10 de Mayo, 1886.
"Querida Valentina:
No sé dónde has ido, esperaba tu carta después de lo ocurrido, aunque siempre imagino que debes estar ocupada, han pasado unos días en el que no nos hemos visto ¿Será normal extrañarte tanto en tan poco? Los días aquí han estado aburridos, pensaba que entre medio de conversaciones escucharía de ti, pero nada, es un poco aplastante, comprendería si no quisieras verme más, o escribirme, lo que ha pasado me mantiene confundida y nerviosa, mirando a las personas, temiendo de que puedan leer mis pensamientos, o que los mismos escapen entre las paredes cuando te nombro en voz alta estando sola... No sé qué más decir, solo confesar que te espero...
Atte: Juliana.
Las seis de la tarde, Valentina miraba nerviosa el carruaje en donde se encontraba, estaba leyendo esa carta en medio de sus hermanos, sería una inocencia demasiado estúpida pensar que su hermana Eva no estaría curiosa de aquello, tan solo porque iba mirando para afuera. Los tres habían llegado apenas hoy de un viaje sorpresa en el que los embarcó su padre, bueno, la verdad es que solo Guille era el importante ahí, ya que se trataba de un viaje de negocios y campaña a una provincia a 5 horas del lugar. Suspiró, la noche en la que había despedido a Juliana, su padre y sus hermanos la esperaban en la sala para tener esa conversación, a pesar de sus alegatos, teniendo como excusa la academia pero verdaderamente pensando también en Juliana, su padre hizo que hicieran las maletas para bastantes días, o así lo sintió ella. Ahora, a petición de ella pasaron a la academia, para ver unas cuantas cosas que Ana le encargó después de su viaje, y aprovechar el viaje a ver si la morena le había escrito algo. Suspiró otra vez, tenía esta urgente e inexplicable necesidad de que no se molestara, y la inquietante sensación de que lo estaba. Arrugo la hoja, con pesar, si tenía suerte, la podría estirar después en la quietud de su habitación.
No la había pasado mal en verdad, claro que siempre sobraban las propuestas matrimoniales, se habían quedado en la casa del alcalde, en donde fueron recibidos muy bien por su señora, quien le hablaba cada cinco minutos maravillas de su hijo, a su pesar, ya que se le notaba a leguas el interés que tenía la mayor en integrar a Eva en su familia, compartían las mismas opiniones, solo que Eva ya se encontraba casada. Por su parte, hablaba más con la hija menor, tenía doce años, pero sus preguntas genuinas acerca de cómo nacían las mariposas le parecían más entretenidas de contestar. Al bajarse del carruaje se dirigió hasta su habitación, sin tomar en cuenta la presencia de Eva que la seguía.
-Vale ¿Estas bien?- Le preguntó su hermana, genuinamente preocupada.
-Si ¿Por qué?- Contestó, fingiendo un poco de desconcierto ante la pregunta.
- Pues porque se nota hace dos días tu inquietud, o no sé qué tienes, no creas que no vi tu rostro al leer aquella carta que traías...- Eva entró completamente a su habitación, su cabello tomado en un moño elegante combinado con toda su expresión, haciendo más difícil mirarle a la cara.- ¿Es de Lucho?-
- No, con Lucho está todo bien, de hecho tengo pensado visitarlo hoy en la cena, a ver si accede. Son solo... ya sabes, cartas de fan, algunas más raras que las otras.- Valentina, a diferencia de su hermana, llevaba una cola baja, al decir eso, se tocó la frente y movió su mano para acentuar el desinterés que quería fingir. De pronto se atrevió a enfrentar sus miradas.- Si estuve inquieta debe haber sido por los ensayos, también sabes lo que me apasiona bailar.- agregó.
- Vale me preocupa que estés demasiado ocupada con el baile descuidando otras cosas, tu futuro, Lucho ¿Qué vas hacer cuando seas más vieja?- le dijo Eva.
- No te preocupes demasiado hermana, eso sí envejece.- Respondió mientras acomodaba unas cosas, con el papel arrugado aun entre sus ropas. Eva sonrió y le tocó el hombro antes de irse. Valentina suspiró otra vez, de alivio, sacó la hoja y la estiró lo más que pudo, llevándola a su pecho un momento, luego fue hasta la puerta para cerrarla con seguro, para después dirigirse hasta una pequeño cofre con llave, que cuando se abría una bailarina daba vueltas con la un pequeño extracto de "para Elisa" su madre se la había regalado, ahí es donde guardaba las cartas de Juliana. No iba a negar que le producía inquietud, de la forma en que pensaba acerca de ella, de como recordaba el sabor de sus labios y la sensación alojada en su estómago al pensar en ella, aun no podía ver todo ese claramente y se le estaba haciendo un lío ¿Qué diría su madre de ver todo esto? De seguro la tratarían como una enferma ¿Eso era lo que Dios tenía pensado para ella? Como si sus inquietudes no fueran suficientes, encima vienen a decirle que... Ni siquiera podía completar lo que quería pensar. Las lágrimas no tardaron en llegar, sabía lo que era lo correcto, el deber, pero su corazón de negaba completamente a esa idea. Quizás ya era muy tarde para visitar a Lucho, prefirió deshacerse de su ropa y meterse a la cama.

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Letters.
Ficción históricaAl rededor de los años 1880, una joven bailarina de la nobleza, se encuentra con una promesa de la escritura quien vive las dificultades de sus orígenes.