XIII

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Cada mañana en la cocina
Ahí siempre te encuentro,
Preparándome en la mesa
Algún placer suculento,

Luego paso todo el día
Viéndote arreglada
Para que quede muy claro
Que eres mi bella dama

En las tardes un placer
Es conversar contigo,
Tomarnos buen café
Y un pan como testigo,

Y te miro y te admiro
Con adulante devoción,
Dirán que soy idolatra,
Pero es mi religión;

Cada noche trabajar,
Para juntos llegar
Al habitad natural  
De la especie celestial.

Ya que cuando yo
Estoy entre tus sabanas
Veo que me elevó, tanto,
O más que las águilas

Que el cielo voy tocando
Y dibujando las estrellas
Y me impulsa un cohete
Del que conoces la regla

Así juntos viajamos
Al espacio sideral,
Pero los envidiosos
Dirán que es carnal,

Que exagero y presumo
Y dirán que es lujuria,
¿que saben ellos del amor
que nos inunda como lluvia?

José  Carucí

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