epílogo.

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"¿vos decís que duele?" le pregunté a belén, mientras su mirada se centraba en el libro de la recepción.

"naaaaa, no creo" respondió ansiosa "la gente habla por hablar viste, no debe ser la gran cosa" añadió intentando calmar mis nervios.

"¿liter, guadalupe?" preguntó una voz suave desde el mostrador del lugar. rápidamente me puse de pie y me dirigí hacia donde estaba "luciano te está esperando, llevale este ticket y listo"

los ojos de belén me perseguían con emoción, creo que tenía más ganas que yo.

"¿me acompañas?"

"ni en pedo, esto es tuyo... es solo para vos" sonrió desde su asiento, provocando que una sonrisa también se dibujara en mi cara.

"gracias bel, en serio" susurré, para luego recibir una seña que gritaba 'no agradezcas' de su parte.

caminé por el pequeño pasillo hasta llegar a la cabina de lucho. todos decían que era uno de los mejores en lo que hacía, entonces decidí ir con él.

"hola... ¿vos sos guada, no?" preguntó sonriente, a lo cual respondí con un asentimiento.

"sí, soy yo" respondí de la misma manera "toma, me dijeron que te lo diera" agregué extendiéndole el ticket de la recepción.

"buenísimo... ¿qué te vas a hacer?" cuestionó agarrando la máquina, la cual miré con un gran pánico "tranqui, da miedito, pero no es para tanto" acotó trás ver mi impresión.

"sí, ya sé" reí levemente "pasa que estoy tratando de hacerme la cabeza... es mi primer tatuaje" añadí, para luego pasarle los diseños.

"ah, ¿no te hiciste nunca nada?" interrogó mientras atentamente observaba el dibujo "están lindos estos, me transmiten buenas vibras... vamos a dejartelos lindos entonces" remató con ánimos.

"eso espero, me da nervios igual" confesé "el chiquitito es en el dedo, y el más grandecito es en el antebrazo izquierdo... pero que sea bien colorido" pedí.

"no se diga más, ahora me encargo de eso"

cada pinchazo de la aguja me transportó al último año, cada llanto imparable y cada risa sincera, cada caída y cada ánimo para levantarme.

ya había pasado un año del accidente, clavadito un año, y la herida de lo que pudo haber sido ya no dolía como en el verano anterior.

había aprendido a sentir sin tener, sin ver y sin tocar. había aprendido a caminar aunque doliera y a sonreír aunque el día no fuese el más soleado, pero también había aprendido que estaba bien no estar bien, estaba bien llorar y estaba bien sentir dolor.

largar todo sanaba, escribir curaba, componer, o dibujar, o inclusive cocinar ayudaba. no era obligatorio creer, que todo lo que no implicara un avance, estaba mal, al contrario, a veces estancarse significaba progreso.

"ya casi va quedando genia, avisame si querés parar un toque" comentó trás dos horas de sesión, propuesta la cual, sonriente negué.

"no duele tanto como pensé, seguí mandándole que está copado" reí.

miles de veces sentí que el mundo se caía a pedazos, que no había forma de superar o atravesar aquel inesperado suceso que me dió vuelta la vida. miles de veces me enojé conmigo misma, con él, con ellos y con todos por algo que no era culpa nuestra.

lo que me costó entender que no era cuestión de superar, sino de aprender a vivir sin y aprender a vivir con. cada pequeña odisea dentro de este gran viaje me sirvió para curar.

ataques de pánico, de ansiedad, sentimientos indescriptibles y un millón de sensaciones tomaron mi cuerpo por momentos, pero afortunadamente pude recomponerme, dándome mi tiempo y buscando ayuda, que a fin de cuentas, fue lo más sanador de todo.

"listo guada, acá tenés" sonrió de oreja a oreja mientras señalaba los tatuajes.

unas traviesas lágrimas salieron de mis ojos y dieron a notar mi emoción, era imposible sentirme mal a estas alturas... todo se lo debía a ellos.

"muchas gracias, de verdad" respondí emocionada "mirá, hasta me haces llorar" reí entre lagrimones.

"se nota que significa algo importante, me alegra haberte ayudado genia... espero que vuelvas pronto, los diseños con mucho color te quedan piolas, van con tu aura" respondió.

salí del local con belén, que lo único que supo hacer fue admirar los tatuajes de mi dedo y antebrazo, hasta que nos separamos y cada una fue para su lado.

al llegar a casa le mandé una foto a mi mamá, a maia y a alejandro, los tres reaccionaron emocionados, y es que esa reacción era de esperarse.

"¿les gusta?" pregunté al aire mientras me miraba al espejo.

mi antebrazo estaba ahora cubierto con un gran girasol, cuyas raíces estaban marcadas y dejaban ver dos pequeñas semillas, las cuales representaban a enzo y a una posible olivia, ya que a valentín le hubiese gustado, y sinceramente, a mí también. la flor estaba siendo iluminada por rayos de un lindo solcito. nos había retratado a nosotros, a la linda familia que supimos ser a pesar de las dificultades.

mi dedo anular izquierdo estaba ahora siendo ocupado por un pequeño y sutil girasol, el cual reemplazaba las alianzas de casamiento.

una cálida brisa se hizo presente, y la habitación se llenó de brillos... creo que algunas personitas estaban contentas.

una torpe risa salió de mi boca, y sin miedo me animé a pedir aquello que antes tanto temor me daba.

"valen... los quiero ver" susurré cerrando los ojos.

no hizo falta nada más, después de todo y a pesar de la odisea que fue avanzar a paso de tortuga, fuimos la familia que desde el principio tuvimos que ser.

"lupe... hasta la luna, ida y vuelta" oí en un susurro.

"hasta la luna, ida y vuelta" respondí entre sonrisas.

y eso era paz, eso era todo.































loco no puedo parar lagrimear, esta historia me re llegó y a ustedes el triple, loquísimo el alcance que tuvo.

esta historia no es solo mía, es de todos, y espero que de verdad ayude o contribuya a algo positivo en sus vidas.

sepan que no están solos nunca, que ellos siempre están con nosotros, aunque no veamos las señales ellos siempre nos acompañan.

no se sientan mal al pedir ayuda, aprendan a sentir y hagan cosas lindas con eso por más que cueste.

besos, los quiero.

señales - woѕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora