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Sus rostros cuando les dije sobre la verdadera identidad de mi genero fue todo un poema lleno de asombro.

-¡¿Qué?! – grito el rubio, yo solo me limito a asentir.

Fruncí el ceño y me fue inevitable hacer una especie de puchero con mis labios al notar el cambio de actitud con algo de distanciamiento de parte de Dazai.

-No es una bella señorita – comenzó a lamentarse – estoy tan decepcionado Kunikida-kun

-Déjate de estupideces Dazai – se vuelve a ajustar sus lentes, revisa su libreta – mi itinerario ya esta arruinado así que podemos terminar de escuchar al mocoso – poso su vista en mí, ya casi estoy por terminar mi cigarrillo.

-De acuerdo – accede Dazai, reacomodándose en su lugar, pero observándome.

Lo sé

Lo veo

Lo notó

El deseo en su mirada.

Sonrió, le doy la última calada al cigarrillo.

-¿Por qué te persigue la Port Mafia?

-Porque soy especial – uso un tono un tanto juguetón, mi vista fija en el castaño.

-Sé más claro, que no tenemos todo tu tiempo – me apura el rubio, cierro un momento los ojos, para evitar que mi molestia salga a flote.

-Es por mi habilidad – les digo lo más calmo que puedo – y al parecer algo sobre una leyenda del dios Arahabaki – al decir esto Dazai me observa atento, todo va tal cual lo planeado.

-¿Tu habilidad? – murmura Dazai, algo escéptico supongo debido a mi apariencia.

A veces los corderos son más peligrosos que los lobos

-Sí, mi habilidad – hago una pausa para humedecer mis labios con mi lengua – gira entorno a la manipulación de la gravedad, me permite manipular y hacer gravitones, además de alterar la gravedad de lo que toque.

Sus rostros muestran sorpresa, se bien que mi habilidad es muy poderosa, de las más poderosas.

-Esto es grave – Kunikida se levanta y toma su libreta – Dazai vigílalo, iré a hablar con el presidente.

Y así nos dejo solos, lo cual es perfecto para mí, permanecemos en silencio.

Mi vista viajo por el lugar, hasta posarse nuevamente en Dazai, por un instante me lanza una corta mirada sorprendido.

-No dijiste como es que sabes mi nombre – su tono es serio.

-Pero que perspicaz Dazai-san

Su reacción al escuchar el tono con que pronuncie su nombre; casi como un suspiro en medio de un gemido, fue sorprendente y no me dejo duda alguna.

Antes de poder seguir con nuestra charla nos vemos interrumpidos por Kunikida y otro hombre, es alto de expresión severa, su cabello largo de color plateado, unos ojos azules metálicos, sin duda una tonalidad muy distinta a la mía.

-Mucho gusto, soy Fukuzawa Yukichi, el presidente de la Agencia Armada de Detectives.

-Chuuya – respondo – y quiero contratar los servicios de Osamu Dazai – me levanto – el pago no será problema.

El presidente con su rostro imperturbable me observo serio, yo le sostengo la mirada sin temor.

-Kunikida, el poder de Chuuya es demasiado peligroso si cae en manos de la Port mafia – la fría mirada azulada se posó en el castaño – Osamu Dazai a partir de este momento tu trabajo será cuidar de Chuuya en todo momento.

Sonrió, no puedo evitarlo.

Pero aun falta algo, la cereza del pastel, para que todo fuese aun mas real. Saco mi celular, tecleo con rapidez un mensaje, simple y conciso.

El momento llego

En cuanto se envía lo elimino.

-¿Qué? – replica – ah todo seria mejor si fuese una linda chica, no un tipo raro – su mirada se entorna, frunzo el ceño, pero hago un gran esfuerzo para ignorarlo.

Antes de que alguien mas pueda comentar algo un estruendo nos interrumpe, cuchillas negras parten por mitad varios objetos, nos movemos con rapidez.

Dazai cumpliendo con las ordenes me jala para protegerme y dejarme fuera del alcance del enemigo.

Aunque tampoco es como que pretenda ser una carga, el combate se desata, balas por doquier; la bestia negra todo lo devora, la mafia libero a su perro.

Activo mi poder, lo cual nos ayuda a escapar, eso es lo que quería Dazai, o al menos eso me dijo.

Una vez que estamos lo suficientemente lejos suelta mi mano.

-Vaya eso estuvo cerca – sonríe – aunque Akutagawa aun no puede ganarme

-Pues luce con verdadera sed de sangre – camino alejándome más del lugar - ¿seguro que tus compañeros estarán bien?

-Oh claro, no los subestimes, pequeño

Frunzo el ceño con molestia.

-Aún me falta crecer, soy joven

-Claro, claro – mueve su mano con burla y restándole importancia a mi argumento.

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-Muy bien, este es mi hogar – abro la puerta de mi departamento.

-Oh pero si eres un niño rico.

-Quedo claro en el momento en que dije que el precio pro tus servicios no sería problema – ingreso cerrando la puerta – ponte cómodo – voy a la cocina, sirvo dos copas de vino – vivo solo, por cierto.

Se tumba en el sofá, coloco las copas de vino en la mesita de centro, me siento frente a él.

-Espero te guste el vino – tomo mi copa y bebo – me deseas – le digo firme.

-No me van los hombres, por muy bonitos que sean

- Pero a mí me deseas – le interrumpo – me basta con ver tu mirada.

-Eso fue porque creí que eras una linda señorita – desvía el rostro – además eres menor y tampoco me van los menores.

-¿Seguro? – le sonrió coqueto, me levanto, me acerco.

-No hagas esto – su voz suena un tanto baja, quizás con un matiz suplicante.

Se niega a ceder, pero reconozco el deseo cuando lo veo y sus oscuros ojos están hambrientos de deseo; de lujuria.

-¿Así que no quieres? – me siento a horcajadas sobre él, le acaricio con suavidad el pecho.

Sus manos detuvieron el avance de las mías, la presión es firme, pero sin llegar a lastimarme.

-Esto no es demasiado inteligente.

Hay duda, lo sé, puede que sea por mi edad o por mi género, pero ahí está un atisbo de duda.

Lo pienso unos segundos, me decido, todo o nada; lo deseo, lo quiero a él, solo a él.

Comienzo a mover mi cadera provocando fricción en su entrepierna, lo cual le provoca un gemido, muerdo mi labio al sentir la erección, su agarre afloja.

-Vamos – le susurro al oído - ¿no deseas hacerlo? Nadie se enterará

Su mirada tiene un brillo salvaje, hambriento.

Él cede ante el deseo.

Me besa, un beso hambriento, con desesperante lujuria, nuestras lenguas danzan buscando control, se enredan, saborean todo.

Sus manos se deslizan hacia mis muslos, recorriéndolos hasta llegar a mis nalgas, las aprieta; dejo de moverme permitiendo que me acaricie con total libertad

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N/A: Planeaba hacerlo más largo pero no... en el siguiente capitulo el lemon desde la perspectiva de Dazai.

NínfulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora