[Ahri X Sett] Sangre Vastaya

El Desollador

Desde la noche en el lago se habían vuelto más unidos, pero "olvidaban" el momento en que estaban a punto de besarse.

— ¿Y cómo está tu madre?— Preguntó la vastaya

— Me dijo que ya no se ha cruzado con esos sujetos, es bueno.

Su acción no fue del todo mala...

"¡El Desollador se lleva la victoria!" Gritó el presentador.

— ¿Cuándo regresó?— Preguntó con cierta desconfianza.

— Hace algunas noches, y aún así continúa con esa actitud— Refiriéndose a cómo reaccionaba ante la emoción del público.

Desde su combate, Ahri no le tiene ninguna confianza al gladiador, realmente prefiere conservar su distancia ahora que rondará por los pasillos.

Ambos vieron cómo trabajadores se encargaron de cargar el cadáver del perdedor a una carretilla llena de otros más.

Sett notó que eso le disgustaba a la joven, aunque realmente ya sabía ese dato sobre ella. Pensaba en decirle algo reconfortante pero cierta morena llegó a interrumpirlos...

— Jefe— Le nombró en forma de saludo, pero era notable que ignoraba a la peli-azul. 

La joven vastaya de inmediato se sintió apartada.— Con permiso— Bajó del balcón de piedra en donde estaba sentada, pero antes de que se fuera, el mestizo la detuvo sosteniéndola de la mano.

— Espera— Actuó por impulso más que otra cosa.

— Tengo que ir a trabajar, Sett— Le miró con calma y sonriente, deslizó su mano suavemente fuera de la de su jefe, dejando un cosquilleo en la última parte de su mano que tocó la joven.

Regresó a donde estaba junto a su amiga algo decaído; su amiga lo notó y se guardó la molestia para ella misma.

Pasaron las horas y ya casi todos se habían ido. Sett estaba por irse pero resultó interrumpido por su campeón estrella.

— Tenemos algunas cuentas que arreglar, Jefe— Mencionó cargando consigo una bolsa llena de dinero.

— ...¿Cuál es el problema?— Le pregunta con algo de desinterés.

— Acabo de arrasar con toda la arena, atraje a una gran multitud esta noche, merezco más dinero del que tengo— El fortachón respondió con un directo no.

La conversación estaba llamando la atención de todos los que quedaban ahí.

— ¿¡Sabes cuántas personas en el mundo pueden hacer lo que yo hago!? ¡Nueve!— El sujeto explotó— ¡No eres más que un campeón venido a menos! ¡Has engordado!— Al fondo se escuchó una carcajada ahogada proveniente de la joven vastaya, a esto, Vanessa le dio un manotazo en la cabeza  para que se callara, no sirvió de nada, continuó riendo tratando de no llamar la atención— ¡Ya no sabes lo que es arriesgar el pellejo en la arena! ¡Cualquiera podría hacer tu trabajo!

Al jefe le disgustaba lo que decía.

— ¿Ah sí? Sabes... Arreglémoslo en la arena, demostremos qué tan bajo he caído— Le retó.

— Si yo gano me quedo con la arena. Y todo lo que hay en ella.

Todos estaban más que atentos a la situación preguntándose sobre el futuro de la arena. Esperaban que el jefe mencionara sus condiciones pero sólo pidió que pelearan con audiencia. Ambos combatientes se retiraron de la habitación, pero el jefe dio una última mirada a su amiga vastayana.

— Te vio— Le canturreó la oji-azul.

— Pff calla— Bufó por la obvia declaración de su amiga.