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—Natasha me llevo un gran ramo de rosas rojas. —Bucky se rasco la nuca—. Me sentí como quinceañera con toda esa flor en mi casa.

Steve negó divertido ante las graciosas muecas que hacía el sujeto de cabellos largos y oscuros. Bucky muy pocas veces actuaba como el Omega convencional.

El Capitán observó a los Omegas a su alrededor. Todos ellos desprendían un aroma a tierra mojada, leve, muy leve, casi inexistente. Así era para todos los Alfas, hasta que encontraban a la persona correcta, su Omega especial.

Nat lo encontró en su mejor amigo, pero Steve aun no corría con la misma suerte.

—Es una lástima, ¿sabes cuantos números había conseguido en estos días? —James fingió decepción.

—Sí tan sólo Nat te escuchará.

Barnes sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.

—Ni siquiera lo menciones. —Dijo golpeando el hombro del rubio. Steve le mostró una sonrisa burlona. Vaya Alfa que le había tocado a su amigo—. Ríete, anda, después de todo, sigues siendo un Alfa soltero.

—Y seguiré soltero hasta que encuentre a mi Omega especial. —Dijo soñadoramente el soldado.

—Ugh, cursi. —Ambos amigos rieron por las palabras del castaño.

Todos guardaron silencio en el momento en que el Director Fury entro por la puerta, detrás de él, venía un hombre con una sonrisa ególatra. Era un Alfa.

Steve quiso gruñir sin tener una explicación lógica. La presencia de ese sujeto le incomodaba.

—Buenos días. —Nick miró a cada uno de sus agentes—. Les presento al señor Víctor von Doom, uno de los mejores científicos de Nueva York.

El hombre dio un saludo seco y desinteresado. Steve odiaba esa actitud tan soberbia.

—El señor von Doom nos ayudará con...

—¿Víctor von Doom en el proyecto? —Las personas en la sala pusieron atención al hombre que entraba despreocupadamente.

Steve inmediatamente lo identificó como un Omega, y no cualquiera, era el Omega más hermoso que había visto en su vida.

Observó cada centímetro del castaño, sin segundas intenciones, sólo admirando la belleza que este desprendía.

—Anthony Edward Stark. —Víctor lo miro con despreció— ¿No los Omegas deben permanecer en casa?

—¿Y los criminales en prisión? —Dijo el castaño, dibujando una sonrisa burlona.

Steve no podía estar más maravillado.

La tensión en el lugar era palpable. Ambos genios se mantenían con una mirada en alto. Uno imponiendo autoridad, otro rebeldía.

—Bien, caballeros... —De nuevo, por la puerta, entró una mujer rubia de finos rasgos. Era una Alfa—, hemos venido a hablar de negocios, no a pelear como animales.

—Víctor es el maldito cavernícola, no yo. —Tony tomó asiento, la mujer lo siguió.

Fury le indico al Alfa de cabellos oscuros que lo hiciera de igual manera.

Rogers no escuchaba realmente la plática que se estaba llevando a cabo, más bien, se encontraba respirando el aroma del Omega en el asiento de enfrente.

Era un aroma inconfundible, el aroma que lo acompañó toda su niñez cuando su madre decidía adornar la mesa vieja y delicada que tenían en casa. Aciano, o como el mejor lo conocía, pincel.

Era su flor favorita.

—Industrias Stark se encargará del armamento. —Dijo la mujer que se encontraba a un lado del castaño.

Steve comenzaba a pensar que ellos dos eran pareja, y eso por supuesto no le agradaba.

—¿Ustedes? —De inmediato el Alfa al lado de Fury salto de su lugar—. Yo soy el más indicado para manejar el armamento.

—Por favor Víctor, ¿sabes sí quiera soldar? —Se burló Anthony—. Fury y yo ya hemos llegado a un acuerdo. Acuerdo en el que por supuesto, quedas bajo mis órdenes.

Tony estaba disfrutando tanto la cara de Víctor.

—Director Fury... —El Alfa miró al moreno.

—Así es. —Nick lo miro con seguridad—. Sabemos sobre sus antecedentes, sin embargo, no queremos perder su intelecto.

—¿Yo bajo las órdenes de este Omega? —El tipo miró con odio puro al castaño—. Sólo sirve para abrir las piernas y...

—Señor von Doom. —Steve intervino. Tony dirigió su mirada al Alfa enfrente suyo. Mentiría si dijera que no lo había recorrido con la mirada en cuanto llego. Era un jodido Adonis—. Le pido más respeto para el señor Stark.

El Omega abrió sus ojos con sorpresa. Su corazón dio un vuelco cuando los ojos azules del Alfa lo miraron.

Tony sonrió sin ser consciente de ello. Ese Alfa lo miraba como si fuera la séptima maravilla del mundo.

Aunque, tal vez si lo era.

—Tony, señor Stark era mi padre. —Extendio su mano hacía el Alfa—. Mucho gusto...

—Steven Grant Rogers. —El rubio respondió a su saludo, importando poco si todos en la sala los miraban con curiosidad.

—Stark. —Fury miraba con aburrimiento a esos dos—. Olvide presentarte al mejor de mis soldados, quién es mejor conocido como el Capitán América.

Los ojos de Anthony no se despegaban del soldado.

Por su parte, Steve lleno sus pulmones del aroma de Tony.

Ya no tenía dudas. Él era su Omega especial.

AcianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora