CAPÍTULO 1

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Parecía mentira que a pesar de ser el mismo campus, las mismas aulas, los mismos compañeros... estaba casi tan nerviosa como el primer día del primer curso. Me miré en el espejo una última vez y salí de mi piso. Empecé a escuchar música con los auriculares mientras y me dirigí a la facultad, de la que por suerte no vivía lejos y no tenía que coger el metro o el bus. En la puerta me encontré a dos de mis amigas fumando, así que me quedé hablando con ellas, esperando a que terminasen antes de entrar. Estaba de espaldas a la puerta así que no vi cuando alguien me tiraba muy levemente de un rizo. Me giré para encontrarme con Fred. Me sonrió y me dijo:

—Te estoy vigilando, Granger. Como te vea fumar te voy a tener que castigar.

—Sabes que no fumo, y aunque lo hiciera tú también lo haces y no querrías que se lo contase a cierta persona... —dije, ambos sabiendo que me refería a su madre.

—Esa no es manera de tratar a tus superiores. En fin, me voy que tengo que buscar mi clase. Nos vemos luego, enana.

En cuanto se fue vi que mis amigas me estaban mirando con la boca abierta.

—¡¿Quién era ese dios griego?! —dijo Lavender.

No pude evitar reírme por su exageración.

—Uno de los gemelos hermanos de Ron, os he hablado de ellos creo. Él es Fred y va a ser profesor de Geometría.

—Ah, sí, me acuerdo que has hablado de ellos, pero se te olvidó mencionar que estaba buenísimo. —dijo ahora Parvati.

—Perdón por no verlo relevante —dije rodando los ojos. —Anda, mejor entramos ya, que es tarde.

Mientras nos dirigíamos al tablón para ver cuál era nuestra clase, Parvati y Lavender seguían hablando de Fred.

—Ojalá nos dé él clase, y no el viejo Snape. Dicen que sus clases son odiosas, que trata a sus alumnos de tontos y que no se ducha. —dijo la primera.

—Ugh, quien te haya dicho eso se ha quedado corto. A mi hermana también le dio clase y venía a casa casi llorando todos los días.

—Pues recemos. —dije yo a la vez que miraba el tablón y vi que las dos únicas clases de ese día nos tocaban en aulas contiguas de la primera planta.

La primera clase pasó tranquilamente, la profesora explicó los criterios de evaluación y nos dejó irnos a los veinte minutos, así que fuimos a la cafetería a tomar algo. Hablando de nuestras vacaciones el tiempo pasó volando y antes de darnos cuenta volvíamos a subir a clase, esta vez Geometría. No pude evitar sentir un cosquilleo nervioso en mi estómago, esperando ver a Fred aparecer por la puerta.

Nos sentamos en primera fila, como siempre, para enterarnos bien de las explicaciones. Saqué mis folios y mi estuche y seguí hablando con mis amigas. Estábamos de espaldas a la puerta porque ya nos habíamos reunido todo mi grupo de amigas, y algunas se sentaban en la segunda fila. En cuanto oímos a toda la clase callarse, supimos que el profesor había llegado y miramos hacia la puerta. Vi a Fred y sonreí. Vi como estaba rápidamente mirando a todo el mundo, pero en cuanto nuestras miradas se cruzaron, vi una leve sonrisa asomar en sus labios, casi imperceptible para cualquier otra persona.

Se acercó a su mesa antes de hablar:

—Buenos días, me llamo Fred Weasley. Como ese es mi nombre, llamadme así: nada de "profesor" o "señor", que me hace sentir viejo.

Todos nos reímos, y él sonrió antes de añadir:

—Mi objetivo es que durante estos meses aprendáis, no que aprobéis o suspendáis. Preguntadme las veces que haga falta, no tengáis miedo o vergüenza. Sois vosotros los que tenéis que aprender el temario, yo ya lo sé, así que no dudéis en pedirme ayuda si la necesitáis.

Después de explicar brevemente los contenidos que íbamos a estudiar durante el curso y los criterios de evaluación, preguntó si alguien tenía preguntas. Le dio la palabra a una chica que había levantado la mano.

—¿Está usted soltero?

Todo el mundo se rió, pero a mí no me hizo mucha gracia.

—Pregúntemelo a final de curso, señorita. —dijo con una sonrisa más divertida que coqueta. Aunque no había ninguna regla que prohibiera las relaciones entre alumnos y profesores, debido a que todos eran mayores de edad, no estaba bien visto porque se podrían crear problemas de favoritismos.

Con esta respuesta, las risas de todos incrementaron, y la chica que le había preguntado se puso roja, pero sonriendo.

—Si nadie tiene más preguntas, nos vemos el próximo día.

Tomando eso como un permiso para irnos, todos empezaron a recoger alegremente.

—Señorita Granger. —escuché que Fred decía mientras mis amigas se dirigían a la puerta.

—Iros vosotras chicas, no hace falta que me esperéis. —les dije antes de ir a la mesa de Fred, quien estaba intentando evitar reírse ante mi cara de "¿en serio?".

—Dígame usted, profesor. —dije siguiéndole el juego.

—Eh, he dicho que nada de "profesor". En fin, hoy vienes a comer, ¿verdad?

—¿Para eso me has llamado? Si sabes perfectamente que sí

—Perdona, solo quería una excusa para poder llamarte "señorita Granger". Así que responde.

Estaba intentando enfadarme con él, pero me era imposible. Me parecía increíble como ese niño grande era profesor en la universidad.

—Pues sí, si tanto te importa la información, sí que voy a ir.

—Genial, entonces podemos ir juntos.

—Es que me gustaría pasarme antes por mi piso para soltar la mochila y cambiarme de ropa.

—No hay problema, no tengo prisa, te acompaño.

—¿Y si alguien ve al profesor nuevo entrar al piso de una alumna en el primer día de clase?

—Eh, fuera de estas puertas no soy tu profesor, soy el hermano mayor de tu mejor amigo, y tu propio amigo.

—Ah, bueno, en ese caso perfecto. —dije sarcásticamente.

Nos dirigimos juntos a mi piso, y le dije que se pusiera cómodo mientras yo me cambiaba los pantalones vaqueros y la camiseta por un vestido, aprovechando los últimos días que me los podía poner antes de que empezase a hacer frío.

Fred, siendo el inconsciente que siempre ha sido, no tuvo una mejor idea que entrar a mi habitación mientras yo estaba en ropa interior.

—Oye Hermione, ¿qué e...? ¡Uy, perdón!

Dijo antes de cerrar la puerta de nuevo. A mí no me importaba mucho que me viera en ropa interior, es decir, me conocía desde hacía años y me había visto en bañador o biquini innumerables veces. Después de todos los comentarios obscenos que me hacía cuando me veía en la piscina durante nuestra adolescencia, ahora se avergonzaba por verme en ropa interior. Jamás entendería a este chico. En cuanto salí de mi cuarto hice como si no hubiera pasado nada, cosa que él pareció agradecer.

Intentando que no se sintiera avergonzado por el incidente, saqué rápidamente tema de conversación para olvidarlo cuanto antes y que el camino hacia la Madriguera no fuera incómodo. En apenas dos minutos todo volvía a ser normal e incluso pasó su brazo por encima de mis hombros.

—Ese vestido te queda genial, enana. —dijo en un determinado momento. Dando el incidente de hacía un rato por superado, pensé que ya podía empezar a bromear.

—¿En serio? Pues deberías verme sin él. Ah, no, espera, si ya lo has hecho...

—Muy graciosa. —dijo sonrojado pero sonriendo. —Lo siento, de verdad.

—Venga ya. Si sabes que no me importa, tonto. Ya me has visto el cuerpo miles de veces. —dije abrazándole, mientras seguíamos caminando.

—Ah, ¿no te importa? Entonces en cuanto comamos volvemos a tu piso, y esta vez te lo quito yo a ti.

Podrían pasar mil años y me seguiría poniendo como un tomate cada vez que hiciera un comentario así. Y a él aquello le parecía divertidísimo.

When I kissed the teacher (FREMIONE AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora