5 de Mayo de 1997.

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Mi vida había cambiado en el mismo instante en el que el doctor nos dijo que mi mujer era estéril.

Desde ese día,
nada era igual.
Ya no vemos televisión juntos,
ni programamos jornadas de lectura en la terraza.
Nos hemos vuelto como aquellas parejas cuyo único parecido
son las cuentas que comparten.

Todo es diferente y lo odio.
Odio el hecho de amarla tanto y
odiarla al tiempo por ser tan tonta.
Ella es consciente de cuánto la amo,
ella sabe que nunca la dejaré.
Me molesta tanto el hecho de que nuestro matrimonio,
nuestra vida perfecta,
todo,
se esté yendo a la borda.
Me odio a mí por ser tan egoísta.
Odio la empresa donde trabajo,
odio al camionero que provocó el accidente de mis padres,
odio a los padres sustitutos que tuve,
odio mi vida.
Odio todo.

Pero, sobre todo,
estoy harto de odiar.

Súbita Vorágine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora