Mi otro mitad

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-No quiero ir.

-Vamos hijo.-Dante estaba discutiendo con su hijo más chico por el simple hecho que el pequeño no quería ir a su escuela.-Te prometo que cuando salgas te llevo a comer pizza.-el niño lo miro por unos segundo y Dante no pudo sentirse perplejo ante la imagen de su hijo. Su parecido era admirable, no podía negarse que era su retoño. Pero en cuestión de carácter, tenía una cierta inclinación a lo corrector. Podría decirse que su refino gustó y su timidez lo hacía ver muy alejado a él cuando tenía su edad.

-Pero papi.-Adrik estaba más que nervioso, su padre lo miro extraño. Su hermana no iba ir hoy a su colegio, pescó un resfriado y su madre se quedó para cuidarla. Tony ya había entrado a sus clases, pero el más pequeño entra en un horario más tardío que su hermano. En pensamientos de su padre, Adrik se sentía extraño porque no tenía a su hermana con el, era obvio. Pero sabía que de alguna forma estos mellizos deberían separarse un poco, más Adrik. El niño parecía una sombra atrás de su hermana.

-¿Qué mi niño?.-Dante reviso la hora y vio que llegaba tarde a una junta.

-No quiero entrar, hay muchas gente que solo yo veo.-el padre se da la vuelta y suspira, sus pequeños sufrían la maldición de su madre.-A veces trato de ignorarlos pero no puedo, ellos quieren que los ayude.

-Mira hijo, las cosas son así. Entiendo que a veces es duro pero siempre es bueno enfrentar a tus miedos gradualmente. No digo que vayas y le plantees cara a cualquiera de esas gentes, solo que vayas de a poco viendo la situacion. Siempre y cuando nos digas a nosotros, vamos ayudarte en lo que sea.-el niño miró a su padre con brillo en los ojos. Sus palabras hacía que su pequeño corazón tomara más valor pero aún así no quería ir al colegio solo, el quería estar con su hermana. Ella era la única que jugaba con el y lo mimaba.

-Pero aún así papi no quiero.-Dante derrotado suspirar y niega la cabeza con diversión. Vuelve a mirar a su hijo pequeño y no puede ir más contra suya.

-Bien, vendrás conmigo.

-¡Si!.-él niño estaba más que feliz, iba a ir a trabajar con su padre y eso lo hacía muy pocas veces. Para el, su padre era uno de esos héroes que salen en las películas. Atrapa a los villanos y los castiga.

-Ahora que lo pienso, jamás tenemos tiempo para nosotros dos.-Dante concentrado en la carretera recuerda la muy pocas veces que tiene con su hijo.-Hoy estamos de suerte.-el miró por el espejo retrovisor y la sonrisa de su niño le confortó para seguir el camino.

Habían llegado a su antigua agencia de cazademonios, seguía igual pero ahora había más gente y el lugar tenía un aspecto más moderno. Dante cada vez que entraba a su antiguo hogar, no podía dejar de sentir nostalgia por lo que sus ojos veían. Las de noches que pasó en soledad y borracho, cuando sentía que no habría más esperanza para el en la vida. Ahora camina de la mano con una de esas esperanzas, su hijo.

Él amaba a sus tres hijos. Esperaba con ansias llegar a su casa y poder jugar con cada uno de ellos. Su vida estaba en un equilibrio que jamás creyó poder tener y todo gracias a la pequeña mujer que encontré en el infierno.

-Señor.-Jackson, su ayudante segundo en la seguridad se acercó y los saludo con un gesto de la mano.-Hoy no viene solo.-sus ojos miraron a Adrik y el niño al sentir la atención, aferró más su agarre en la mano de su padre.

-Así es, hoy tengo compañía especial.-alza a su niño de 6 años y este se esconde en su cuello, evitando que el joven lo siguiera mirando.

-Genial, hoy tenés muy pocas que hacer pero importantes.

-Te escucho.-la charla se enfoco en las mejoras de las cámaras y del equipo nuevo de rastreó, luego de una junta directiva que pasó a él ya que su mujer se quedó en su casa. Era un día ocupado pero no lo desánimo, el niño en sus brazos que miraba todo con miedo le daba más fuerzas para seguir el día.

One Shots Devil May CryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora