Capítulo 4 Secuestro

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Londres, Inglaterra.

Tecleaba rápidamente sobre el teclado inalámbrico de su equipo de cómputo de escritorio, movió sus gafas de grueso armazón que se empezaban a resbalar por el puente de su nariz, tomo un sorbo de su café matutino y continuo tecleando a un ritmo ininterrumpido.

El sonido y la vibración de su teléfono celular interrumpieron su trabajo, mantuvo la vista en su pantalla esperando a que el teléfono dejará de sonar, pero al segundo sonido salido de su teléfono comprobó que no era una llamada, eran mensajes. Alejo su mirada de la pantalla, tomo el celular en sus manos y miro los mensajes de texto que se visualizaban en su pantalla bloqueada.

"Little Bunny escapo de nuevo."

"La base de Putna no es segura, te mantendré actualizado."

Entrecerró los ojos, leyó los mensajes de nuevo mientras apretaba los labios.

– ¿Cómo diablos paso esto? – Maldijo internamente, borro los mensajes de su bandeja de entrada y paso la mano por su cabello oscuro con frustración.

– ¿Qué demonios hizo ahora esa chiquilla? – Aquel hombre hablaba consigo mismo, apretaba el celular con su mano hasta que la pantalla táctil comenzó a crujir. Suspiro rendido y dejo el aparato sobre su escritorio.

Maquinaba un plan en su cabeza, las ideas y posibilidades venían a su mente, quería tomar ventaja antes de esperar más indicaciones de su superior. No sería la primera vez que era recompensado por adelantarse a las posibles acciones de "Little Bunny".

Abrió un cajón de su escritorio, buscando con calma algo hasta que finalmente su mano dio con lo que era una caja negra de madera de la cual extrajo un pequeño aparato con aspecto de mando de televisor. Tomo el aparato dirigiéndolo hacia la puerta de su oficina y presiono el botón central del mando, lo dejo sobre su escritorio y espero sin dejar de mirar la entrada.

No pasaron ni 10 segundos cuando la puerta se abrió, dando paso a una mujer de no más de 25 años, atractiva, cabello castaño largo, ojos oscuros adornados con unas largas pestañas y el rostro cubierto con un discreto maquillaje.

– Señor Petterson... por favor, no haga eso... – Susurro sosteniendo su cabeza con una mueca de dolor. – Puede marcar a mi extensión... no tiene que... –

– Tenía que comprobar que el control en tu cerebro sigue funcionando. – Interrumpió el quejido de su asistente personal y volvió a tomar el aparato en su mano. – Tráeme el teléfono para la línea segura, debo enviar un mensaje a varios destinatarios. –

Aquello no era la petición de un jefe a su subordinada, era una orden. Fría y directa.

– Si... si... voy. – Titubeo un instante pero al ver que su jefe tocaba con la yema de sus dedos el botón principal de aquel mando se apresuró a acatar la orden.

La joven por dentro hervía de furia, nadie fuera de esas oficinas del Gobierno creerían que un hombre tan insignificante como su jefe causará ese temor en ella. Su jefe, Jhon Petterson era un tipo que físicamente no era relevante, estatura promedio, delgado, cabello oscuro, ojos marrones, miope y con una nariz larga. Incluso le parecía increíble que estuviese casado, alguien tan doble cara como él no merecía estar al lado de una mujer tan dulce como lo era su esposa.

– Si su esposa supiera la clase de patán que es... – Entristeció su semblante al recordar que en su situación no podía abrir la boca para delatarlo, no podía hacerlo. Toco su nuca hasta acariciar con sus dedos un bulto muy pequeño que estaba debajo de su piel.

Un dolor punzante en su cabeza le obligo a acelerar sus pasos, ya tenía el celular que tanto exigía su jefe, no se había tardado tanto para que actuara así con ella ¡Como lo odiaba!

KODE: GingerWhere stories live. Discover now