Lord Amor [Harrymort]

Límites (la nieve no es uno).

(desde ya, esto es un chiste para mi lord de ojos rojos; pero NO pude resistirme así que,,, xdddd)

El Lord se preguntaba por algunos minutos cuál sería el límite donde su chico podría actuar o pedir. Por el momento, su chico no había roto ningún límite importante (conscientemente, o de forma visible para los demás, aunque sea) y Voldemort se sentía satisfecho ante eso, sabiendo que su chico era inteligente y no necesitaba que alguien le dijera que su alma gemela era un Señor Oscuro que no podía darse el lujo de ser diligente con él. Pero a la vez, Voldemort sólo tenía pocos límites puestos cuando de su chico se trataba, y eso era un problema, porque en realidad no podía estar tranquilo al saber que su chico podría tener alguna idea, comportamiento o actitud hacia él que, en realidad, era perjudicial para su puesto como Señor Oscuro.

Si Voldemort no tenía todos los límites alrededor de su chico, tampoco tenía derecho a enojarse con él si llegaba a pasar esos límites nunca trazados.

Tampoco es que le importaba tener o no derecho, pero cuando de su chico se trataba, al parecer sí era importante.

Entonces, en una mañana de Invierno, antes de que su chico tuviera que volver a Hogwarts luego del receso invernal, lo sorprendió con una petición... insultante.

—Por favor, Tom— Harry agarró la cintura de Voldemort desde atrás, apoyándose en él y abrazándolo con fuerza. Si a Voldemort le molestó o incomodó la acción, no lo demostró en ningún momento, mientras seguía prendiéndose la camisa negra con tranquilidad. Voldemort vió el rostro de su chico reflejándose en el espejo y levantó una ceja ante la sonrisa mostrada—. ¿Sólo esta vez, sí? Y realmente te lo pagaré, por favor.

Entonces, sí. Voldemort se dice a sí mismo que si terminó aceptando estar allí fuera era porque si no tendría que soportar el mal humor de su chico, y sinceramente tenía cosas más importantes que hacer.

Suspiró, levantando la vista hacia el cielo nublado y disfrutando de la fría mañana y la nieve cayendo con suavidad en su rostro. El invierno era su estación del año favorita, si podría tener una. Si no fuera él, suponía que pasaría horas bajo la nieve, sin molestarse en nada, ya que podía poner un hechizo para evitar que su ropa se moje ante la nieve, y otro para calentarse en cualquier caso.

Un pensamiento rápido de él y su chico sentados bajo la nieve y disfrutando de las bajas temperaturas. Se imaginó a su chico en su regazo y mirando la nieve caer con una taza de su tan preciado chocolate caliente en las manos.

Una sonrisa pequeña e inconsciente se plasmó en su rostro.

—¡Tom!

Voldemort bajó rápidamente su rostro para ver a su chico ante el fuerte llamado, la magia comenzando a correr a través de él ante alguna alerta de peligro.

No lo suficientemente rápido.

El frío en su rostro se intensificó, su vista de nubló momentáneamente antes de cerrar sus ojos y una risa, que en cualquier otro momento algo en él hubiese jurado querer escuchar por siempre, inundó sus oídos. Unos momentos después unas manos limpiaban su rostro con suavidad, a pesar de que éstas temblaban levemente.

Voldemort abrió los ojos con lentitud cuando sintió que la nieve ya no iba a molestarlo, y fijó sus ojos rojos en su chico. El rostro rojo y los ojos llorosos de su chico deberían de molestarlo excesivamente, pero se veía incapaz de estar enojado con ese imbécil.

—Yo... yo...— su chico trataba de hablar entre risas y jadeos, terminando sentado frente a él en la nieve mientras agarraba su pecho con una mano y trataba de detener su risa con la otra, mirando de reojo a Voldemort.

Voldemort inclinó la cabeza hacia un lado y luego negó suavemente con un suspiro resignado, limpiándose el resto de la nieve restante de su rostro. Cruzó sus manos detrás de su espalda y levantó una ceja hacia su chico.

—¿Supongo que ya cumpliste tu objetivo?

Su chico rió más fuerte y Voldemort se vio incapaz de no sonreír ante eso.

Una maldita bola de nieve lo golpeó en la cara, y su chico estaba disfrutándolo completamente. Voldemort debería de matar a cualquiera que haya visto eso, si es que alguien se hubiese atrevido de estar lo suficientemente cerca.