(Ryan en multimedia)
-¿A qué viene Ian ahora? –dije poniéndome nerviosa.
-Pues a lo mismo a lo que venía Ryan, a nada, curiosidad de amigas. Ahora cuenta.
-Pues, bueno… oye, ¡¿a ti cómo se te ocurre darle mi número?! Me dijo que habías sido tú. Esta no te la perdono ¿eh?
-Pero si me amas… -dijo Diana. – Además, ya me lo agradecerás más tarde.
-¿Agradecer? ¿Agradecer el qué? ¿Qué Ian sea tan lindo que…? –mierda. Me tapé la boca rápidamente, pero esa palabra ya había salido.
-¡Lo sabía! ¡Te gusta Ian! –gritó Diana. -A Lizzy le gusta Ian, a Lizzy le gusta Ian…
Estuvo canturreando esa frase por lo menos diez minutos.
-Ya basta Diana, ¡BASTA! Eres una pesada… -grité. –Y si me gusta qué, ¿eh?
Volví a taparme la boca, pero ya la había cagado de nuevo. Ahora que lo había admitido Diana estaría aún más pesada.
Aunque… un momento… ¿me gusta Ian? No podía gustarme Ian, le conocía de muy poco, demasiado poco… además, aún estaba Christian.
Christian… ¿por qué él siempre acababa en mi cabeza, torturándome?
-Porque aún lo quieres –dijo mi conciencia.
Pero no puedo quererlo, él me ha hecho daño, yo…
-¿Lizzy? ¿Estás ahí?
-Sí Diana, lo siento, estaba en mi mundo. Bueno, creo que me voy a la cama.
Subí lentamente las escaleras hasta llegar a mi habitación. Al llegar arriba, abrí la puerta lentamente, entré y la cerré de nuevo. Me aseguré de que la cortina estaba cerrada, por si a Ian le apetecía entretenerse un rato, y me puse mi pijama de Minnie. Volví a abrir la cortina, y me llamó la atención una luz en la casa de enfrente; en la casa de Ian. Me acerqué más al cristal y me senté en el alfeizar de la ventana, y desde ahí pude ver a Ian, en su habitación, rebuscando en un cajón. Sacó algo del cajón, un papel, lo colocó en la cama, y me sorprendí mucho al verle sacar una guitarra preciosa de su funda negra. Se sentó en la cama, se colocó la hermosa guitarra sobre las rodillas y comenzó a tocar.
No podía escuchar lo que tocaba, pero sabía que era precioso. Lo sabía. De repente, abrió la boca y empezó a cantar. Estuve un par de minutos observando cómo cantaba y a la vez movía las manos rozando las cuerdas de la guitarra, cuando de pronto, paró de tocar, y escribió algo en el papel. Lo miró, tachó, y volvió a escribir, y siguió tocando.
Estaba componiendo una canción.
Ian componía.
Mis ojos estaban puestos en él, no podían alejarse de su rostro, cuando, de improviso, levantó la vista y me vio. Mierda.
Rápidamente me levanté, le saludé con la mano y corrí la cortina de nuevo. Lo último que vi fue a Ian mirándome con una sonrisa burlona en su rostro y despidiéndose de mí con la mano.
Me quedé con la mirada perdida puesta en la cortina. “¡Despierta, Lizzy!”.
Corrí de nuevo la cortina, aunque esta vez no entera, sino a la mitad, y vi que Ian seguía mirando hacia mi ventana mientras seguía cantando. Pensé que se había dado cuenta de que le miraba de nuevo, pero no era así. Estaba mirando hacia mí mientras cantaba y tocaba.
Estaba mirándome.
Guardó la guitarra y apagó la luz de su habitación. Cerré la cortina, me acosté, y cuando estaba a punto de dormirme, el móvil vibró indicando que tenía un nuevo mensaje. Lo cogí y lo miré:
“Buenas noches princesa. Ian”
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Hola lector@s
Solo deciros que me encanta que me sugirais leer vuestras historias, pero que, igual que yo lo hago, leais vosotr@s la mia.
Capitulo lento y romanticón.
El próximo miercoles más.
Un beso.
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Una nueva yo
Teen FictionLizzy Portfield es una chica de 19 años que viaja a otro país huyendo de su pasado. Allí le pasará de todo menos lo que se espera que le pase. Irá con su mejor amiga y, por supuesto, conocerá al prepotente de su vecino de enfrente.