9 | Espada de dolor

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"Te amaré aún después de que el tic-tac de nuestros corazones se detenga"

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"Te amaré aún después de que el tic-tac de nuestros corazones se detenga"

Noah

Mi cuerpo flotaba en una oscuridad densa, era una sensación similar a cuando te sumerges por completo en el agua, solo que esta vez no tenía que preocuparme por mantener la respiración. A decir verdad, era bastante relajante encontrarme en medio de la nada. Dos objetos esféricos color violeta captaron mi atención, eran... ¿uvas? Me balanceé en su dirección —moviendo manos y piernas como si estuviese nadando— solo para saciar mi curiosidad. Entre más me acercaba, me convencía de que no se trataba de frutas, pues su superficie gelatinosa y brillante estaba fuera de contexto. Cuando estuve lo suficientemente cerca, divisé que cada uno tenía manchas negras y profundas, como dos romboides alargados. Me quedé observándolos durante unos segundos, fue entonces que me percaté de que no se trataba de mancha alguno, sino que más bien, eran unas pupilas, y lo que al principio creí que eran uvas, eran en realidad unos ojos, pero no cualquier tipo, eran unos espeluznantes ojos de serpiente que me miraban como un sabroso pedazo de carne.

Una vez que mis pupilas hicieron contacto directo con las de aquellos tenebrosos ojos me quedé pasmado, mi piel comenzó a arder como si me encontrara en medio del fuego, e inmediatamente mi cabeza empezó a doler de una manera insoportable, tanto que temí que explotara en ese momento, fue entonces cuando me desperté bruscamente, con el corazón acelerado y bañado de sudor. Ya lo recordaba, después de que Ari me dejó en casa, unas tremendas punzadas se apropiaron de mi cerebro, mi madre me dio una pastilla para mitigar el sufrimiento y me pidió que descansara.

Probablemente el dolor se debió a los miles de vueltas que le di en mi mente a lo que el profesor Molina me dijo: "Sabes, Noah, hay una gran diferencia entre hacer lo que amas y amar lo que haces. Soy una persona que cree firmemente en que nuestra existencia tiene un propósito en este mundo, de esta manera, lo primero significa que seguramente ya has encontrado tu lugar en el mundo y lo único que te queda es luchar para continuar cumpliendo con tu función, y lo segundo, que probablemente llegará un punto en el que te des cuenta de que aquello que creías amar no era más que el viaje que te llevaría a tu destino. Porque así es la vida, Noah, no todos corremos con la misma suerte. ¿Y cómo saber a cuál grupo perteneces tú? Lamento decirte que lo único que queda es intentar. Toca todas las puertas que te plazcan, estoy seguro que encontrarás una que te lleve a ese mundo maravilloso que deseas. Y por favor, no te rindas al primer fracaso, que la vida no es fácil, Noah. La mayoría de las cosas no lo son."

Ya no me dolía la cabeza, pero mi cuerpo continuaba empapado, así que decidí tomar un baño. Mientras el agua caliente caía sobre mi piel no pude evitar pensar otra vez en las palabras del profesor Molina. Tenía miedo de descubrir que tal vez la música no era lo mío, tenía mucho miedo porque es lo que más amo y me hace feliz, me es imposible imaginarme haciendo otra cosa.

Después de la ducha opté por limpiar y ordenar mi habitación para dejar de pensar y relajarme un poco mientras escuchaba música. Una vez que sentí que mi vida ya tenía un poco de orden, decidí tomar mi guitarra para intentar componer algo, pero justo cuando estaba afinando mi guitarra, un grito desgarrador me interrumpió. Me quedé en silencio durante unos segundos, en espera de algún otro sonido que me diera una pista sobre lo que estaba sucediendo. Si en realidad estaba pasando o si tal vez ya me estaba poniendo paranoico.

—Nooo, no, no...— volví a escuchar, y no, no era cosa de mi imaginación, se trataba de mi madre, quien lloraba dolorosamente en la sala.

El miedo se acumuló con rapidez en mi pecho, y a contrario de quedarme pasmado, me impulsó a bajar rápidamente para saber lo que estaba sucediendo. Desde las escaleras pude divisar que mi madre se encontraba en el suelo, llorando desconsoladamente junto con mi padre, quien se esforzaba por sostenerla entre sus brazos. No entendía qué sucedía, pero el hecho de ver a mi madre con un inmenso dolor me hizo sentirlo también, provocando que las lágrimas comenzaran a salir.

—Padre, ¿qué sucede? — dije con la voz entrecortada, agachándome para intentar abrazar a mamá, pero, en ese momento mi tía Opal intervino.

—Ven, Noah, acompáñame. — me pidió, tomándome del brazo.

—Tía, por favor, por favor, dime qué está sucediendo. — supliqué entre sollozos a causa del pánico.

La tía Opal posó ambas manos sobre mis hombros, posteriormente, sostuvo mis mejillas entre sus manos.

—Noah, lo siento mucho, mi niño...Tu...tu abuelo ha muerto.

Muerto.

Y no puedo decir que sus palabras sacudieron mi vida, al contrario, sentí que en ese momento mi mundo se detuvo; no había aire, ni sonido, todo lo que me rodeaba perdía sentido, incluso yo dejé de ser el dueño de mí mismo, mis extremidades ya no respondieron, y mi cerebro se apagó, dejándome en medio de un abismo, el mismo abismo que me aterró en el sueño en su momento, sólo que esta vez era real.

Y no puedo decir que sus palabras sacudieron mi vida, al contrario, sentí que en ese momento mi mundo se detuvo; no había aire, ni sonido, todo lo que me rodeaba perdía sentido, incluso yo dejé de ser el dueño de mí mismo, mis extremidades ya no r...

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Mirada de Dragón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora