H.C.R

25 2 0
                                    


- ¡¿Están bien?! -Preguntó Víctor con el megáfono desde la caravana. Él, se había estacionado en un callejón.

La tienda ahora ardía en llamas, los alaridos suplicantes habían cesado. Yo me encontraba en un trance, procesando lo que acababa de ocurrir. 

- Jade, ven conmigo. -Nataly trataba de llamar mi atención, pero como no obtenía respuesta,  jaló de mi  muñeca haciéndome volver en sí y me llevó hasta la caravana.

Cuando subimos,  me senté en uno de los asientos vacíos al lado de la ventana. Cuando Victor arrancó, yo sólo me sumergí entre mis pensamientos, sin quitar la mirada de lo que me mostraba la ventana. 

Ignoré por completo las conversaciones que tenían mis compañeros, necesitaba un momento para pensar, en lo que había hecho. Acabé con la vida de personas sin piedad.

- Ey... ¿Jade? -Preguntó el gemelo Junior,  sentado en el asiento frente a mí sin lograr llamar mi atención aunque me repitiera la misma pregunta una y otra vez ,  pues seguía en shock. -¿Sí? -Contesté fijando mi vista en él. 

- Te pregunté si sabías de algún lugar cercano en el que podríamos  hospedarnos.  

- Yo tampoco quisiera dormir sentado. -Dijo su gemelo Carlos, sentado al lado de su hermano.

- Ahora que lo dices...- Viajando entre mis recuerdos, recordé  mis primeros días en la ciudad, cuando  me pasaba de hotel en hotel,  hasta al fin encontrar uno con un  precio justo y  cómodo para luego pasar a mi prioridades, buscar un trabajo de  medio tiempo para cubrir mis necesidades. - Conozco un hotel pequeño al que podríamos ir para pasar la noche.  -El gemelo seguía hablándome, pero mi atención ya no seguía en él.

Tenía en cuenta que las personas que nos amenazaron eran malas pero, ¿se merecían lo que hicimos? es decir, ellos  tenían la intención de hacernos daño por unos cuantos cartuchos y víveres, pero después de todo querían sobrevivir. 

Puede ser muy inconsciente de mi parte pensar esto después de haberlos asesinado; sin embargo, estábamos contra la espada y la pared, aunque la manera más fácil hubiese sido huir y dejar atrás a Cristian, no era lo correcto.

Lo que nos diferenciaba de los saqueadores , era que nosotros nos cuidábamos entre todos mientras que ellos, podían incluso matar a los suyos para mostrar autoridad. 

- ¿Y si vamos al refugio de los ex camaradas de Cielo? -Propuso la madre de los gemelos, llamada  Michelle. -Cielo, si nos guías hasta su refugio, podríamos tomarlo.

-  Ahora que no queda nadie dentro, podría ser buena idea pero, en ese lugar estamos expuestos a que personas como ellos, nos encuentren y entremos en conflicto. -Nataly encogió sus hombros. 

Mis padres eran personas muy creyentes  de la grandeza de Dios, por eso, en mi adolescencia siempre me recordaban que debía seguir con los mandamientos  de Dios si deseaba ir al reino de los Cielos. Por lo contrario, sería desterrada y enviada  al limbo en mis últimos días de vida.  Nunca deberás matarás , decían, pero...debo entender que ahora todo es distinto.

- Iremos a H.C.R, está decidido. -Dijo Connor, con una voz serena. Connor es un chico que denotaba ser una persona  con confianza en sí mismo  y que aspiraba a ser abogado. 

- ¿Y sino queda nadie allí? -Preguntó la dulce joven llamada Lucy.

- Esperemos que no sea así Lucy, esperemos que no. -Contestó Bruno, el esposo de Michelle y padrastro  de los gemelos. 

El nuevo mundo de ahora iba a ser más complicado, aunque no tenía que lidiar con pagar las facturas, tendré que lidiar con criaturas desterradas desde el mismo inframundo, sea eso peor o lo mismo, debo enfocarme en una cosa, proteger a los míos.

- Espero que el hotel al que iremos ahora tenga la cisterna elevada aún llena. -Comentó Laura, una joven periodista. -¿Cuánto tardaremos en llegar?

- Unas 2 horas como máximo.

- Espero que  H.C.R  sea un lugar amplio para que  cada uno pueda tener su propia habitación. -Comentó Cristian. Él estaba sentado al lado de Cielo.

- ¿También querrá un jacuzzy? -Río con gracia Cielo, dándole un leve codazo a Cristian.

- Pedir menos no es una opción después de todo lo que vivimos. -Contestó orgulloso. -¿Sabes lo adolorida que está mi espalda después de dormir en el piso?

- Pareces un anciano quejándose de sus dolores de espalda. -Al ver que a Cristian no le hacía ninguna gracia, se echó a reír , contagiando su animado humor a todos. 

- Y qué lo digas, sólo necesita un poco de amor y verás cómo cambiará, Cielo. -Dijo guiñándole un ojo a la joven quién al entender su indirecta sonrío. 

En el transcurso del viaje nos la pasamos recordando el pasado  y sobre lo que imaginamos que sería Honor.Compromiso.Restauración. Aunque ese lugar prometía hospitalidad con todo aquél que lo necesitará, nadie podía estar seguro de que siguiera en pie, y si el caso fuese  ese, no podríamos perder la fe en que volveríamos a sentirnos a salvo ya sea ahí o en otro lugar. 


Bienvenidos al nuevo MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora