaró la garganta.

-Por favor – capto nuestra atención – he venido aquí tres días seguidos en busca de Osamu Dazai – su voz sonó casi como una caricia, provocándome un estremecimiento – requiero de sus servicios

De nuevo la brillante mirada de color azul se fijó en mí, pero esta vez percibí cierto brillo cargado de malicia.

-Debes de ir a la agencia para eso - le aclaro de inmediato mi compañero.

-De acuerdo – cedió – pero espero que puedan acompañarme, ya que quiero que Dazai-san esté presente.

-Por supuesto – cedí sin pensar.

Después de todo estábamos en la cafetería debajo de la agencia, así que solo teníamos que subir al cuarto piso, y así lo hicimos.

Una vez dentro, le ofrecí un asiento.

-Bueno, no perdamos más tiempo, que eso es lo que busca precisamente este vago.

-Primero, ¿Cuál es tu nombre? – ignore de nuevo a mi compañero.

-Chuuya – respondiste con calma – solo Chuuya

No dio su apellido, lo cual me desconcertaba en cierta medida, causándome aún más intriga.

-¿Y por qué estás aquí Chuuya? – ni por un momento mi compañero dejo de ser cortante - ¿Cómo sabes el nombre de Dazai?

-Kunikida tranquilo, esto ya parece un interrogatorio como siempre haces

-Descuida Dazai-san, responderé a sus preguntas – baja la mirada un momento, un gesto simple pero que se vio delicado – quiero contratar los servicios de Dazai-san como guardaespaldas personal

-Esto no es la Agencia Armada de Detectives no la Agencia de niñeras – se molestó.

-Lo sé, Kunikida-kun – por un momento vi frialdad en sus ojos – si vengo a solicitar los servicios de Osamu Dazai es porque es él único que puede ayudarme – saca un cigarrillo de su bolsillo – espero no les incomode, pero cuando estoy estresado suelo fumar – dijo, dejando que el cigarrillo colgara de su labio y cogiendo una caja de cerillas de su bolsillo. Con una mano abrió la caja de cerillas, cogió una, la doblo, cerro la caja y froto la cerilla con el pulgar. Yo conocía el truco, lo había visto antes. – me persigue la Port Mafia, Osamu Dazai es el único que puede hacerles frente – sonríe con malicia – y por cierto soy varón

NínfulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora