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Pero entonces entre besos, sudor y placer Cristian la besa sabiendo que se esta viniendo y mirándola a los ojos susurra:

-Noa, te quiero.

En ese momento Marta se descompone, lo aparta y todavía en estado de shock le pregunta:

- ¿Qué dijiste?

Cristian no sabe que hacer, solo le dice lo siento, sabe que ha metido la pata, que sus sentimientos le han jugado una mala pasada.
Marta entre lágrimas recoge sus cosas, se viste y se marcha de casa cerrando la puerta de un portazo.
Noa es ajena a toda la situación, ella solo escuchó los gemidos y decidió buscar consuelo en los brazos de su mejor amigo, Dylan.

Dylan y Noa se conocen desde que nacieron, sus madres eran mejores amigas, y se criaron juntos.
Dylan es un chicho de 1,85, rubio y de ojos azules, su madre es española y su padre es portugués. Es una delicia de hombre, atractivo y con dotes para la música, sería el chico ideal para Noa, si no fuera gay...

Noa lloraba un mar de lágrimas encima de las piernas de Dylan, no era capaz de entender el porqué Cristian se comportaba de esa manera. Intentaba buscar respuestas a preguntas todavía no hechas.

NOA: Gracias Dylan por estar siempre conmigo te quiero mucho.

DYLAN: No las des pequeña.

NOA: Bueno me voy a ir ya para la casa, son las ocho y ya mismo se hace de noche.

DYLAN: Vale, te acompaño al portal.

Son aproximadamente las 20:05 h cuando Noa sale de casa de Dylan y se dirige a su casa.

Mientras tanto Cristian baja al salón en busca de Noa para contarle lo que había pasado, pero se da cuenta de que no está, la busca en la cocina, en su habitación, en el garaje y nada. Insiste llamándola por teléfono pero no le coge las llamada, en el fondo piensa que es que está dolida, hasta que pasan un par de hora. Son las 22:00h y todavía Noa no ha llegado y no da señales de vida. Así que decide llamar a Lina y preguntar si sabía algo de ella.

*CRISTIAN LLAMA A LINA*

CRISTIAN: Hola, ¿que tal, dónde andas?

LINA: Me queda ya poco, ¿ha pasado algo?

CRISTIAN: Pues no... oye una pregunta ¿sabes algo de Noa?
(Cristian espera con todas sus fuerzas escuchar un sí)

LINA: Pues aún no he hablado con ella.

CRISTIAN: Esta tarde me di cuenta de que no estaba en casa y todavía no ha aparecido la llamo y no contesta, no se donde puede estar.

LINA: ¿Cómo? Vale, salgo enseguida. Sal afuera a buscarla y con lo que sea llámame, yo llamaré mientras a la policía.

Cristian desesperado sale a buscarla, siente que el corazón le va a mil y pregunta a cada persona si la ha visto. Va dando descripciones de ella y chillando su nombre en voz alta, la gente pasa a su alrededor y lo mira, Cristian cada vez siente más la presión, las calles dan vuelta a su alrededor, su ritmo cardíaco es cada vez más acelerado, y los sonidos a veces se vuelven sordos o se reducen a un simple pitido; Pero entre la multitud consigue oír sirenas de ambulancias, y ver las luces de la policía, y la calle acordonada. Corre escapando de entre la gente, chillando cada vez su nombre más fuerte, con la esperanza de que no fuera aquella chica, pero se va acercando más y más, consigue ver la silueta de una mujer tirada en el suelo, bocabajo y ensangrentada, sin pensar en un momento en lo que hace sale corriendo hacia la escena, no hay policía que lo detenga, se tira al suelo y retira el pelo del rostro de la muchacha, es en ese momento cuando se da cuenta que es ella. Su mundo se paraliza, una mente en blanco, con un ruido lento y distorsionado del mundo. Por su cabeza solo pasan los flashbacks del día en el que vio morir a su madre, tenía miedo, no quería que ocurriese lo mismo.

Memorias de un amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora