Confinados

Parte 8

Era día de "entrega de insumos" y Tomás estaba encerrado en su cuarto, hasta que sus padres terminaran de colocar los víveres, que el robot delivery del supermercado les había llevado, en la cabina descontaminante.

Aunque los productos pasaban por un procedimiento de saneamiento antes de entrar al edificio, igual no estaba de más ser precavidos.

Otras veces el niño hubiera protestado pero, como a esas alturas disfrutaba pasar más tiempo del habitual en su habitación, no dijo ni pío.

No obstante, estaba preocupado. Hacía veinticuatro horas que no había ni rastro de su amiga. De hecho, por más que se había pasado varios minutos con el oído pegado al hueco de la pared, no escuchaba sonido alguno en su cuarto.

De pronto, una idea catastrófica pasó por su mente: ¡Y si su papá había descubierto la abertura y la había tapado!

Su corazón empezó a latirle más rápido y sintió náuseas. ¡No era momento de ser valiente!

—¿Tomy estás ahí?

—¿Qué te pasó? ¿Por qué desapareciste? ¡¿Estás bien?! —Las preguntas se le escaparon todas juntas.

Escuchó el sonido de la risa de su amiga y, aunque todavía no tenía respuestas, se sintió bien. Pensó que Zahira tenía una risa curativa y... "linda".

—Estoy bien, pero me desaparecí tanto tiempo porque estaba investigando algo...

—¿Qué cosa? —El interés del niño se encontraba a flor de piel.

—¿Vos sabés lo que es un domo?

A esas alturas ya estaba acostumbrado a que Zahi respondiera una pregunta con otra, así que dijo:

—Nop. ¿Qué es?

—Eso es lo que estaba investigando. Lo googleé y me sale que es "una cúpula o bóveda en forma de media esfera".

—¡¿Y eso te llevo todo un día?! —De pronto, Tomás sintió un poco de enojo. No entendía por qué Zahi lo había abandonado por esa tontería. Aunque tampoco entendía ni media palabra de lo que le había dicho.

"¿Qué era una cúpula?"

—¡Obvio, no! Pero, después quise saber para qué servían. Así que leí más y terminé en una página de Arquitectura.

—Ufff igual, ¡¿qué importa para qué sirven?!

Tomy seguía en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, pero se había cruzado de brazos y tenía la nariz fruncida.

—Bueno, si te vas a poner "odioso" me voy de nuevo —amenazó la pequeña.

—¡No! Pará. ¡No te vayas! —expresó, preocupado—. Solo que no me importa mucho "eso de los domos".

—Está bien, me quedo. Pero escúchame, que no te dije lo más importante: me puse a investigar sobre domos porque escuché la palabra en las noticias y me dio curiosidad.

—¡¿Te dejan ver las noticias?! —se maravilló Tomy.

Él no tenía permitido mirarlas, porque sus papás decían que hacían mal. Además, había mucha información estadística: datos sobre nuevas víctimas, infectados, mutaciones del patógeno. A veces, salía algún "tratamiento novedoso" o una posible vacuna, que al final no daba resultado.

Por eso, en su casa, los canales de noticias (tanto en tv como en su dispositivos electrónicos) tenían activado el "control parental". Por otro lado, el acceso del pequeño a Internet era limitado y monitoreadas sus actividades, a fin de cuidarlo.

—Nop...Pero lo del "domo" lo escuché sin querer. Mi papá estaba mirando la tele cuando pasé al baño.

—Ahh...Bueno, pero si averiguaste que es algo de la construcción, capaz que ahora van a hacer edificios en forma de domos.

—Sí, capaz. Como los iglúes que hay en el polo —comparó Zahi.

Entonces, por primera vez, Tomás se hizo una representación mental de cómo se veían los "dichosos domos". Igual ya estaba aburrido del tema. Hubiera querido aprovechar lo que quedaba del día para jugar con su compañera de aventuras, pero su mamá ya había terminado la desinfección y le había pedido que la ayudara a ordenar.

—Me tengo que ir ahora, pero a la noche si te cansaste de investigar sobre domos, hablamos. Hay algo "importante" que te quiero preguntar—dijo, y se marchó, dejando a Zahira con algo más interesante en qué pensar.