Ella.

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Pequeña niña de las cejas peculiares, 

corriste muy rápido por aquel bosque.

Y no comprendo que te ocurrió, 

porque ahora no sonríes sin morder.

Y nuestro amor dejo de ser puro.

¿Recuerdas qué tú y yo éramos como eterna primavera?

Y ahora tu sangre es venenosa.

Y tus puñaladas duelen más que la traición de él.

Porque tú eres ella, y ella eres tú.

Y tú y ella no son nada más que mala sangre.  

DieciochoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora