SEÑOR

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Eres el océano que me guía a la gloría.

Eres la salvación que está escrita en las montañas.

Corazones ciegos te odian y te juzgan.

Corazones sin vida te olvidan y te culpan.

Y los océanos te envían oraciones de salvación.

Eres la fortaleza que encontré en los mares de tu amor.

Eres la paz que he buscado y que mis ojos han adorado por la luz de tu palabra.

Eres la calma y fe que había perdido.

Porque tú me llamabas y yo era sorda.

Sígueme llamando SEÑOR, que hoy te escucho más que ayer.

Pues tuya soy hasta el final.

DieciochoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora