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Regreso a tomar mi lugar, continúo comiendo como si no hubiese estado espiando hace tan solo unos segundos, observo con atención los movimientos de Chuuya, es tan obvio que se encuentra tenso, cosa que hasta hace un rato no lo estaba.

Debió ser esa llamada lo que altero su humor, por lo que escuche, al parecer le hablo su hermana mayor; muy bien es hora de comenzar a hacer la jugada.

-Oh, Chuuuyaaa – canturreo.

Él se sobresalta un poco, estaba jugando con su comida.

-¿Cuál es el itinerario de hoy? – sonrió.

-¿Eh? – parpadea sorprendido.

-Si, si, ya sabes, debo estar contigo veinticuatro siete – me acerco y le susurro al oído – quizás podamos desviarnos a lugares más divertidos en algún punto – muerdo levemente el lóbulo de su oreja, suelta un gemido.

-Osamu – gimotea – no podré estar contigo - jadea ya que no dejo de juguetear con su oreja, mi mirada tiene un brillo, bingo.

-¿Sí? – asiente – pues yo debo estar contigo, es parte del trabajo, precioso lo sabes.

-Ah, mierda – suelta, se sonroja – no, no puedes.

-Si me das un buen motivo, quizás pueda incumplir con mi trabajo – le beso el cuello.

-Hoy, ahhh – gime bajo – iré a ver a mi madre

-Oh, ¿enserio? – sonrió y me separo – yo escuche que le dijiste Ane-san.

-¿Ahh? – entorna los ojos - ¿me espiaste?

-No, pero claro que no – me acomodo en mi lugar – solo tengo muy buen oído – me encojo de hombros restándole importancia.

-Osamu – se relaja un poco – mi madre es complicada, no le gusta que le diga madre – confiesa, sus ojos no mienten así que si es su madre la que le hablo.

-No quieres que vaya.

-Por favor, no lo hagas – su mirada se posa en mí.

-¿Qué me darás a cambio? – su mirada se torna juguetona.

Sonríe, me guiña el ojo.

-Una sorpresa especial esta tarde.

-Hecho

.

.

.

Salgo del departamento de Osamu en cuánto terminamos el desayuno, limpio la cocina y dejo todo ordenado, realmente me ayuda un poco a desestresarme, ver a mi madre siempre es doloroso de alguna forma.

Suspiro, debo llegar temprano a la casa de té y prepararme.

Por esta vez lo mejor es caminar, cuento con tiempo suficiente y quiero despejarme un poco, saco un cigarrillo y lo enciendo.

-Mierda – hago una mueca - ¿Qué diablos querrá?

Dejo salir el humo, me detengo un momento en un parque a observar un par de familias, las madres siempre son amorosas, o al menos eso pensaba antes, niego quitándome las ideas absurdas de mi mente.

-A pesar de todo, la amo – musito.

Termino mi cigarro, avanzo sin detenerme más hasta llegar a la casa de té, en cuánto me ven, me dan la bienvenida.

-Mineko – le sonrió a la recepcionista.

-Chuuya, te esperábamos, madame Kouyou dejo instrucciones acerca de la reunión que tendrán hoy.

NínfulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora