30 de marzo 1886
-¡Juliana!-
-¡Juliana!-
Juliana quería ignorar el incesante llamado de su madre, estar cerca de la hora de almuerzo significaba sacar algunas verduras del huerto, esa actividad casi nunca le desagradaba tanto, solo cuando estaba escribiendo en un ambiente perfecto, un café acompañaba al escritorio viejo en su habitación. No tenía demasiado escrito, solo unas líneas, rayadas, podía sentir su mente intentando trabajar a mil por hora, ramas y plantas crecían alrededor suyo, como la más burda fantasía de algo quieto pero vivo, tenaz, creciente.
--¡Juliana!—último grito.
--¡Ya voy!-gritó de vuelta, se paró sin dejar de mirar el papel vacío un poco decepcionada, esperaba que después de la sensación del viernes pasado, su inspiración estaría de vuelta. Sacudió la cabeza un poco alejando aquellas ideas y fue hasta donde su madre.
--¿Qué sucede?—pregunto al ver a la mayor amasar.
--necesito que vayas a buscar este encargo donde la señora Mercedes, la que vive en el centro, puedes irte caminando y ten—Lupe le tiró un par de monedas—ves si alguien te trae en carruaje con la canasta de ropa—finalizó. Juliana abrió los ojos.
--Caminando, en serio—contesto casi sarcásticamente.
--Bueno ¿y que más quieres que haga?—Lupe se volteo con menos paciencia para mirarle a la cara, Juliana también se unió a la pelea de miradas, sabiendo que iba a perder, o dejándose, no era como si quisiera discutir con su madre demasiado, le debía tener respeto, aunque eso se contradijera a alguna de sus ideas...pero siempre estaba el cariño que la convencía de aquello ¿cierto?
--Está bien—Dijo suave. Buscó su abrigo y salió de la casa sintiendo la frescura del día. Si lo pensaba bien, no era demasiado largo el camino, pero tampoco corto, quizás se encontraba un poco frustrada eso es todo.
Le quedaban al menos 10 minutos de camino cuando una carreta se paró al lado de ella, haciendo que volteara.
--¿Por qué nunca me pides que te lleve?—dijo Panchito, sorprendido de encontrarla caminando.
--pues porque no quiero—contesto Juliana reprimiendo una sonrisa.
--Mentirosa—Panchito palpó el puesto al lado de él para que la otra subiera.
--bueno ya ¿me creerías si te dijera que algunas veces, en mi vida, no quisiera molestar?—Juliana dijo eso en tono relajado y chistoso, sin embargo, su mirada estaba en sus pies, si ella consideraba los hechos de su historia, podría considerarse que así es su existencia. Pensaba.
--No lo eres—dijo el hombre sin dejar de mirar al frente y dándole la orden a su caballo para que continuara--¿Dónde vas?—
--Donde la simpática señora Mercedes—dijo Juliana—La Lupe a veces arregla sus ropas de cama y cosas así—agrego.
--que coincidencia, también me dirijo hasta allá—Panchito la miró brevemente sin perder el camino.
--no sé si existen las coincidencia, creo que un hecho de sucesos se unen, a espaldas nuestras o no, para llevarnos hasta donde estamos—se atrevió a decir Juliana, generalmente las personas no aceptaban del todo lo que decía, a pesar de que solo fueran conjeturas o que les llamaran como quisieran.
-¿Dios?—preguntó panchito con evidente curiosidad.
--¿Tú crees eso?—Juliana observo a Panchito asentir—no lo sé Panchito, a veces pienso que Dios solo está ahí para salvarnos de lo que no queremos ser responsables—susurro
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Letters.
Historical FictionAl rededor de los años 1880, una joven bailarina de la nobleza, se encuentra con una promesa de la escritura quien vive las dificultades de sus orígenes.