Capitulo VII

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24 de abril, 1886.

Juliana se encontraba ordenando papeles desde muy temprano, estaba sonriendo, sin poder evitarlo, incluso si el señor se encontraba en la oficina, no parecía un mal hombre, cruzaron miradas y al parecer le había pegado el entusiasmo, ya que el solo dijo "qué animo el de esta jovencita" para luego sentarse a firmar, leer, cerrar sobres, etc. Juliana leía distintos archivos enérgicamente ¿La razón? En el desayuno, Tomás, uno de los mayordomos, le había comunicado que una joven apareció temprano con un sobre para ella, nada más ni nada menos que pases para el palco en el teatro, para asistir a ver el baile "Katerina". El tiempo le parecía que pasaba demasiado lento, después de horas de seguir con su trabajo, miró el reloj de pared, aún faltaba para el almuerzo, luego de ese momento tendría libre, para hablar con Lourdes.

Caminando hasta la planta baja, escuchó un par de quejidos, por lo que se acercó, sabía que quizás no debía, sin embargo su curiosidad le había ganado en ese instante. Al acercarse a uno de los ventanales que daban al gran jardín se encontró con el novio de Valentina intentando arreglar unos zapatos.

-¿Eso no debería hacerlo un zapatero?—preguntó con un poco de risa.

-¿Tú quién eres?—dijo con evidente molestia Lucho—igual no me da tiempo de ir a un zapatero-

-Soy quien trabaja en la oficina de tu padre...-Juliana aun lo veía pelear con el dichoso zapato—¿Quieres ayuda?-

-Eres zapatera...-Ironizo el chico.

-no, pero cuando no tienes dinero debes aprender a hacer las cosas a la fuerza—le dijo extendiendo la mano para ver que le ocurría, al notar la falla, tomo una de las herramientas que Lucho tenia esparcidas por el suelo, para luego lograr arreglarlo. En verdad era algo simple, pero no lo diría.

- sí, bueno...- Lucho solo le quitó el zapato de su mano y se fue a quien sabe dónde. Juliana solo frunció el ceño diciendo un sarcástico "de nada". Luego retomó el camino hasta el comedor del servicio. Ahora entendía porque Valentina no quería pasar ni el más mínimo tiempo con aquel chico, era una persona desagradable.

-Llegas tarde a comer...-Lourdes puso un plato de sopa frente a ella al sentarse –es extraño, nunca te atrasas—le dijo.

-mmm...-Juliana hizo un sonido al tragar rápidamente para hablar—me detuve para ayudar la joven Lucho "el simpático"—hizo comillas con sus dedos al terminar de hablar.

-Puede llegar a ser un joven difícil ¿Pero así es la gente rica, no?—contestó la mujer con gracia, para luego sentarse ella con un plato de sopa.

-No necesariamente...-le dijo Juliana de inmediato al recordar a Valentina. Era lógico si lo pensaba, ella era gente rica y no era para nada como su novio. Pensamiento que hizo que frunciera el ceño, otra vez.

-Supongo que la señorita Juliana conoce mucha gente rica...-Agregó Lourdes.

-No la conozco, solo las he observado, aunque podría poner el ejemplo de Valentina Carvajal sobre la mesa—le dijo con media sonrisa a la mayor, haciendo un gesto con el brazo dramático y sutil en la superficie de madera, como si estuviera mostrando algo.

-¡Ah! Me olvidaba que eran amigas—Lourdes trago del líquido que comía—bueno, ella es un caso diferente—agregó.

-Si lo es, pero ¿te refieres a algo más?- preguntó Juliana sin poder evitar la curiosidad que le creaba.

-La chica perdió a su madre siendo una niña, supongo que aprendió a la fuerza que no toda su felicidad es el dinero—Lourdes miró su plato fijamente. Juliana espero un poco a que siguiera pero solo se encontró silencio.

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