Bola de Nieve

33 7 1
                                    

Ahí se encontraban, doctora y paciente en una sesión que apenas había cursado los quince minutos del inicio del relato. La doctora Mikasa Ackerman, quien había ido a Harvad y a Oxford gracias a su gran inteligencia y su gran desempeño, quien estudió psicología pues tenía un gran talento en la mente humana no se explicaba aún como ayudar a un pobre idiota enamorado de otro idiota enamorado.

- ¿Y qué pasó después del día que conoció a la novia de Nile? - Preguntó frustrada; hace tanto no había deseado tener la siguiente sesión con el siguiente paciente, pero para su desgracia él hombre frente a él había aparcado todas las siguientes sesiones para sí mismo por lo que sólo esperaba terminar rápidamente e irse a casa lo más pronto posible.

- Bueno, Nile siguió llevándola al bar junto a nosotros y ella se iba horas antes que nosotros hasta que dos semanas después de conocerla, ella decidió irse con Nile y conmigo. - Contestó como un niño pequeño le contesta a su madre cuando no le dan lo que quiere. La azabache escribió en su libreta en letras grandes "COMPLEJO DE IDIOTA".







Mike, Nile y Mrie iban caminando juntos, sólo que éstos dos últimos estaban más juntos y ésto le molestaba mucho al rubio. - ¿Te pasa algo Perro?, creí que te gustaba caminar a casa para descanzar. - Claro que para él pelinegro no pasó desapercibido y tampoco la oportunidad de burlarse de él con ese apodo que había condecorado porque todas y cada una de las acciones del rubio eran como las de él amigo más fiel del hombre: el perro.

- Sí, claro que me gusta. Sólo que me duele un poco el estómago. - Intentó excusarse mientras abrazaba su barriga actuando como si de verdad le doliera el estómago.

- ¡Oh, Mike!, yo sé una receta que hará que te deje de doler. ¿Quieres que te la dé? - Preguntó amablemente la castaña al "perro rabioso" a su lado.

- No gracias, tomaré unas pastillas y me sentiré mejor. - Sonrió con verdadero esfuerzo, pues odiaba tener que ser amable con las mujeres que ocupaban el lugar que él no podía tener.

- Sí Marie, déjalo. Mañana pasaré a su casa a ver cómo sigue. - Eso hizo que él rubio estuviera a nada de saltar de alegría después de escuchar eso. - De todas formas iba a ir a dejarle el libro que me pidió prestado, ¿verdad?. - Le miraron expectantes a su respuesta pero él estaba confundido hasta que recordó que le había pedido prestado un libro que según Erwin, Nile jamás leería por ser romántico y dirigido a un público adolescente, pero otra cosa que no sabía de él, era que su librero estaba lleno de ésos libros, desde "Crepúsculo" hasta "Ciudades de Papel".

- ¡Ah, sí claro!. - Contestó vivaz; al darse cuenta de que había llegado a su edificio se despidió de la pareja y entró a éste, subió las escaleras hasta su departamento el cual abrió y en el que entró rápidamente dando brincos y chillidos de adolescente, alzó a Gata dándole vueltas en el aire y una gran preocupación por la vida de la misma. - ¡Gata!, ¡Nile vendrá mañana! ¡vendrá mañana!. - Exclamó con todas sus fuerzas dando pequeños bailes de victoria y saltitos de ésto mismo. Ésa noche hizo honor a su apodo e hizo un lío todo su departamento – lío que ordenó pues no tendría fuerzas en la mañana como para arreglarlo nuevamente –, ni siquiera durmió de tan emocionado que se sentía y así como la energía vino se fue en la mañana; justo cuando estaba por cerrar sus ojos para dormir, escuchó la puerta ser golpeada fuertemente, sabía quién era por lo que no se quejó por nada en el mundo y fue a abrir, al hacerlo, se encontró con la figura que en sus sueños más oscuros veía con tanta emoción y descaro, sólo que ahora estaba vestida.

- Traje el libro. - Le pasó el objeto para después, sin invitación pasar; ya era costumbre que lo hiciése, pues no era raro que él más alto siempre le pidiera un libro al otro. Éste se sentó a lado de Gata y la acarició suavemente, algo que le gustaba que hiciésen con ella. - Sigo pensando que "Gata" no es apropiado para una gata. - Comentó él pelinegro.

- No soy muy creativo con los nombres. - Se excusó Mike mientras preparaba dos tazas bien cargadas de café para los dos. - ¿Por qué no se lo pones tú? - Le preguntó y éste empezó a pensar, cuando Mike le trajo la taza de café ya tenía una sugerencia a su pedido.

- ¿Qué tal si la llamas "Bola de nieve"? - Sugirió por las manchas blancas que tenía en mayor cantidad la minina siendo la minoría amarillentas.

- Tal vez, oye "Bola de Nieve". - Le llamó él rubio y ésta volteó rápidamente a verle, eso le sorprendió mucho pero le agradaba que le gustara su nombre. - Bien, ahora se llamará Bola de Nieve.

- Te dije que es un buen nombre. - Los dos adultos rieron y siguieron conversando hasta que una pregunta cruzó por la mente de Nile. - ¿Y cómo te sientes de tu estómago?

-¿De mi qué?... ¡Ah, sí! Mucho mejor, las pastillas resultaron muy buenas. - Intentó reparar su equivocación inicial con una mala actuación de "sentirse bien".

- Así que no te dolía el estómago. - Contestó con una sonrisa de sorna entre sus labios.

- ¡Claro que me dolía y mucho!, pero las pastillas funcionaron.

- ¿No será que estabas celoso de que Marie se nos uniera? porque parece que es así. -Comenzó a burlarse del más alto haciendo que éste se sonrojara y comenzara a negar repetidas veces de lo que en realidad había sucedido.

- ¡No es verdad!. - Se abalanzó al pelinegro haciendo que éste cayera de espaldas en el sofá y comenzaran una pelea amistosa entre los dos. Cuando estuvieron a punto de golpear a la ahora llamada Bola de Nieve, Nile empujó a Mike hacia el suelo haciendo que éste lo jalara consigo y las posiciones se invirtieran, y no sólo eso, también quedaran muy cerca uno del otro. Mike estaba a punto de acercarse más al otro cuando éste se paró de inmediato para después poner una excusa de que debía hacer unas cosas, exactamente con Marie, algo que lastimó fuertemente el pobre corazón del otro que se quedó sólo junto a Bola de Nieve en el departamento. - Bola de Nieve, ¿eh?. Mejor te dejo Gata, ése nombre nunca jamás te va a abandonar. 





- ¿Qué pasa con usted?, créame que he visto a muchas personas con problemas más graves que ésto. Entonces, ¿por qué está aquí? - Preguntó la doctora nuevamente.

- Mire doctora Ackerman, aquí quien paga soy yo así que usted siga escuchando mientras recibe mi dinero. - Aclaró ese punto para continuar con su relato.

Amor PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora