X: Kisses And... Troubles.

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Abrí lentamente los ojos, sintiendo una pesadez muy extraña en todo mi cuerpo. Me removí inquieta en las sábanas, tratando de reconciliar el sueño, pero había algo que me lo impedía.

Sin más remedio, intente buscar la pulsera en el bureau al lado de mi cama para iluminar un poco mi habitación mientras me levantaba a tientas. Me sentía demasiado intranquila, como si algo malo fuera a pasar, y tal vez tendría que ver con todo lo ocurrido la noche anterior en casa de los Hamada.

Específicamente con los hermanos de pelo azabache...

-Vuelves a decir algo y te beso.-Amenazó seriamente el pelinegro desarreglado. Yo alcé inmediatamente ambas manos en señal de rendición, a lo que él accedió a sacar sus manos de mi boca.

-Lo siento...-Fue inevitable no decirlo tan pronto me vi capaz de hablar otra vez, realmente me sentía mal.

Hiro rodó los ojos con diversión.

-Te lo advertí Stark.-Señaló con una ceja enarcada.

Lo próximo que sentí tras de eso, fueron los labios del azabache contra los míos. Por tercera vez en la noche, Hiro plantaba un para nada inocente beso entre nosotros.

En un giro, el pelinegro me apegó un poco más a la fría pared, mientras segundo a segundo lo que inició como un juego ligero, terminó convirtiéndose en algo parecido a una guerra pasional.

Hiro, sin llegar a ser grosero, tenía una de sus manos en mi nuca al tiempo que se apoyaba de la pared con la otra para no aplastarme. Por mi parte, tenia mis manos enredadas en el cuello del chico.

Entre mordidas, jadeos y peleas por recorrer cada milímetro de espacio existente en la boca contraria, se escucharon los pasos firmes descendientes por las escaleras.

Mi primer reflejo, fue empujar a un Hiro muy concentrado en su trabajo de volverme loca de la forma más exquisita posible. Ambos quedamos en una esquina contraria de la cocina, con un ligero rastro de saliva en el borde de los labios y con el pecho subiendo y bajando con violencia.

Luego de que me acomodara lo mejor que podía, limpiando mi boca con el bordillo de una de las servilletas, por que sí, realmente había buscado unas servilletas. Me fije en mi acompañante, quien tenía los cabellos aún más revueltos, los labios carmesí y un brillo que no pude reconocer rondando por sus ojos.

La camiseta de Hiro estaba desarreglada, con unos cuantos botones desabrochados que se apresuró por acomodar-¡¿en qué momento le hice eso?!- sin poder evitarlo, mire un poco más detallado aquella zona, que se notaba trabajada...Definitivamente Hamada tenía lo suyo.

~¡______ STARK!~Rugió mi vocecita mental, la cual últimamente adoptó la voz de mi padre, lo que era más escalofriante.

-¿Qué?-Pregunta el joven con una sonrisa pícara, típica de él.-¿Te gusta lo que viste?-Mumura con jugueteria, sin borrar la sonrisa.

-Ya quisieras, Hamada.-Bufe rodando los ojos en un murmullo.

Ambos ya estábamos lo suficientemente decentes como para aparentar normalidad, cuando Tadashi se apareció en la cocina.

-¿Todo en orden?-Pregunta el mayor de los hermanos, recostado de uno de los muros contiguos a la entrada, de brazos cruzados y una ceja en alto. Detallandonos tanto a Hiro como a mi con la mirada.

A pesar de que su tono era lo que se podía considerar como normal, habia algo más en él... Como un deje de molestia combinado con algo más.

One last chance. -Tadashi Hamada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora