Capítulo uno.

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UN MES ATRÁS.

Octubre 21, año 2013.

Acabo de levantarme, puse alarma a las 4:30 pm porque él va a venir a verme. Es increíble que tengamos casi ya un año de novios y que aún siga causándome las mariposas del primer día. Cada vez más fuertes, pero siguen ahí. Lo quiero mucho.

Me levanto de la cama y me dirijo al tocador. Me miro al espejo. No soy muy alta. Mi color de piel es clara, y mi cabello obscuro. Tengo mis ojos cafés, y grandes. Bueno, eso me habían dicho siempre, pero llegó él y ahora dice que mis ojos son pequeños. E incluso que me diga que la tierra es cuadrada, le creo.

Acomode mi cabello en una cola de caballo y me puse un listón color rojo. A él le gusta que me peine así. A él.

Hace algo de frío, así que tomé un suéter y esperé en el WhatsApp el aviso de que estaba afuera.

10 minutos después, y nada.

Oye, ¿ya vienes? Ya quiero verte.› le escribí. La verdad es que ya lo he extrañado mucho y ahora que sé que viene en camino, el tiempo se me hace eterno.

Mi vida, estoy aquí afuera. ¿Sales?› contestó a los pocos segundos.

Bajé las escaleras lo más rápido posible, anunciando que voy a la tienda. No me dejan tener novio. Pero él lo vale. Él es perfecto. Él me quiere.

Y ahí estaba. Trae puesta una sudadera roja, y un pantalón de mezclilla. Tiene unos ojos grandísimos color café claro, sus pestañas largas, y su cabello obscuro, casi negro. Está guapísimo, la verdad. Es más alto que yo, y casi no sonríe. Pero me hace reír. Es muy divertido, me encanta.

‹¡Hola!› le dije. Él se acercó a mí, rodeó mi cintura con sus brazos y me plantó un beso en los labios. Acercó su boca a mi oído, para susurrar... ‹Te extrañe mucho, Annie.› Sólo le respondí con una sonrisa. Es que con cosas así, me deja sin palabras. Como aquella vez, que hablando por el WhatsApp, me dijo... ‹cuando podamos dormir juntos te abrazaré tan fuerte, que no tendrás nada de que preocuparte, mi vida.›

Parece que lo sacaron de un libro. Y me siento tan bien de que sea mi novio y de que esté enamorado de mí. Me ha dicho que ve un futuro muy bonito a mi lado. Que me va a llevar a París. Que viajaremos en moto a altas horas de la noche. Que me va a dar todo lo que yo le pida, porque lo merezco. Jaja, ni siquiera creo merecerlo a él, y me dice que me merezco el mundo entero.

Eran por eso de las ocho, ya había obscurecido, y ya era casi hora de que pasaran por él. Me gusta disfrutar cada momento a su lado porque pasará mucho tiempo antes de que pueda probar esos labios de nuevo. Y de pronto, él me dio un beso. Provocó una sonrisa en mis labios, como siempre. Y es que es tan lindo, que no entiendo cómo es posible que me haya escogido a mí. Desastre debería ser mi segundo nombre.

Le devolví el beso. Nuestros labios chocaron de nuevo, y ésta vez puse mis manos alrededor de su cuello, y tuve que pararme de puntillas.

Fue beso tras beso, hasta que me separé de él, y vi a alguien aproximarse hacia nosotros. La figura se veía borrosa gracias a las luces de los coches que estaban en el fondo.

‹¿Annie?› preguntó una voz. Áspera, grave, y digna de tenerle miedo. Una voz muy familiar. Pero claro, es...

‹Alguien por favor despiérteme, esto tiene que ser un sueño...› pensé. Miles de cosas pasaron por mi mente. Me alejé rápido de Eduardo, y caminé hacia esa figura que había dejado de ser desconocida para mí.

Era mi padre.

Insomnios sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora