Querer a mitades.

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Me delato por tus halagos,
la composición inconexa de nuestra propia quietud.
Nos fallaron los recuerdos de extraños. Me tropiezo cansada de tantas traiciones, y a veces me arrepiento de ser arrestado;
aún me contestó arrogante
- No verte, no tocarte, y casi sufriendo por el criterio tan riguroso; terminó aturdido por vivir al constante agrado de cada vez conocerte tan inexperto-.
A veces pensamos hasta ensordecer,
y tal vez me distraigo cuando
menos besamos a los orgasmos.
Nadie decide sentirse especial;
ella se mira y forma
parte de los abrazos que esperan.
La estación de miradas y el tiempo cronómetro a puntos suspensivos.

YA NO MIEDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora