Cometa

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Como era  posible que un cometa se quedara extendido contra el viento. Y que causara tanta emoción y la causa de que las pequeñas piernas de un niño se conecte con la velocidad. Aquellas carrera provocaba las barridas de las arenas blancas y ardiente de la playa.

Provocado que aterricen en el cuerpo de una pequeña niña de cabello blanco que se distraía con un lienzo que ahora estaba ligado con los granos de aquella arena blanca. La pintura se derramaba en toda la ropa de la niña ahora enojada con el pequeño que sostenía los hilos de su cometa que ahora la observaba con cierta travesura improvisada.

Se carcajeo provocando que le ardieran los cachetes y su diminuta barriga.

— fíjate por donde juegas Marco, dañaste mi pintura— le dijo sacudiendo la arena manchada de pintura fresca.

El niño envolvió el hilo para hacer la cometa mas corta de lo que ya era aun con la sonrisa atorada entre los labios. Tenia los cachetes rojos similares a los de un tomate recién cortado y su cabello rubio se despeinaba con el viento feroz que soplaba en aquella playa.

El sol era duro y despiadado. Le hacia dañó a sus pequeñitos ojos de niño inquieto.

— aun no me acostumbro a estas cosas— volvió a carcajear aguantándose su barriga que le dolía a mil.

— No me importa Marco— le ladro la niña aun enojada y inflando sus cachetes sonrojados por el sol picante.

El niño volvió a correr por toda la arena desocupada que le era regalada solo para el y para ella que aun se encontraba ardiendo de rabia y tentada a salir corriendo detrás de su amigo que solo se reía de su entupida actuación.

— ven Susy. — le grito el pequeños con un agitado viento escapándose  de sus labios ligeramente rosados.

— Para que? Primero pídeme perdón pedazo de ratón.

El la miró incrédulo y mordiéndose los labios grito con todas las fuerzas que aquellos pulmones le dejaba soltarlos al viento.

— con ese entupido insulto...menos 

La niña ya bastante cabreada se levanto de la arena empapada de pintura y con la velocidad del viento fue decidida a rasguñarlo. El la vio moverse a tal velocidad que sin pensarlo dos veces salio disparado de la arena hacia no saber donde por el susto que le tocaba el cuerpo.

— Susy!!!— la voz se le desgarro del susto que lo hacia palidecer mas de lo que ya era.

— No corras de mi niño tonto.

La observó correr detrás de su espalda viendo como  sus cortas piernas sin poder creer que lo estaba  alcanzar.

Ella era mucho mas bajita que el y aquellas piernitas eran extremadamente cortas podian alcanzarlo.

— que insulto— lloriqueo el antes de tropezarse con sus pies y caer sólido en aquella arena que le quemaba por la culpa del entupido sol que avisaba el medio día.

El hilo de la cometa se desato dejándola volar por el viento hasta desaparecer por las palmas. La niña río triunfante  sin poder creer.

—me duele el trasero por tu culpa— ella lo amenazo con una patada que provoco al niño enrollarse y aguantar las pequeñinas lagrimas.

— ya estamos a mano. Y ya deja de insultarme pequeña mocosa— otro chillido raspaba las paredes de su garganta.

Su rostro se volvió sereno ante el grito del chico. Ya no le causaba risa si no mas bien pena por la raspada garganta que traía.

— pídeme perdón Marco y te dejare de insultar rata, digo Capitán.

El apodo le causó una pequeña y calida sonrisa que le iluminaba aquellos ojos marrones.

El viento los besó como una hermosa melodía cantada por las hermosas hadas de un bosque encantado que seria sacado de un cuento.

— me gusta, esta mejor que rata— ignorando la petición de ella, Sus cachetes paliduchos se pintaron de rojo de la Vergüenza  y desviando la mirada a su mano que aun sostenía el hilo roto dijo- perdón

— Me debes mas pintura y lo sabes

— En la siguiente visita te las traigo. Promesa.

Siempre que le prometía los cumplía como una obligación que le nacía en su alma. Debiéndole cada favor que ella alguna vez le dio.
Una recompensa de vida. Una felicidad que se sumaba a su rara amistad.
Lo levanto de entre la arena blanca para luego ponerse a jugar en las aguas saladas.

Así pasaron las horas hasta que el cielo dejaba su brillo y se pintaba de gris igual a las cenizas del fuego que veía en la ventana pero esta vez el cielo no apestaba tanto como el fuego de sus recuerdos.

La madre de la niña se asomó por la hierba verde que terminaba cuando la arena comenzaba a apoderarse de todo ello. Limpiándose las manos con el delantal le grito a la chica.

— sube Susy, que la lluvia se oye venir.
Era verdad por que el olor a humedad  era arrastrada por el viento.

Volteando a  ver por última vez a su amigo, desvaneciéndose en el aire como una imagen hecha en su mente. Pensando que algún día volverá, algún día pero esta vez en carne y hueso. Sintiendo como su alma que se desvanecía por el aire dejaba a su paso un cálido aroma. Y un pequeño nudo atascado en sus pequeña garganta. Apuntó de desgarrarse.

Salio corriendo en busca de su madre con una profunda tristeza que intentaba agujerear su inocente alma.

La madre vio sus tiernos ojos tristecillos y con un dedo acarició su rostro buscando una respuesta de su pequeña hija.

— ¿pasa algo?

Quería contarle pero la tomaría como una niña con tanta imaginación, así que negó con su cabecita. Volviendo a mirar hacia el horizonte esperando a que el también la estuviese observando.

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Otro final triste, a este paso terminarás llorando por la madrugada.
Buenas noches a los que me leen
Un beso y nos vemos en el proximo cuento.

Un cuento cada nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora