Catorce: Nos Rompemos Como Pétalos Secos

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Una larga semana había pasado.

Una maldita semana había pasado lenta y torturosamente.

YoonGi se vía cansado, adolorido. En su rostro estaban oscuras ojeras debido a su mal dormir, sus labios se encontraban agrietados, se veía aun más pálido de lo normal.

La casa olía completamente a tristeza y a mucho dolor. Debido a un lazo de hermandad sumamente fuerte que compartía con su hermana.

Solo pocos hermanos podían lograrlo pues se deben cumplir una normas muy estrictas. Tenían que ser hijos del mismo alfa pero diferente omega, uno debía de ser mujer y otro varon, uno alfa y otro omega y solo los primeros dos hijo podían lograrlo.

¿En que consistía? Pues, si el omega pasaba una depresión sumamente fuerte su aroma de agraria y comenzaría a oler como un alfa, específicamente el aroma de su hermano. Y si él alfa sufría una depresión igualmente su aroma se convertiría como el de un omega, su hermano omega.

Esto era específicamente para crear una barrera en ambos hermanos y se sintieran seguro con el aroma de su hermano, pues su lazo dependía más de sus lobos que de ellos mismos.

Ahora la casa aparte de oler a YoonGi también olía a Haneoul, su hermana.

La semana mas maldita de todas, larga, fría y dolorosa.

Su marca, bueno, lo que quedaba de ella sin lugar a dudas ya era un feo pedazo de carne lleno de pus y sangre.

Definitivamente hoy era el último día, sabia que tal vez no merecía su perdón, sin embargo ese era el último día para terminar todo este mal entendido.

Se levanto un momento de la cama para dirigirse a el armario donde aun quedaban camisas de JiMin, descolgó una y tomándola con fuerza entre sus manos la llevo a su nariz, regreso a la cama donde muchas más camisas estaban ahí, regadas, creando un refugio de mantas y ropa.

Ahí se sentía tranquilo, protegido, y un poco amado. Ahí enredado entre las mantas y con la camisa entre sus manos, soltó un sollozo tratando se hacer el mínimo ruido posible. Ahí en medio se la inmensa casa que están vacía y sola. Ahí dentro de esas cuatro paredes... Ahí se sentía protegido entre esas cobijas y camisas.

Cuando las once de la noche marcaron, sabia que JiMin no regresaría, no regresaría a solucionar las cosas.

Colocó una manta en sus hombros y se encaminó a su armario, sacó la maleta, y empezó a meter toda la ropa posible. En cuanto se lleno la maleta, abrió otra para igualmente meter más ropa, metiendo también ropa de las niñas.

Posteriormente, tomando una bolsa deportiva metió sus zapatos en ella. Tres maletas, estaba listo para partir de ahí.

Su teléfono comenzó a sonar, lo tomó de el buro junto a su cama, y atendió la llamada.

--YoonGi-Hyung... ¿Qué tal? ¿Estás bien? --Reconoció rápido la voz de si menor favorito.

--Jungkookie... Am creo que no, pasó la semana acordada me largo a Daegu con mi madre.

--Puedo ir con Taehyung a recogerte...

--No, Kookie... Me voy en alguno de los carros, no te preocupes... --Mientras explicaba, bajo a la cochera cercana y subió las maletas a la cajuela del porche.

--Okey Hyung, me avisas por favor cuando llegues, ¿puedes? --Jungkook estaba preocupado.

--Yo te aviso, Jungkookie, no te preocupes... Te quiero mucho

--Adiós, hyung... --JungKook colgó la llamada, después de esa pequeña charla, YoonGi subió listo para esperar que fueran las doce de la noche para largarse.

¡Trae mi Sopa, Park JiMin! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora