Parte 3

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Sin embargo, pese al peligro, la gente vivía. No igual, nunca nada volvería a ser igual, pero seguía desarrollando rutinas: trabajaba, estudiaba, hacía ejercicio, shopping virtual, se enamoraba... en fin, hacía todas esas cosas que le aportaban sentido a su existencia, actividades que le conferían un propósito desde la seguridad de su hogar.

Los padres de Tomás trabajan, cada uno en sus correspondientes oficinas caseras, a través de sus dispositivos electrónicos. Su madre era operadora de telefonía celular y su padre un ejecutivo en marketing, por lo que ambos podían desarrollar sus tareas de forma remota.

En cuanto a él, asistía a clases virtuales. Hacía las tareas en la laptop y compartía, con sus compañeros y su maestra, la experiencia educativa a través de videoconferencias que veía en la pantalla plana de su cuarto.

Cuando no estudiaba, tenía momentos de esparcimiento. Jugaba en línea, a veces concurría a alguna fiesta de cumpleaños-también virtual-pero solía ocupar su tiempo libre leyendo. Tenía una gran biblioteca digital repleta de ebooks, aunque sus favoritos eran los libros reales, esos de papel. Sabía que era un afortunado de tenerlos, porque en la actualidad casi no existían, así que los consideraba auténticos tesoros.

Otra cosa que disfrutaba hacer era ver viejos partidos de fútbol y jugar a la pelota. Lo hacía en su habitación también. Alguna vez había practicado deporte en la sala, pero después de romper algunos de los adornos predilectos de su mamá, esta lo había exiliado.

Tenía la suerte de que su cuarto fuera amplio y por eso su papá le había instalado un par de arcos de cada punta para volver la práctica -que ambos amaban- más "emocionante". A veces hasta su mamá se prendía en los partidos. Pero cuando ambos estaban trabajando, jugaba solo.

En ocasiones deseaba tener un hermanito. Pero sabía que no podía expresar aquel anhelo en voz alta porque su mamá se ponía triste. Cuando planteó la idea la primera vez, ella le había explicado, medio seria, medio llorando, que con su papá habían decidido que no iban a tener más hijos, al menos no mientras la amenaza existiera.

Pese a que Tomás sentía una gran curiosidad por saber cómo eran los bebés reales, y quería otro niño de carne y hueso para que jugara con él, respetaba la decisión de sus padres. Después de todo, ser hijo único tenía sus ventajas, como tener un cuarto para él solo.

Confinados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora