Capítulo 6 Nuevo Hogar

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Observó el interior de la bolsa, rebuscando cualquier otra cosa que tuviera que usar, se encontró un par de accesorios que a simple vista parecían costar bastante dinero.

Un par de aretes de oro pequeños con forma de flor de cinco pétalos, junto con un collar discreto a juego con un dije de la misma forma. Cubrió su boca intentando reprimir la sorpresa en su rostro.

¿Acaso aquellos aretes tenían diamantes? Estaba segura de eso.

Observo al magnate bastante apenada, pensaba que esos accesorios con diamantes debían ser para alguien más, que los había dejado por error en la bolsa. Pero él estaba atento a su llamada por el teléfono celular.

– ¡Rhodey! ¿Sigues en la base? Perfecto, ya nos vamos de vuelta a Nueva York. Si... en el avión privado. Si, así es. Otra cosa, necesito tu presencia en la habitación 12, si así es... solo un pequeño favor. Nos vamos en 30 minutos. –

Termino su llamada y volvió a dirigir su atención a la chica que tenía los aretes y collar en mano.

– ¿Ocurre algo? – Se acercó a la chica, quien no se había movido de su sitio, esperaba que ya estuviera de pie.

– Es... esto... Creo que los dejó aquí por error. – Le extendió los accesorios con la intención de entregárselos, pero la mano libre del mayor tomó la suya haciendo que los sostuviera con firmeza.

– Son para ti. – Le dijo a la chica con esa seguridad que lo caracterizaba, la pelirroja solo abrió la boca sorprendida, estaba a punto de replicar pues aquello le parecía demasiado, esas joyas lucían caras. – Por el momento no podrás usar los aretes, pues no tienes las orejas perforadas pero el collar lucirá bien. –

¿Se había dado cuenta de ese detalle? Acarició uno de sus lóbulos, dedujo que tal vez lo vio cuando reviso su rostro

– No conocía ese pequeño detalle tuyo, pero si lo deseas, más adelante podrías ir a un salón en Nueva York y podrás lucirlos. – Guardo el teléfono en uno de sus bolsillos y camino hacia la salida del cuarto.

– De acuerdo señorita, te espero afuera. Tu mochila con tus cosas se encuentra ya en mi avión privado. – Dio la vuelta y volvió su atención hacia la chica. – Una última cosa. Una vez estés bajo nuestro cuidado, deberás de comer, pero comer mucho eh, nada de brincarte la cena. – Recalco mucho este punto, haciendo mención de su delgadez.

Se retiró dejando en total privacidad a la chica, si esto era en serio, debía vestirse ya. Empezó a retirarse la ropa, había olvidado que no traía sostén, solo la clásica camisa y pantalón blanco de aquel lugar así como las pantaletas blancas era lo único que traía puesto, agradeció no haber tenido algún accidente con su ropa interior por ese sangrado abundante. Fue al baño y se colocó otro tampón, en sus bolsillos habían logrado mantenerse ahí los 4 que tomó antes de planear su partida. Se lavó su cara, el cuello, las manos, brazos y axilas.

Observó el vestido colocado con cuidado sobre la cama y luego su cuerpo semi desnudo. La tela no era transparente, así que no habría manera de que se notaran sus pezones.

No solía observar su cuerpo, hacía tiempo había decidido no poner atención a su figura, ya no le importaba si perdía peso o engordaba. Toda su piel era blanca, pálida, sus rodillas y codos a diferencia del resto eran de un tono rosado, pero en esos momentos sus rodillas estaban cubiertas por golpes, sus piernas y brazos eran delgados pero a pesar de su marcada delgadez tenía un trasero redondo y marcado. La piel de su espalda y sus hombros estaba cubierta de diversos lunares de colores claros.

El vestido puesto lucia lindo en su cuerpo, cubría unos cms sobre sus rodillas, el largo de las mangas llegaba hasta sus dedos y era ceñido de la cintura para arriba. Limpió sus pies con una toalla húmeda, se colocó las calcetas y los zapatos que eran para fortuna de su número.

KODE: GingerWhere stories live. Discover now