5

1.2K 230 39
                                    

Nada de energías demoniacas o artefactos mágicos. Los aparatos funcionaban con electricidad, la cual era conducida por cables. Jin GuangYao recomendaba encarecidamente no morder los cables ni meter las patas en los tomacorrientes> tampoco que ya pudiera hacerlo pues, Nie MingJue había protegido toda la cablería, así como las entradas o salidas de corriente.


La caja de imágenes no tenía gente atrapada dentro, naturalmente y las historias que representaban ni siquiera eran reales. Era teatro. Bueno... televisión. Aunque también había noticias. Horas y horas de noticias – muchas transmitidas en tiempo real – y que facilitaron a Jin GuangYao la comprensión de este mundo.


Sin embargo, las verdaderas maravillas estaban en la cocina.


La nevera, por ejemplo. Su parte posterior era caliente y ronroneaba; pero todo lo que salía de su interior ¡estaba frío! Jin GuangYao había odiado el frío como humano; pero como gato, ¡lo adoraba!


También estaba la otra caja: el microondas. Nie MingJue solo la usaba para calentar comida ya elaborada y no se guardaban alimentos en ella.

El horno no funcionaba con leña o carbón – habría sido impensable en esa cocina tan pulcra. Tampoco era que Nie MingJue lo usara mucho en realidad.


El hombre trabajaba de sol a sol y cuando llegaba a casa, generalmente ya cargaba con una bolsa de comida para llevar. Jin GuangYao no podía evitar la irritación cada vez que veía a ChiFeng-Zun recalentar la comida. ¡Había cocinado para ese hombre con sus propias manos! Había cortado vegetales, desollado liebres, desplumado faisanes, ¡elaborado fideos!... para que este hombre comiera, ¿y ahora recalentaba un tazón de comida callejera? ¿Qué demonios pasaba con este mundo?



La primera vez que viera a Nie MingJue recalentando unos fideos y un poco de pollo, Jin GuangYao había dado un discurso acerca de cómo un hombre con ese tamaño y masa muscular precisaba una dieta balanceada, y si esa era su cena, no quería imaginar el almuerzo. Además de no haberle visto desayunar nunca – solo tomar una taza enorme de esa bebida negra, que olía exquisito; ¡pero era solo líquido caliente! Si Jin GuangYao fuera humano, no permitiría que Nie MingJue comiera tan mal. ¿Dónde estaba Nie HuaiSang que no se ocupaba de él? Perdiendo el tiempo con pinturas y abanicos, ¿eh? Conspirando por ahí en lugar de...


Por supuesto, de toda esa charla, el humano solo vio a su gato paseando de un extremo a otro de la barra mientras maullaba a medio tono.


Jin GuangYao paró en seco cuando Nie MingJue le puso delante un tazón con pescado. Miró del tazón al humano dos veces... y volvió a empezar.


Ni te creas que voy a comer esto. Por bien que huela. No sé qué le pusiste ni de dónde lo sacaste, ¡ni siquiera sé qué pescado es! ¿A quién se le ocurre destrozar de ese modo un buen pescado? Y no solo como pescado, ¿sabes? Tal vez deberías de preguntarle a Jiang Cheng: parece saber de animales... Pero, qué vas a saber tú si apenas consigues alimentarte con decencia...


—Realmente eres un gato complicado — resopló Nie MingJue y agarrando el tazón, pasó parte del pescado a su propio plato y compartió la carne guisada entre los dos.


Luego se sentó en una de las banquetas y empuñando los palillos, empezó a comer con determinación.


Jin GuangYao bufó, pero finalmente aceptó la cena. Incluso si continuó emitiendo ruiditos mientras comía.



En esta vida... miauDonde viven las historias. Descúbrelo ahora