Cena de Perro y Cabra

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- ¿Vivieron juntos? - Preguntó la doctora Mikasa.

- Sí, es que su edificio fue vendido para después ser demolido. Marie le ofreció su departamento pero él dijo que eso era muy pronto para su relación, así que me pidió que le diera posada. - Una sonrisa con sorna hizo aparición en su rostro, dejándole ver a la doctora que le encantaba el haber sido escogido antes que cualquiera.

- Y no desaprovechaste la oportunidad, como cuando le diste el beso en la frente.

- ¿Qué le puedo decir?, lo amo y cualquier muestra de cariño de él o hacia él me llenan completamente.

- ¿No crees que dependes excesivamente de él? - Le miró enarcando y una ceja mientras ladeaba cabeza y éste bajó la suya.

- Sí, lo hago. ¿Pero qué no es el amor así?, ¿dependes tanto de ésa persona que terminas haciendo locuras por ella, aún sabiendo que no te llevarán a ningún lado?. Entiendo el hecho de que lo que hago es estúpido, que me estoy aferrando a algo que jamás sucederá, pero no me importa si al menos así puedo estar a su lado. - Contestó dejando escapar algo que mantenía encerrado en su corazón desde hacía tanto tiempo y que sólo a Nile le había contado de "aquella persona".

- Entiendo. Por favor, continúe.



Ya llevaban un mes vivendo juntos y las cosas entre ellos eran muy buenas, desayunaban juntos, leían juntos, jugaban videojuegos de su infancia juntos, tomaban café mientras comían juntos, se contaban cómo les había en el día juntos y si apostaban, salían a cenar juntos. Mike no podía sentirse más dichoso, amaba pasar todo ese tiempo junto a Nile y viceversa pues cuando éste último había comenzado a vivir junto al otro había dicho que encontraría un departamento propio para no molestarlo, pero en el fondo de su corazón sabía bien que le encantaba vivir ahí; no sólo porque él rubio no había hecho nada que le disgustase totalmente, sino también porque su compañía lo hacía sentir felíz y lo reconfortaba y más cuando discutió con Marie por haber faltado a la cena de la familia de ella y no querer vivir a su lado porque era apresurado en su relación; Mike lo reconfortaba, Mike lo hacía felíz.

- ¡Te gané! - Le gritó en la cara él rubio mientras se burlaba con un pequeño baile por haberle ganado en un videojuego.

- Que infantil eres. - Le dijo, pero la verdad era que estaba molesto de haber perdido.

- Ya, ya. Tendremos la revancha después, ahora tienes que pagar. - Se levantó tomando su abrigo y sus llaves para después abrir la puerta de entrada mientras esperaba a que él pelinegro tomara su abrigo y dinero; hoy él que invitaría la cena sería él.

- Per yo escojo el lugar. - Le dijo al más alto y éste asintió con una sonrisa. Caminaron unas cuantas calles que Mike recordaba bien, pues cuando él y Nile eran jóvenes iban a cenar ahí, era uno de los lugares que había compartido junto a él y uno de los más especiales. Al llegar, no pudo evitar emocionarse y su sonrisa y luz en sus ojos salió a relucir con mucha emoción y alegría. - Creí que te gustaría; hace poco reabrieron y dicen que remodelaron completamente el lugar y los platillos son mejores. - Mencionó él pelinegro sintiéndose felíz de ver toda esa alegría reflejada en su rostro; Mike rápidamente lo abrazó con fuerza dándole las gracias por haberlo traido, pues cuando cerraron el lugar él había quedado un poco triste, pero ahora se sentía muy felíz de verlo abierto.
    Entraron y se sentaron en una mesa junto a la ventana; mientras esperaban ser atendidos comenzaron a charlar de las cosas graciosas que habían pasado en el trabajo a causa de una "loquita" de cola de caballo y un "enanín" al cual molestaba con tanta dedicación. Cuando llegó la mesera, ésta tenía un pedazo de patata en la boca por lo que entenderle resultaba muy difícil, pero lograron pedir sus órdenes y seguir charlando después de la ida de la ahora nombrada por Nile: "chica patata". Pasó un largo rato cuando les trajeron sus órdenes por la "chica patata" quien ahora traía un pedazo de pan en una mano mientras que con la otra sostenía la bandeja con las órdenes.

- Aquí están sus órdenes, señor "cara de chiva". - Comentó sin pensar lo último haciendo que éste se enojara y Mike se carcajeara por el apodo con el que le habían condecorado. La chica se fue rápidamente dejando las órdenes en su lugar mientras que Nile miraba de mala manera al hombre frente a él.

- No es gracioso.

- Ahora sabes lo que se siente que te pongan apodos. - Comentó mientras su respiración se regulaba por todo el esfuerzo de haberse carcajeado.

- Bien, pero eso no te quita parecer un perro.

- Y a tí lo "cara de chiva". - Mike recibió un poderoso golpe en su cabeza por hacerse él "gracioso" pero al final terminaron riendo de lo ridículos que sonaban sus apodos así como una que otra broma de con éstos. Después de cenar se dignaron por ir a casa, Mike rodeaba al más bajo con un brazo sobre sus hombros mientras que él otro apoyaba su cabeza en uno de sus pectorales. Al doblar en una esquina se encontraron con alguien que podría malinterpretar la situación y con la cual las cosas estaban densas entre Nile y ella: Marie.

- Marie, ¿qué haces aquí? - Se soltó del agarre del más alto y se acercó a la castaña.

- Vivo a dos calles de aquí, lo sabes. ¿Tú que haces aquí? - El rostro de la castaña se veía confundido por haberlos visto abrazados a su novio y su compañero de departamento.

- Vinimos a cenar. - Le contestó Nile, mientras que Mike se sentía un tanto culpable por aprovecharse de vivir junto al pelinegro para estar junto a él todo el tiempo mientras que Marie y él estaban en un momento difícil de su relación.

- Nile, me voy a adelantar. ¿Por qué no charlan un poco? - La pareja vió cómo él rubio se iba, dejándolos ahí. Mike se encaminó a su hogar y cuando puso un pie dentro de éste no pudo evitar sentirse triste por saber que ahora ellos dos hablarían y se reconciliarían para después tener intimidad. Me lo merezco por ser egoísta, pensó; decidió darle de cenar a Gata, tomar una ducha y descanzar ya que era muy tarde, seguramente Nile no volvería al departamento esa noche.


Todo se encontraba en un completo silencio en medio de la oscuridad; dejó las llaves del departamento en el buró junto a la puerta, se quitó su abrigo y zapatos y con sumo cuidado se encaminó al baño de la habitación de Mike para poder darse una ducha y cambiarse la ropa por una pijama. Después de salir ya vestido del baño; caminó con delicadeza hacia la cama del rubio en vez de la suya y pudo apreciar las mejillas húmedas del más alto, las acarició para después posar su frente en una de ellas, así duró unos segundos para después ir a dormir a la cama que le correspondía, ya en ella cerró sus ojos y susurró como todas las noches así como Mike lo hacía.

-Buenas noches, Mike.

Amor PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora