Fénix

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Era un día nublado como cualquier otro en el distrito doce, las calles se encontraban abrumadas por la aglomeración tan grande de gente triste y pobre ahí acumulada, todos ellos carecían de vida o propósito, tenían un carisma casi nulo y su alma era tan fácil de leer como un libro en blanco.

La vida era monótona, más que aburrida, cansada, no había mucho que hacer, no había mucho que disfrutar, las viviendas eran tan pobres como las personas en ellas, la comida escaseaba al igual que el agua y los bienes primordiales para sobrevivir, lo único con algo de felicidad en ese pequeño lugar podrían tal vez ser los niños corriendo y jugueteando por las calles, pero no ese día.

La gente salía a comprar apurada, capital ahorrada durante tal vez un año gastada en manjares de poco lujo o juguetes para niños, como si fuera algún tipo de festividad la que se aproximaba. Contrariamente a ello, lo que se acercaba era el día más temido de cualquier ciudadano de Panem, preparaban a sus familias, como darle una última comida a un convicto destinado a pena de muerte, nadie sabía si estarían viviendo su último día en casa con sus familiares, en unos días podrían encontrarse dejados a su suerte en un matadero.

Ese día era 3 de Julio, un día nublado y oscuro, con un aire casi tenebroso y abrumador, todos se encontraban tristes y ansiosos, las madres cargaban a sus niños y se aferraban a ellos como si alguien se los fuera a arrebatar, intentando reprimir cualquier lágrima que amenazara mostrarse en sus ojos. El día siguiente sería el día de la cosecha, o como todos le conocían al evento que se aproximaba con pavor:
Los juegos del hambre.
Este evento ha sido realizado desde los días oscuros, un atroz acontecimiento realizado cada año desde esa fecha por el Capitolio (regidor de los distritos y el país) donde se asesinan brutalmente a dos tributos de cada distritos elegidos en cada día de la cosecha. Esta ocasión serían los 52 juegos del hambre, hace dos años había ocurrido el segundo Vasallaje ( Son como los juegos del hambre, solo que el presidente añade una regla al azar para dificultar más los juegos, se realizan cada 25 años). El distrito 12 sólo había tenido un ganador, fue durante ese Vasallaje, se era dicho que aquel muchacho era frío y terco, el Capitolio le odiaba, en el distrito parecía que muchos se habían olvidado de él, pero con el constante miedo a morir cada día, quién no olvidaría algo tan irrelevante.

Por las calles iba una joven, no lucía muy alta y a pesar de no ser muy delgada tampoco lucía robusta, no llevaba prendas elegantes, su tez color oliva lucía limpia y aseada, llevaba unos zapatos ya desgastados de algún material barato y caminaba con gracia por aquellas calles tan congregadas, llevaba una pequeña cesta elaborada - por cómo se podía apreciar - hecha a mano, de algún pino, notablemente por la calidad de la madera, no llevaba gran cantidad de cosas, nada parecía muy costoso o extravagante,a pesar de que todos estaban con prisa jamás sería bueno llamar la atención con algo muy caro, su cabello negro iba atado en una coleta de poca extensión, tenía unos ojos extrañamente cafés claros los cuales resaltaban raramente por su cabellera tan oscura, llevaba una sonrisa en su rostro, a pesar de parecer tan feliz, no se debía su emoción a nada que se relacionará con el evento continúo a ese día, si no que la fecha próxima sería su cumpleaños y tendría una pequeña comida con su hermano, la chica entró apurada a una librería, todo se encontraba viejo y empolvado, entrar a una librería es de mal gusto pero era una tradición que su madre le había heredado, el leer libros para ella y su hermano. Al entrar buscó con la mirada entre los títulos de estos, eran realmente baratos comparados al alimento, tomó uno y al pagarlo observó a la vendedora; una mujer de edad ya bastante avanzada, su vista casi nula y carecía de sentimiento, la pelinegra le miró con aflicción, su aspecto era terrible, el mirarle fijamente te causaba lástima y tristeza, sus ojos aunque estaban nublados te permitían leer su alma vacía.

𝕴𝖓𝖒𝖔𝖗𝖙𝖆𝖑𝖎𝖙𝖞 - ᴴᵃʸᵐⁱᵗᶜʰ ᴬᵇᵉʳⁿᵃᵗʰʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora