Un día soleado

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Dormir no es algo que se le dé demasiado bien a Ala Walker, y esa noche no iba ser sencillo, desde pequeña tuvo problemas para conciliar el sueño, iban uno, dos, tres y los cuentos se le acababan a Sarah Walker, pero Ala simplemente no dormía, impaciente e hiperactiva como siempre, mientras devoraba historias que salían de la boca de su madre, ella se emocionaba por la siguiente que vendría, preguntándose ¿De qué tratará esta vez?, ¿Qué pasará al final?, de pequeña adivinaba el hilo de la historia, sabría donde se escondería el lobo malo, y unos años más tarde, devoraría libros por cuenta propia, adivinando desde siempre, quién es el asesino. Sin embargo la situación lejos estaba de parecerse a uno de sus libros de detectives, sabía que esto era diferente, desconocido y sobre todo, era real, en los libros se ponen en juegos unas líneas de palabras y un concepto imaginario representado por un nombre, pero en la vida real no se esta jugando, estan en riesgo verdaderas vidas humanas, no es que tuviera miedo de que algo le pasara a ella, sino que tenía miedo de no encotrar nada. Ala se tiró en la cama y se quedó un rato mirando al techo, a las estrellas de plastico luminosas que trajo de Nueva York, unas estrellitas que desde los nueve años la han acompañado en la habitación. Tras un momento de meditación mirando aquel cielo ficticio voltea a ver el tocador de madera al lado de su cama para observar su reloj digital negro, se sorprende al percatarse que ya son las 3 am, la emoción y nervios de Ala no disminuyen pero sabe que le quedan pocas horas de descanso antes de tener que ir a la escuela, así que apaga su luz de tocador que su padre le regaló en algún cumpleaños y cierra los ojos, intenta conciliar el sueño, contar ovejas nunca le ha funcionado pero sabe que necesita estar descansada para dar lo mejor de sí.

Amanece y se percibe un día soleado y cálido, un clima que pinta a la ciudad de otro color, le da vida y la rejuvenece, saca a florecer las maravillosas vistas de Aubery, Ala apenas pudo dormir una hora y cansada apaga la alarma que le irrita los oídos, de esas que parecen las sirenas que suenan cuando un desastre se aproxima, sabe que es molesto, pero sabe también que es la única forma en que una alarma pueda lograr levantarla, se para enseguida y la molestia se ha ido, esta somnolienta pero la emoción le quita el sueño, se siente renovada a pesar de su cansancio, se viste rápidamente, coge su cepillo azul, de esos que giran automáticamente y le embadurna de pasta dental con sabor a menta, su favorita por la sensación que le deja en la boca, una vez terminó de arreglarse, tomó su libreta con los apuntes de la investigación y la tiró dentro de su mochila, agarró un plátano de la cocina, del frigorífico tomó una caja de su bebida favorita; leche de chocolate, enseguida habló a su madre y la apuró a salir, -¡Vamos mamá! ¡Hoy es un día maravilloso en Aubery! ¿No ves? ¿Dónde esta tu energía?-  Su mamá aún algo resentida por la pequeña discusión de ayer, decide borrar sus recuerdos como se resetea una grabadora o un reproductor de música. Ambas mujeres, madre e hija suben al auto, Sarah pregunta -¿Pasó algo hija? ¿Por qué estás tan emocionada?-
Ala contesta -No mamá no pasa nada, excepto que el sol está alto, y ¡Aubery está vivo!-  Sarah sonríe, Ala le devuelve la sonrisa y continúan platicando en el camino a la escuela, una nostalgia invade a Sarah quien se dirige a Ala -¿Recuerdas cuando tenías 6 años? Y tu padre y yo hacíamos el desayuno mientras tú veías las caricaturas en la tv, siempre solías pedir hotcakes con tocino y tu infaltable leche de chocolate.- Ala recuerda, y se apena un poco, pero siente también esa nostalgia y responde -Si mamá, lo recuerdo perfecto, también recuerdo cuando tu y papá iban a mi habitación por la noche y me leían cuentos para poder dormir, y yo no podía por que estaba fascinada con aquellas historias.- Sarah y Ala por un segundo reviven esos momentos, y encarnan el sentimiento de felicidad que acarrean, Sarah continúa-Recuerdo que mientras leía los cuentos, tu padre y tu miraban a las estrellas en el techo, y trataban de adivinar qué sucedería y como siempre casi siempre ganabas, enserio eras muy buena para eso.- Ala muestra una sonrisa nostálgica, mira a la calle por la ventana del auto y observa como el sol traspasa por las hojas de los árboles y le dice a Sarah -Extraño a papá, sé que tu y el trabajan mucho por que tienen que hacerlo, sé que si no lo hicieran no tendríamos un hogar, sé que papá perdió su trabajo en Nueva York y no me importó dejar atrás la vida que teníamos ahí, pero siento como si la casa y los amigos no fuera lo único que perdí, extraño a papá y ni siquiera pude escucharlo llegar anoche, e incluso antes de que fuera a la escuela, como siempre él ya no estaba.- Sarah comprende los sentimientos que envuelven a Ala - Lo entiendo hija, sé como te sientes, tu padre llego a las cuatro ayer haciendo horas extra en la firma arquitectónica y no sé hasta cuando tenga que seguir haciendo horas extra, pero te prometo que hablaré con el y que nos involucraremos más en tu vida, encontraremos la forma que sea un poco más como era antes.- Ala sonríe de nuevo a su madre y concluye -Gracias mamá, no estoy pidiendo que pasemos todo el día juntos, solo sería lindo pasar algo de tiempo todos juntos de vez en cuando, sé que se esfuerzan mucho y en verdad estoy orgullosa de ustedes dos.- Sarah esta feliz, siente que está más cerca de su hija, que la comprende un poco mejor y sus palabras le llegan al corazón.

Poco tiempo después llegan a la escuela y Ala baja del auto despidiéndose de su madre con un beso, un abrazo y un "te amo mamá"

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Poco tiempo después llegan a la escuela y Ala baja del auto despidiéndose de su madre con un beso, un abrazo y un "te amo mamá". Tras agarrar su mochila y cerrar la puerta del auto siente una extraño cosquilleo, como si algo hubiera olvidado, es entonces que mientras caminaba lentamente dirigiéndose hacia su salón, pasando el arco y la gran estatua de Francis Coldberg Aubery, se le viene una memoria a la mente y piensa entonces confundida en aquella nota con su nombre que encontró Zoey en una de las bolsas de la mochila y al entrar al salón número 9 con el  3ºA escrito en la puerta, mira a las caras de varios de sus compañeros que habían llegado antes y recuerda entonces que las desapariciones no son el único misterio que debe resolver.

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